Picasso, en sus propias palabras

Picasso huía de las entrevistas, apenas concedió unas pocas a lo largo de toda su carrera. Ahora Confluencias las recopila en un libro que permite conocer al genio en primer persona

RALPH GATTI/AFP via Getty Images

Pablo Picasso retratado el 13 de Octubre de 1971. Foto: Ralph Gatti | AFP via Getty Images.

Picasso fue un creador inmenso pero de pocas palabras. Al menos, no en entrevistas. Y mucho menos con periodistas, a los que rehuía siempre que podía porque, según él, lo que escribían estaba “lleno de tonterías”. Por eso quizás es tan difícil rastrear sus verdaderas opiniones sobre el arte, la política o España y por eso es tan interesante el primer libro que recopila las pocas entrevistas que el artista concedió a lo largo de su vida.

Rafael Inglada, uno de los mayores especialistas en la obra del creador del Guernica, firma esta obra editada por Confluencias en colaboración con el Museo Picasso de Málaga que se ha dividido en dos volúmenes que reúnen la totalidad de las declaraciones realizadas por el artista entre 1913 –la más antigua conservada– y 1966, la mayor parte en medios franceses que, por primera vez, se publican juntas y traducidas al castellano.

El primero de ellos, El arte no es la verdad, en alusión a una frase del artista, está prologado por el director del Museo Picasso de Barcelona, Emmanuel Guigon.

Proyecto confinado

“Picasso no era de ofrecer entrevistas. Todo lo que fuera ponerse delante de un periodista con un papel y un bolígrafo no le gustaba nada”, afirma a Efe el responsable de esta edición.

Los 25 textos de la obra corresponden a entrevistas formales con periodistas y también conversaciones distendidas con amigos, en las que el pintor “está relajado y se expande más”, en palabras de Inglada.

El proyecto, que comenzó a gestarse durante el confinamiento, deja fuera expresamente conversaciones con Picasso publicadas en libros, como las de Palau i Fabre, Françoise Gilot o Roberto Otero.

Reunirlas tampoco fue fácil, menos aún durante los meses de cuarentena, con archivos, bibliotecas y hemerotecas cerradas. Algunos de los textos, obtenidos en Reino Unido, los EEUU, Italia y Francia, nunca habían visto la luz en España. Otras habían sido mutiladas, según el editor.

En ellas se descubre a un Picasso “más humano, muy jovial, y aspectos distintos de su persona”, explica Inglada, con experiencia en el estudio de entrevistas concedidas por otros grandes creadores como Federico García Lorca o Antonio Machado. “A veces soltaba en broma cosas que no eran verdad o con una cierta ironía, y otras veces se enfadaba cuando le preguntaban por cosas demasiado obvias».

Comprender o no comprender (el arte)

A lo largo de las páginas y de charlas que tienen como escenarios el taller de Vallauris (en la Costa Azul), su residencia de La Californie (Cannes), el castillo de Boisgeloup en Normandía o el Hotel Ritz de París, se descubre, por ejemplo, que para Picasso arte “es sangre e hígado” o que se atribuía el interés de Hemingway por los toros.

En otro pasaje se advierte cómo se indigna cuando su interlocutor admite que no comprende una de sus obras. “¡Comprender!… ¡Conque se trata de comprender!… ¿Desde cuándo un cuadro es una demostración matemática? No está destinado a explicar, sino a suscitar emociones en el alma del que lo contempla”, proclama.

A este respecto, el autor de Las señoritas de Aviñón lamena que “el público no comprende siempre el arte moderno. Pero porque no se le ha enseñado nada de pintura. Le enseñan a escribir, a dibujar y a cantar, pero jamás le han enseñado a mirar una pintura”.

En otros momento deja traslucir una cierta amargura, al admitir que es “célebre y rico”, pero cuando está a solas consigo mismo no tiene valor para considerarse “un artista en el sentido grande y antiguo de la palabra”.

“Verdaderos pintores fueron Giotto y Ticiano, Rembrandt y Goya”, añade un Picasso que cree que él es solo alguien que “ha aprovechado lo mejor que ha sabido hacerlo la imbecilidad, la vanidad y la ambición de sus contemporáneos”.

‘Guernica’

Entre sus charlas con periodistas y críticos como Anthony Kerrigan, Albert Junyent -pintor que trabajó también como corresponsal de la revista Mirador-, Carlton Lake -autor de las memorias de la pintora y amante de Picasso Françoise Gilot, o Georges Sadoul, testigo de la creación del Guernica.

Precisamente sobre esta obra cuenta el artista malagueño en otra entrevista que el toro “no significa el fascismo, sino la brutalidad y la oscuridad” o que el caballo representa al pueblo.

También se recogen anécdotas confirmadas por Picasso, como aquella en la que, ante un oficial de la Gestapo que blandiendo una reproducción del Guernica, le gritó: “¿Usted ha hecho esto?”, el artista le contestó: “No, vosotros”.

Tampoco esconde su militancia: “Yo soy comunista, y mi pintura es comunista. Si fuera zapatero, realista o comunista, no estaría obligado a clavetear las suelas de los zapatos de una manera especial para expresar mis opiniones políticas”.

Personal

También hay opiniones cotidianas, como cuando Picasso confiesa, en una entrevista de 1966 y recién salido de una operación quirúrgica, que ya no fuma y no lo echa de menos: “si lo piensas, qué estúpido hábito, qué esclavitud, encender una tras otra esta paja liada en un papel que echa humo; te hace toser, escupir, te asfixia”.

También habló de su deseo de que parte de sus obras acabaran en Málaga, lo que se cumplió finalmente en 2003 con la apertura del Museo Picasso de Málaga. No solo expresó en una conversación “Pienso regalar gran parte de mis obras a Málaga, a mi pueblo natal” sino que, poco después de pronunciar estas palabras durante un almuerzo, los comensales se sobresaltaron por el estruendo al caerse un cuadro que estaba colgado sobre un aparador. “Este ya quiere irse para Málaga”, sentenció.

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