Sicilia: una historia de la isla de las mil historias

En su libro sobre Sicilia el británico John Julius Norwich repasa la larga historia de la isla mediterránea y la creación de una identidad única tras siglos de invasiones y conquistas

Los templos griegos de Agrigento. Foto Alexandra Tran | Unsplash

Sicilia es un libro abierto de historia. Quien vaya a Agrigento encontrarás las ruinas de magníficos templos griegos. El teatro de Taormina es uno de los tantos ejemplos de siglos que presencia romana en estas tierras. ¿Qué dejaron los normandos? Pues fortalezas y palacios como la actual sede del parlamento local y la deslumbrante Capilla Palantina.

Y la lista de monumentos pueden seguir con los árabes, bizantinos, aragoneses, franceses y otros reinos e imperios que han impreso su marca en la larga cronología de Sicilia, la isla más grande del Mediterráneo.

Una historia de Sicilia

Su pasado se puede conocer en el ameno libro Sicilia: una breve historia desde los griegos hasta la Cosa Nostra (Ático de los Libros), escrito por John Julius Norwich.

COMPRAR ‘Sicilia: una breve historia desde los griegos hasta la Costa Nostra’, por Amazon

Este autor, a quien ya habíamos leído en su Historia del Mediterráneo e Historia de Venecia, escribió este libro en 2014, cuatro años antes de su muerte, como una despedida a su carrera académica y personal.

En cada pueblo o ciudad de Sicilia se encontrarán monumentos que son testigos de su larga historia, ya sean griegos, romanos, normandos o españoles

Como antiguo funcionario del Foreign Office, descubrió que había ido muchas veces a Sicilia pero que no terminaba de captar su espíritu. Y comprendió que para entender a su pueblo hay que comprender su historia.

La isla triste

“La historia de Sicilia es una historia triste, porque Sicilia es una isla triste”, advierte en el prólogo.

Teatro romano de Taormina. Foto Federico di Dio | Unsplash

Quizás esta frase haría dudar a más de uno. ¿Se puede considerar triste a una isla de costas inolvidables, de hermosos paisajes de olivares y campos de cereales, de pueblos con encanto, la cuna de la tarantela y de una gastronomía fabulosa?

Sí, porque una cosa es ir a Sicilia una semana en plan turista, y otra es llevar incontables generaciones en una tierra que fue conquistada una y otra vez, donde la pobreza es una lacra que ha persistido en la servidumbre y en los latifundios, en que el Etna recuerda que la naturaleza puede tener una furia incontrolable y que la mafia (“que está en todas partes y en ninguna a la vez”, dice Norwich) ha dominado gran parte de la vida cotidiana.

Pero igualmente Sicilia tiene un pasado fascinante, una isla que, como dijo Goethe, “es la clave de todo”; que a pesar de su importancia estratégica y de haber sido protagonista de muchos sucesos clave suele pasar desapercibida en la Historia.

La puerta entre los dos Mediterráneos

Norwich nos lleva a un viaje que comienza hacia el 1400 a.C, cuando Sicilia se integró en las redes comerciales de los antiguos helenos, y que como la Magna Grecia -gracias a la fertilidad de sus tierras- sería una pieza esencial de este pueblo, tanto por la parte mitológica (allí estaba la puerta al inframundo de Hades) como histórica, como su rol en la batalla del Peloponeso.

Capilla Palantina, de influencias bizantinas. Foto Andrea Schaffer

Como la puerta entre el Mediterráneo oriental y occidental fue codiciada por cartagineses y romanos, pero estos últimos lograron clavar sus estandartes y fue el granero del imperio por siete siglos, aunque los orgullosos sicilianos se consideraban de estirpe helena y siguieron hablando griego.

Vándalos, ostrogodos, bizantinos y árabes fueron partícipes de una rueda de invasiones y desplazamientos, hasta que en el siglo XI los normandos promovieron unos de los períodos más ricos de la isla, como da fe las catedrales de Catania, Cefalú, Monreale y Palermo o el palacio de la Cuba, entre muchos otros.

“La historia de Sicilia es una historia triste, porque Sicilia es una isla triste”.

John Norwich

Aquí Norwich dedica varias páginas a Federico II, uno de los personajes más interesantes de la Edad Media que como rey de Sicilia promovió las artes y la cultura.

La presencia de aragoneses y borbones

Las revueltas de 1282 contra los franceses derivaron en la llegada de Pedro III de Aragón, casa real que tras la unión con Castilla llevaría a una presencia española hasta la Guerra de Sucesión, en el s. XVIII.

El Castillo Ursino, el Santuario Madonna della Nieve o el Forte García con algunos de los testimonios de los aragoneses y Borbones en la isla, donde el futuro rey Carlos III brindó otro período de apogeo.

El barroco, presente en incontables templos. Foto Antonio Sessa | Unsplash

Por ello no extraña que cuando Napoleón intentó crear la República Partenopea en Sicilia los habitantes volvieran a las armas.

Que se haya integrado a Italia en 1861 en el proceso de unificación, precisa Norwich, no significa que haya alcanzado la prosperidad.

Los tentáculos de la mafia

Al contrario: la pobreza endémica y la explotación de los campesinos llevaría a la despoblación por la emigración y al surgimiento de la mafia, llamada Cosa Nostra.

Palacio de los Normandos. Foto Santiago López Pastor | CC

Aunque tiene sus orígenes en el s.XVIII, la mafia local aprovechó la debilidad de la justicia italiana, y creció en la Segunda Guerra apoyada por los aliados que necesitaban abrirse camino en el desembarco de 1943.

En Corleone se puede visitar el museo que explica cómo la mafia está lejos del aire épico de que le dio Hollywood, es una organización criminal cuyos tentáculos están en todos los niveles económicos y políticos, y que no duda de recurrir al crimen para quitarse de encima a jueces, fiscales y periodistas que le hacen frente.

“A pesar de su difícil historia, Sicilia sigue siendo una joya. En ninguna otra parte del mundo se encuentra una riqueza semejante de monumentos de una serie tan variada de civilizaciones reunidos en un espacio muy reducido, y combinado con la identidad propia de la isla”, dice Norwich.

a.
Ahora en portada