Rock de la muerte: seis discos póstumos que hicieron historia

George Harrison, Leonard Cohen, David Bowie, Freddie Mercury, Johnny Cash y Warren Zenon sabían que iban a morir pronto. Sin embargo sacaron fuerzas y publicaron sus últimos discos aceptando su destino

Leonard Cohen, en una presentación en España en 2009. Foto EFE

El título del libro El rock de la muerte (Libros Cúpula), de Alberto Manzano, puede llamar a engaño. No habla de satanismo, leyendas negras ni de la relación entre ese género y la violencia. Por suerte su subtítulo lo aclara rápidamente: “Los discos póstumos como legado musical de grandes artistas”.

En todo caso, se podría haber llamado Rock del adiós. Pero eso tiene menos gancho, claro.

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Eso no quita que estemos ante un interesante relevamiento de seis grandes artistas del rock que han fallecido en las últimas tres décadas. A diferencia de otros músicos como Kurt Cobain, Amy Winehouse, Michael Hutchence (de INXS), Chris Cornell (Soundgarden) o Brian Jones que se suicidaron o murieron en una vorágine de drogas, los músicos presentados en este libro sabían de su inminente final, y siguieron trabajando, componiendo y tocando aún cuando casi no tenían fuerzas.

En este caso se presenta las últimas obras de George Harrison, Leonard Cohen, David Bowie, Freddie Mercury, Johnny Cash y Warren Zenon.

El disco no se queda solo con los discos póstumos, sino que analiza la vida y obra de Harrison, Bowie, Mercury, Cash, Cohen y Zenon

Pero Manzano no solo analiza sus discos póstumos, sino que también realiza una breve biografía sobre sus obras, donde no excluye los descensos a los infiernos de las drogas y el alcohol ni las etapas místicas y religiosas que tuvieron algunos.

Freddie Mercury

El libro se inicia con la carrera del líder de Queen, nacido como Farrokh Bulsara en Zanzíbar, quien con Roger Taylor, Brian May y John Deacon llevaría al grupo a una innovadora (y en ocasiones criticada) combinación de rock pesado con el glamour más hortera, más unas magistrales influencias operísticas y cuanto ritmo estuviera a mano.

Mercury no tenía freno ante los excesos de drogas y fiestas, como tampoco tenía límite para abrir sus horizontes compositivos y la experimentación creativa.

En 1987 supo se había contagiado de sida (en aquel entonces era un estigma difícil de sobrellevar), pero siguió adelante con la grabación de su segundo disco en solitario Barcelona (de 1988, donde se incluye el famoso dueto con Monserrat Caballé) y sacando fuerzas quien sabe de dónde pudo concluir el LP Innuendo (1991).

Tras su muerte el 24 de noviembre de 1991 a los 45 años, en 1995 se publicó Made in Heaven, con temas inéditos de Queen y otros grabados en sus etapas solistas.

Criticado como “un disco póstumo para llenar bolsillos”, Manzano lo reivindica por “estar coronado por una de las voces con más ganas de vivir y contagiar esperanza en la historia de rock”.

George Harrison

El enorme talento del Beatle callado había sido eclipsado por John Lennon y Paul McCartney, y se vio en el excelente triple disco que George Harrison publicó ni bien se disolvieron los cuatro de Liverpool.

Las notas melancólicas de la guitarra de Harrison en ‘Brainwashed’ anticipan su final

Hombre profundamente espiritual, sus canciones muchas veces encarnaba la filosofía de Hare Krishna, aunque también buscaba la armonía entre todas las religiones.

Su carrera estuvo llena de altibajos, con fracasos comerciales y éxitos de ventas como Cloud Nine (1987), en una vida que osciló entre la devoción religiosa, las adicciones y los fantasmas de la depresión.

En la segunda mitad de los ’90 en su vida se cruzarían un cáncer de garganta, el ataque con cuchillo de un descerebrado en su residencia que casi le cuesta la vida, y el resurgimiento de esa enfermedad en el 2000.

El 29 de noviembre de 2001 falleció y un año después se publicó Brainwashed, donde su hijo Dhani y su amigo Jeff Lyne (productor y líder de Electric Light Orchestra) terminaron de darle forma; en un disco donde las melancólicas notas de su guitarra anticipan el final.

“Hice el ridículo / perdí las ganas de comer / Lo único que me importa / Es tocar los pies de loto”, canta en Stuck Inside a Cloud (Atrapado en una nube), donde la referencia a la última cita son los pies del dios Krishna, la última meta de un devoto de hinduismo, precisa Manzano.

Warren Zevon

Para muchos (yo el primero) Zevon quizás sea un desconocido, pero este músico contemporáneo de Fleetwood Mac, Jackson Browne y The Eagles, admirado por Bob Dylan, REM y Bruce Springteen era “el último artesano ilustrado del rock”, considera el autor.

Su vida fue una sucesión errática de drogas, discos brillantes y otros olvidables, algún par de hits y varios fracasos comerciales.

Sus adiciones y su negativa a ver los médicos le pasaron factura, y sus composiciones anticipaban su posible muerte, aunque Zevon siempre le puso una pátina de humor ácido para reírse del final.

Zevon falleció el 7 de septiembre de 2003, y “como suele suceder”, más adelante ganó dos Grammys: uno por su disco The Wind y otro por el dúo con Springteen Disorder in the House.

“Una voluntad de hierro como una roca / Me sujeta hasta el momento de la fatídica llamada / Cuando, con una cerradura mortal, me saquen / De la arboleda carcelaria”, cantaba Zevon en Prison Grove, en ese disco final.

Johnny Cash

El hombre de negro, el cantante country con su guitarra que “mata fascistas”, también transitó un duro camino de pobreza, éxito codeado con drogas y alcohol, períodos en la cárcel y una devoción cristiana que -junto con la abnegada resistencia de su esposa June Carter– lo salvaron de la muerte prematura.

Varios amigos de Johnny Cash como Nick Cave y Don Hedley colaboraron para ayudarle a terminar su último disco ‘The Man Comes Around’

En 1994 su carrera fue salvada por el productor Rick Rubin, quien supo encontrar la esencia que le faltaba, lo que llevó al éxito en ventas y la recolección de numerosos premios.

En el 2000 su cuerpo ya no resiste mucho más, y varios amigos como Nick Cave, Fiona Apple, Don Hedley o Billy Preston colaboran para dar forma a The Man Comes Around (2002), “el último disco que Cash vio en vida”, recuerda Manzano.

Entre los temas se encuentra el conmovedor We’ll meet again, de 1939, donde se despide “Nos volveremos a ver / No sé cuando / No sé dónde / pero sé que nos volveremos a ver / Un día soleado”.

David Bowie

Se llamaba David Jones, pero fue Ziggy Stardust, Aladdin Sane, el Duque Blanco; el que encarnó como nadie la extravagancia de glam rock, el que coqueteó con el pop más bailable en los ’80, el que se animó a la innovación electrónica en los ’90, el que se movía con enorme talento en el cine y el diseño. Era David Bowie.

Creador de grandes discos como The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars, Hunky Dory, Station to Station y Low, con una fructífera y alocada etapa en Berlín con Lou Reed e Iggy Pop, el siglo XXI lo encuentra con la experimentación de nuevos sonidos como en Earthling y el excelente Reality (2003), pero con largos paréntesis como la década que media hasta The Next Day (2013).

Agotado, se le detecta un cáncer hepático en 2014, y contra viento y marea publica Blackstar el 10 de enero de 2016. Dos días después fallecía.

Es un disco sombrío, que anticipa el final de su camino. “Bowie lucha cuerpo a cuerpo contra su propio misterio. Pero no puede revelarlo todo. Su propio enigma. Aunque lo ha intentando”, explica Manzano.

Leonard Cohen

Era el gran trovador, el poeta judío canadiense que abrazó la filosofía zen y el budismo, el que alternaba sus discos y espectáculos con largas temporadas en un monasterio de California.

Cohen pensaba vivir el resto de su vida en un monasterio budista, pero la estafa de su contador le obligó a volver a los discos y escenarios

Tras décadas de carrera, Cohen hubiera preferido terminar sus días en el centro budista de Mount Baldy o meditando en la India, pero la estafa que sufrió a manos de su contador le obligó en 2009 a volver a los escenarios y la grabación de discos.

En hermosas obras como Ten New Songs, Dear Heather o Songs from the Road Cohen recorre su vida y se prepara para la muerte.

Ya con ochenta años y casi sin fuerzas puede terminar You Want It Darker, donde su voz grave suena más cavernosa que nunca.

El 21 de octubre de 2016 se lanza ese disco y tres semanas Cohen fallece a los 82 años. “Aquí estoy, aquí estoy / Estoy preparado, mi Señor”, decía el cantante poco antes de dejar el mundo.

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