El dragón de ramas que vigila los bosques de Italia

El artista Marco Martalar crea gigantescas esculturas con ramas, raíces y troncos caídos en tormentas, para que el arte pueda concienciar sobre los efectos del cambio climático

El artista y el dragón de madera. Foto Marco Martelar

En la región de Trento, en la franja norte de Italia, un gigantesco dragón vigilia los bosques de Lavarone. Está quieto, atento ante la llegada de visitantes y a las tempestades que han castigado a estas montañas boscosas.

Desde lejos da la impresión que es de carne y hueso, con sus escamas marrones que brillan bajo el sol; pero conforme uno se acerca se da cuenta que se trata de una gigantesca escultura de madera. O sea, el dragón de Vaia está hecho de miles de ramas.

El escultor de ramas

Este dragón fue construido por Marco Martalar, un artista autodidacta que demuestra un gran talento para realizar gigantescas esculturas usando fragmentos de madera.

En un momento del día los ojos del dragón cobran vida. Foto Fiorenza Ghizzi

En el caso de la bestia mitológica fue armada con 2.000 troncos, ramas y raíces unidas por 3.000 tornillos.

Para construir el dragón de seis metros de alto usó 2.000 troncos, ramas y raíces que habían sido derribados por la tempestad Vaia

Con seis metros de alto, su presencia impone respeto, como si una de las criaturas de Juego de Tronos se hubiera petrificado en madera.

Nacido por la tormenta

El material que usó Martalar son fragmentos de árboles que fueron derribados por la tormenta Vaia, que castigó al nordeste italiano a fines de octubre de 2018. Y de ahí viene su nombre.

León alado creado, también, con ramas y troncos. Foto Marco Martelar

La tempestad derribó 42 millones de árboles, una catástrofe natural como no hubo igual en Italia.

Si bien toneladas de ellos fueron aprovechados por la industria forestal, cientos de miles quedaron en los suelos de los bosques, presos de la descomposición.

“Para mí era un delito dejar esos árboles tirados en el bosque sin darles un sentido, especialmente un valor ecológico porque el temporal fue causado por el cambio climático“, dijo Martelar a la agencia EFE.

Las manos de madera en Padua. Foto Mauro Mazzonetto

Dragones, leones y ciervos

Así dio forma al dragón, sin cortar ni moldear las ramas, sino adaptándolas como un gigantesco puzle donde cada fragmento, desde el más pequeño al más grande, todos tienen una función.

En el pueblo de Galio creó un gallo de ramas que mide tres metros de alto y pesa 300 kg

No fue el único animal que surgió de sus manos: también creó ciervos, leones (como el alado que se encuentra en el pueblo de Roana, en el Véneto) o aves, como el Gallo de Viana, que con 300 kg y tres metros de altura fue colocado frente al ayuntamiento del pueblo de Galio.

El viento de Vaia, otra de las esculturas de Martelar. Foto Marco Martelar

Promover el turismo y la reflexión

Sus esculturas, como las gigantescas manos que se unen en un parque en Padua, siempre se arman con fragmentos de árboles que han sido dañados por fenómenos naturales.

Además se suelen exponer al aire libre para promover el turismo de las comunidades de montaña.

“Con la pandemia, cuando es más difícil trasladarse a los bosques, visitar esta escultura es una forma de ir a un lugar más tranquilo. Y esta tranquilidad se traslada a la gente que se relaja mientras lo observa, que es lo que consigue la naturaleza”, explica Martalar.

La naturaleza seguirá su camino

El artista sabe que la naturaleza seguirá su camino y tarde o temprano los vientos y las lluvias tirarán la escultura y los trozos de madera quedarán esparcidos hasta que se descompongan en el suelo.

Pero para el escultor es importante que tome ese camino, para concienciar a los visitantes sobre la importancia de la naturaleza y los efectos del cambio climático.

a.
Ahora en portada