Una ruta por los 9 pueblos más bonitos de Murcia

Famosa por sus playas y su gastronomía, hay un mundo de maravillas en forma de pueblos con encanto en el interior de Murcia

Santuario de la Vera Cruz, Caravaca de la Cruz

Castillo Santuario de la Vera Cruz, Caravaca (Murcia). Foto: Wikimedia Commons.

El sol luce más de 3.000 horas al año y sus costas son bañadas por dos mares de aguas templadas (no por nada su litoral recibe el nombre de Costa Cálida), pero además de fantásticas playas –con sus correspondientes chiringuitos-, la región de Murcia guarda un buen puñado de tesoros en el interior.

Comarcas de montañas, de huertas y de bosques, villas coronadas por castillos y fortalezas, salpicadas de yacimientos arqueológicos, ermitas y conventos donde aún se escuchan ecos de viejas leyendas y de culturas de hace siglos y donde, sí, cómo en el resto Murcia, la gastronomía es suculenta y generosa.

En el Nordeste, en el Valle de Ricote y Cieza o en Sierra Espuña, estos son los pueblos más bonitos de Murcia.

Cieza, Murcia
En Cieza se da una de las floraciones más hermosas de España. Foto: Sergio González.

Calasparra

Es escuchar el nombre de Calasparra y empezar a salivar pero, más allá del arroz, el primero con Denominación de Origen en España, la localidad que le da nombre reserva muchas otras sorpresas al a viajero.

Por ejemplo, las cuevas con pinturas rupestres declaradas por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad o los yacimientos por los que viajar desde el paleolítico hasta el periodo islámico (no te pierdas la visita al Museo Arqueológico de la localidad en el antiguo edificio de La Encomienda).

Por supuesto, hay que visitar el Santuario de Nuestra Señora de la Esperanza, patrona de Calasparra, excavado en la roca y parte de un hermoso paraje situado a orillas del Segura.

El agua es otro de sus grandes atractivos: bañado por cuatro ríos y dos pantanos, este municipio de la comarca del Noroeste no solo regala hermosas panorámicas, sino también la posibilidad de practicar todo tipo de deportes y actividades como espeleología o barranquismo.

Calasparra, en Murcia.
Cultivo de arroz en Calasparra.

El descenso del río Segura-Cañón de Almadenes transcurre en un Espacio Natural Protegido de Bosque de Ribera, en el que habitan algunas de las últimas nutrias de la región y una gran variedad de aves acuáticas.

Y una curiosidad más: la Cueva del Puerto de Calasparra, con 9 km de galerías adornadas con estalactitas y estalagmitas, es la cavidad horizontal más grande de la Región de Murcia.

Moratalla

Encaramada sobre un cerro que dominan los restos de un castillo y su bien conservada Torre del Homenaje, Moratalla es una hermosa localidad monumental, de calles estrechas y empinadas y angostos rincones que rezuman historia.

Ubicada en el extremo noroeste de la región, la que fuera encomienda de los caballeros de la Orden de Santiago suma a su patrimonio manifestaciones artísticas rupestres de gran relieve, además de restos de asentamientos ibéricos, romanos y medievales, son vestigios de la antigua ocupación humana de estas tierras.

Moratalla, en Murcia
Moratalla. Foto: Wikimedia Commons.

Visitar la Casa de Cristo y el Centro de Arte Rupestre dedicado a la difusión y conservación de pinturas rupestres declaradas Patrimonio de la Humanidad en Murcia, hacer cumbre en el Macizo de Revolcadores (el punto más alto de la comunidad autónoma, a 2.027 metros de altitud), remontar el río Benamor, de aguas cristalinas, probar un mantecado relleno de yema de huevo y dejarse caer por alguna de las pedanías que aparecen entre pinos, encinas, robles y sabinas, como la de Inazares, están entre las experiencias más top de la zona.

Cehegín

Nombrado Maravilla Rural de España en 2019, Cehegín espera en el corazón de la comarca del Noroeste, donde fue habitada desde tiempos remotos (como atestiguan sus pinturas rupestres, pertenecientes también al conjunto declarado Patrimonio de la Humanidad).

Su hermoso casco antiguo tiene, además, la impronta de pueblos que como los romanos, visigodos, árabes y cristianos también la habitaron y donde abundan las casas señoriales como el Palacio de Jaspe (hoy Ayuntamiento) o el Casino, la Iglesia de Santa María y la Ermita de la Concepción.

En la Plaza del Castillo, el Museo Arqueológico Municipal, sobre la Casa del Concejo y el Palacio de los Fajardo da buena cuenta de su rico pasado, mientras que el Mercadillo Artesanal El Mesoncico, que se celebra cada último domingo de mes entre octubre y junio en la misma plaza, muestra a su vez las artesanías y productos gastronómicos de la localidad.

Cehegín, Murcia.
Cehegín. Foto: Wikimedia Commons.

El yacimiento arqueológico Begastri, a solo 2 km del centro urbano, que fue sede episcopal en época visigoda, el Palacio de los Duques de Ahumada, el convento franciscano de San Esteban y el mirador desde las ruinas de la ermita de San Esteban son otros lugares imprescindibles en la ciudad.

Para comer, prueba el empedrao y el chamorro, las migas, los potajes, la olla de matanza y los arroces y, si vas en marzo, apúntate a la Ruta de la tapa y el cóctel. No te arrepentirás.

Caravaca de la Cruz

Es conocida a nivel mundial como una de las cinco ciudades santas del cristianismo y en su basílica de la Vera Cruz guarda la famosísima Cruz de Caravaca, lo que ha hecho de la localidad un lugar de peregrinaje de nutrida historia religiosa.

Caravaca de la Cruz
Caravaca de la Cruz. Foto: Francisco Fernández | .Unsplash

La Iglesia El Salvador, la Iglesia de la Purísima Concepción, el Convento de Nuestra Señora del Carmen y la Iglesia de San José (estos dos últimos enclaves de las rutas de peregrinaje teresianas y sanjuanistas) son solo algunas muestras de ello.

Enclave fronterizo entre Murcia y Granada, su castillo del siglo XV levantado por la Encomienda de los Templarios está también entre sus atractivos.

Pero, además, Caravaca de la Cruz tiene hermosos lugares naturales, como los manantiales de las Fuentes del Marqués o la Vía Verde, de 78 km de longitud y que la conecta con Murcia.

Imposible no mencionar sus fiestas, declaradas de Interés Turístico Internacional: los Moros y Cristianos y los Caballos del Vino, de una espectacularidad que rebasa cualquier expectativa.

Bullas

No es el patrimonio arquitectónico lo que nos trae a Bullas, en la comarca del Noroeste, justo sobre una de las zonas más montañosas de Murcia, sino la cultura del vino.

Salto del Usero
Salto del Usero. Foto: Wikimedia Commons.

Habitada desde hace más de dos milenios, los romanos ya elaboraban aquí vino, como siguieron haciendo bodegas, algunas de ellas, muy antiguas, aun se pueden visitar como parte de la Ruta del Vino de Bullas, que cuenta con su propio Museo del Vino.

El paisaje es el otro gran tesoro de Bullas, con parajes como el Salto del Usero, en el curso alto del río Mula, con cascadas y pozas de agua de color azul turquesa.

Cabo de Palos

Nos acercamos también al mar para visitar Cabo de Palos. Perteneciente al municipio de Cartagena, este pueblo costero es reconocible por su emblemático faro, que encendió por primera vez sus luces en 1865 y que se levantó sobre una torre vigía empleada para defender la costa de los piratas.

Cabo de Palos
Cabo de Palos. Foto: Manuel Torres García | Unsplash.

Además de recorrer sus calas y acantilados, su puerto pesquero y deportivo y darse algún homenaje en los restaurantes a orillas del mar (por ejemplo, con un buen caldero), los más aventureros deben aventurarse bajo sus aguas para descubrir, en la Reserva Marina de Cabo de Palos e Islas Hormigas, uno de los fondos marinos más importantes de Europa.

Aledo

Sobre un cerro de laderas escarpadas próximo a Sierra Espuña descansa Aledo, que ha hecho de su bella Torre del Homenaje su principal seña de identidad. De aquí parte la ruta geológica más importante de toda Murcia, que llega hasta el Estrecho de la Arboleja, un impactante cañón de 500 metros de recorrido.

Aledo, Murcia.
Foto: Ayuntamiento de Aledo.

En cuanto al pueblo, su conjunto histórico declarado Bien de Interés Cultural alberga un precioso mirador al Parque Natural de Sierra Espuña con vistas a diferentes cumbres y también al mar.

En la iglesia de Santa María La Real, sobre una antigua mezquita, de estilo barroco, se pueden ver esculturas de Francisco Salzillo.

Yecla

En el extremo noroeste de la región, entre la cadena montañosa levantina y la meseta manchega, Yecla es una de las joyas de Murcia, con un conjunto de historia, cultura, leyendas, montañas y buen vino que ya enamoraron a Azorín o Pío Baroja.

Yecla, Murcia
Foto: Turismo de Yecla.

Con título de Villa, en su patrimonio destacan la plaza mayor, con los palacios de Alarcos y del Concejo, el antiguo Pósito, el Auditorio y la Torre del Reloj, la ‘iglesia vieja’ con su Museo de la Semana Santa, y barrios como la Judería y la Jabonería, así como la Iglesia del Hospitalico y la Casa Palacio de los Ortegas, donde se ubica el Museo Arqueológico Cayetano de Mergelina y el Museo de Réplicas de ‘El Greco’.

Seguir la Ruta Cerro del Castillo permite alcanzar bellos miradores, el Santuario del Castillo y el Yacimiento Arqueológico Hisn Yakka.

Cieza

Encrucijada de caminos desde la antigüedad, Cieza es la puerta norte de la región de Murcia que atesora vestigios de antiguos pobladores, con yacimientos del Paleolítico y Neolítico y conjuntos arqueológicos de íberos y musulmanes (imprescindible el de Medina Siyasa de estos últimos donde se conservan reproducciones a escalas de viviendas originales).

Cieza, en Murcia.
Alrededor de 5 millones de melocotoneros florecen entre febrero y marzo. Foto: Turismo de Cieza.

Además, Cieza se cuela entre los pueblos más bonitos de Murcia por sus parajes naturales, especialmente el Cañón de los Almadenes, donde el río Segura se estrecha dejando increíbles rincones entre paredes de cientos de metros.

En primavera, la floración de los melocotoneros tiñe toda la zona de rosa dando lugar a uno de los paisajes más bellos de España.

a.
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