El arte del trampantojo: no creas lo que ven tus ojos

El Museo Thyssen recorre siete siglos del trampantojo, desde el Renacimiento al s.XXI, donde el arte engaña a la vista con sombras, marcos falsos y un hábil uso de la perspectiva

Rasgado en tránsito, de John Haberle, obra de trampantojo de fines del s.XIX. Foto Brandywine River Museum, Chadds Ford

En el Renacimiento los artistas buscaron la forma de representar la naturaleza lo más fielmente posible. ¿Pero qué pasaría si lo que vemos no es la realidad, sino una percepción moldeada por el sentido de la vista?, pensaron algunos.

Desde el siglo XV, conforme avanzaron los estudios de la óptica y la perspectiva, muchos pintores se dedicaron engañar ese sentido con el trampantojo, una técnica que tuvo un nuevo apogeo en el Barroco, y si bien desde el Romanticismo fue dejada un poco de lado, nunca terminó de desaparecer del todo.

Además de un uso hábil de la perspectiva, el escorzo y los efectos lumínicos, los pintores presentaron toda clase de juegos visuales, como elementos que se proyectan fuera del cuadro e invaden el espacio del espectador, insectos que parecen posados sobre el lienzo, o materiales y texturas reproducidas con tal detalle que consiguen engañar y fascinar a quien los mira.

‘Bodegón con libros’, Anónimo. Foto Saatlichen Museen zu Berlin

El trampantojo en el Thyssen

Ese viaje de ilusiones ópticas se puede conocer en la exposición Hiperreal. El arte del trampantojo que desde este miércoles y hasta el 22 de mayo presenta el Museo Thyssen-Bornemisza.

El trampantojo nació en el Renacimiento, tuvo su apogeo en el barroco y los pintores flamencos del s.XVII fueron sus principales expertos

A través de ocho secciones se presenta un centenar de obras que no se organizan en un circuito cronológico sino por materias y escenarios.

Bodegones, falsos marcos y huecos para curiosos

El punto de partida es Puesta en escena, donde hay numerosos bodegones (con raíces en los mosaicos romanos) y un énfasis en las naturalezas muertas de banquetes que fueron tan populares en la Holanda de mediados del siglo XVII.

En el segundo apartado, Figuras, encuadres y límites, se ve cómo muchos artistas –sobre todo los flamencos del 1600- jugaban con marcos falsos que parecían inútiles para contener a las personas u artículos que se escapaban como arte de magia.

‘Alacena con objetos’, de Bernardo Llorente Germán. Foto Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando

En el tercero, Huecos para curiosos , se ven cuadros donde los objetos –muchas veces alimentos- se ven a través de nichos, hornacinas o ventanas, dando una extraña sensación de realidad con sus sombras y reflejos.

El juego de las sombras y las perspectivas

En Muros fingidos, tablones y paredes las pinturas muestran toda clase de papeles colgados, donde los artistas mostraban su habilidad para reproducir diferentes técnicas de estampación, caligrafías, calidades y texturas, con mucho cuidado en reproducir detalles e imperfecciones.

Uno de los grandes maestros del trampantojo fue Arcimboldo, que creaba retratos usando frutas y vegetales

‘La tierra’, de Giuseppe Arcimboldo. Foto Liechtenstein. The Princelly Collections, Vienna-Vaduz

A través de Desorden perfecto y el rincón del artista se presentan obras de los pintores flamencos Cornelius Norbertus Gijsbrechts y Samuel van Hoogstraten, entre otros, que representan el despliegue de objetos personales como papeles o joyas como si estuvieran clavados sobre superficies planas.

‘Máxima velocidad de la Madonna de Rafael, de Dalí. Foto Museo Reina Sofía

El sexto capítulo, Llamada a los sentidos, presenta las técnicas de falsas figuras esculpidas en los techos y paredes, tan populares en las mansiones barrocas, que triunfó sobre todo en Francia de fines delsiglo XVII y principios del XVIII, y que fue reflejado en varias pinturas.

El trampantojo contemporáneo

En Renovación americana y su estela muestran el renacer del trampantojo en los EEUU del siglo XIX y principios del XX, mientras en Europa pasaba por la indiferencia, que a pesar de su simpleza en muchos casos coinciden en atrapar al espectador con su ilusionismo.

El último capítulo, Trampantojo moderno, presenta obras que se caracteriza por su ingenio y factura técnica, como las caras de Giuseppe Arcimboldo construidas con frutas y vegetales o las pinturas de la etapa místico-nuclear de Salvador Dalí, con un cierre en varias pinturas realizadas en los últimos 120 años.

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