Un viaje por el mundo siguiendo el talento de Tadao Ando
El ‘Atlas de Tadao Ando’ es un viaje fotográfico por 130 obras de uno de los arquitectos contemporáneos más importantes, donde la tradición nipona se combina con la austeridad del hormigón

La Bolsa de Comercio de París, que aloja la colección Pinault. Foto Philippe Séclier
Es el minimalismo de la tradición japonesa unido al uso del hormigón, formas geométricas que encajan como un puzle tridimensional, un puente entre el pasado y el futuro. La arquitectura de Tadao Ando es clave para comprender cómo edificios de formas modernas pueden encajar en el paisaje como si siempre hubieran estado ahí.
El uso de la luz y el agua, la aparente sencillez de sus diseños, la austeridad en la estética como si fuera una versión actualizada del feng shui son los hilos conductores de su longeva carrera.
Obsesión por la arquitectura de Ando
El director de cine y periodista Philippe Séclier se obsesionó con la obra de Ando en 2011, cuando viajó a Japón tras el tsunami y posterior desastre nuclear de Fukushima.
Había quedado fascinado con la Iglesia de la Luz de Ibaraki (Osaka), donde delgadas aberturas en el hormigón dejan pasar con elegancia los rayos de sol al interior del templo.
“¿Hay más edificios de Ando en Japón?”, preguntó con ingenuidad a su ocasional guía japonés; ignorando que el arquitecto autodidacta ya era una personalidad mundial y había ganado el premio Pritzker 16 años antes.
Alrededor del mundo buscando sus huellas
Como una obsesión profesional, o quizás también como redención ante lo absurda de aquella pregunta, Séclier viajó una y otra vez a Japón para retratar las viviendas, templos, bibliotecas, museos, teatros y estaciones de transporte que Ando diseñó en tierras niponas.
Philippe Séclier pasó nueve años viajando por el mundo, sobre todo por Japón, para fotografiar detalles de 130 obras firmadas por Tadao Ando
Y siguió viajando: fue a Venecia a fotografiar el Palazzo Grassi, a Texas para plasmar el Museo de Arte Moderno de Fort Worth, a México para encontrarse frente al Centro Roberto Garza Sarda de Monterrey y a Shanghái para conocer al Museo Aurora, entre tantos otros lugares.
Estamos hablando de 130 sitios, que se pueden conocer en el contundente Atlas de Tadao Ando (Editorial Prestel); un viaje alrededor del mundo para conocer el personal estilo de este boxeador que un día decidió ser arquitecto.
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El puzle fotográfico
Séclier tiene algunas interesantes diferencias respecto a otros libros de arquitectura. Aquí siguió el mismo principio de la filosofía de Ando, que entendía que no se podía concebir ninguna parte como una entidad individual, sino que todo tiene interrelación con el conjunto; sea un edificio, un paisaje o una ciudad.
Por ello sus tomas se despliegan en mosaicos de ocho o nueve imágenes en blanco y negro, como si fueran aquellas antiguas planchas que los editores gráficos usaban en tiempos de la fotografía analógica.
En ellas se ven pequeños detalles, que muchas veces parecen repetirse en otras páginas, un juego de memoria que remite al mahjong.
Imágenes y semejanzas
Así encontramos escaleras en el Centro de Convenciones de Nagarawaga (Gifu), en el Museo San de Wonju, en el Grand Theater Poly de Shanghái, en el Museo de los Niños de Himeji o en la Casa Mirissa de Sri Lanka.
Asimismo, vemos cómo el juego de la luz filtrándose en el hormigón de la famosa iglesia de Ibaraki se repite, con sus diferencias, en la Fábrica de Benetton en Treviso, el Hall Fukutake de Tokio, en el hotel Seawind de Awaji o en la Casa Kanamori de Osaka.
Y el agua, clave en su obra, está en la Colina del Buda de Sapporo, la casa Benesse de Naoshim y lógicamente, en el Templo del Agua de Awaji.
Las fotos juegan con luz en el hormigón, con los vacíos y el minimalismo en las líneas rectas de las obras.
La instantánea del momento
Lo interesante es que Séclier realizó una planificación mínima sobre cada sitio: para lograr la mejor espontaneidad posible se aparecía ante cada edificio sin avisar, apostando su tiempo a que alguien le abra la puerta y le permita entrar.
Las fotos son como un puzle de detalles, que se repiten a lo largo de los 130 edificios retratados
En este puzle fotográfico no pueden faltar dos de sus obras más emblemáticas. Una es el Museo Ando, donde el arquitecto creó un rincón para su memoria en una centenaria casa en la isla de Naoshima.
La otra es la Bolsa de Comercio de París, que aloja la Colección Pinault de arte. La pandemia se atravesó en la inauguración de este sitio, y el fotógrafo recién la pudo retratar en octubre de 2020.
Precisamente en una conferencia de prensa en ese lugar, en 2017, Séclier pudo ver en persona a Ando por primera vez. Seis meses después pudo saludarlo en su estudio. Y tras nueve años, el libro vio la luz.