Un hotel boutique, viñedos y modernismo en una escapada diferente a Alella

Una estancia en el Hotel Arrey Alella y un paseo por su ruta del vino es un recomendado programa de escapada a pocos kilómetros de Barcelona

El Hotel Arrey Alella se encuentra en la centenaria y modernista Can Balcells. Foto Hotel Arrey Alella

¿Qué se puede hacer en Alella? De todo. O nada. Porque estar horas leyendo, tomando una copa o directamente descansando en un jardín de árboles centenarios es tan válido como hacer una ruta por las bodegas, descubrir las casas modernistas o hacer senderismo entre los viñedos de esta pequeña localidad a 15 km de Barcelona.

Esas son las opciones de desconexión que descubrimos en la visita al Hotel Arrey Alella, un cuatro estrellas de estilo boutique emplazado a pasos del centro de la villa, que tiene la particularidad de poseer una de las DO vitivinícola más pequeñas de España, meca de los vinos blancos de uva Pansa Blanca.

La historia de Can Balcells

Su ubicación en una cuesta permite que el tejado del Hotel Arrey Alella destaque entre los chalets de la zona, detalle que le ha ganado el mote de “la casa china”, aunque su construcción modernista no tenga ningún otro guiño al estilo oriental.

Vistas del jardín con la piscina. Foto Hotel Arrey Alella

La antigua residencia donde se encuentra el hotel tiene una historia centenaria que se remonta a mediados del siglo XIX, cuando fue construida por la familia Fargell. Tras pasar por manos de otras familias en los años ’40 es adquirida por los Balcells, quienes le dieron el nombre con que se hizo conocida en Alella, y que bautiza su restaurante.

La casa modernista Can Balcells fue reformada en 2016 recuperando el esplendor original

En 1987 dio un cambio de rumbo cuando Pere Altimira la restauró para ser el hogar de las Bodegas Signat, un pasado reciente que se refleja en la sala del subsuelo donde se organizan presentaciones y conferencias, en la que hay miles de botellas en guarda, además de toneles con vinos de Alella y una gran estantería llena de vinos y cavas, algunos con décadas a sus cuestas.

Pero un nuevo destino esperaba a Can Balcells: en 2016 Manuel Arrey adquirió la propiedad y la transformó en un alojamiento boutique, que en 2021 pasó a ser gestionada por Hotels CMC.

Interior de una de las suites de la casa principal. Foto Hotel Arrey Alella

La remodelación dirigida por el arquitecto Joan Tarrús permitió rescatar la herencia modernista, como se ve en el arte de hierro fundido del portal de entrada, en las rejas de las ventanas y en las baldosas de los suelos.

El Hotel Arrey Alella

La parte superior de la antigua casona aloja nueve suites mientras que la inferior fue transformada en la recepción y las salas del restaurante Can Balcells. La finca está rodeada de árboles como la docena de grandes magnolias que dan la bienvenida o un gigantesco cedro que es un símbolo de Alella, donde hay una piscina rodeada de sillones y tumbonas y una carpa pensada para eventos.

En la parte posterior se levanta una nueva construcción donde se encuentran otras 28 habitaciones, dos salas para reuniones y la citada Bodeguita de Maria Oliver donde se organizan presentaciones.

Sala de reuniones en la antigua bodega. Foto Hotel Arrey Alella

Las habitaciones (desde 90 a 120 euros la noche) presumen de minimalismo, un lujo discreto pensado para hacer una pausa de un par de días. Algunas tienen una pequeña terraza con vistas a las sierras que rodean a la localidad.

El restaurante Can Balcells

El restaurante Can Balcells se focaliza en la cocina mediterránea, un lugar que al mediodía está invadido por la luz del sol y a la noche solo se escucha el lejano run run de la autopista del Maresme.

Una buena forma de conocer su propuesta es probar el Menú Degustación, de 45 a 55 euros (depende si se elige maridaje) que suele rotar cada pocas semanas, como para que cada regreso al lugar sea siempre diferente.

Sala del restaurante Can Balcells. Foto Hotel Arrey Alella

En nuestro caso, probamos las croquetas de ceps con romesco, la focaccia de escalivada con sardina ahumada, y dos pequeños platos de mar y montaña: el salmonete con suquet de sepia, wakame y camarones crujientes, y un rabo de ternera en salsa de vino tinto tan tierno que ni hacía falta el cuchillo.

De postre, un bizcocho red velvet con yogur búlgaro y ponche de huevo, en una cena acompañada por un blanco local, el Raventós de Alella elaborado con Pansa Blanca, como corresponde.

Otros platos

En la carta de Can Balcells se encuentran propuestas para tapear como la cazuela de huevos camperos o los callos y capipota, o platos elaborados como la carrillera de ternera, la costilla de cerdo, el magret de pato, el secreto ibérico 100% bellota, el pescado del día o arroces como el del señorito, el mar y montaña o el de verduras.

La cocina se basa en una relectura de las recetas mediterráneas. Foto Hotel Arrey Alella

En los postres, se homenaje a la cocina local con la coca de Llavaneras o se ofrecen dulces más internacionales como la Selva Negra o el Apple Pie rústico.

Alella tiene una de las DO más pequeñas de España, donde los viñedos trepan por la Serralada de la Marina

La carta de vinos merece un estudio detenido. Además de media docena de referencia de la DO Alella, también hay blancos, tintos y espumosos de DO Rioja, Rueda, Rías Baixas, Cava y Priorat, entre otras.

Qué hacer en Alella

Más allá del descanso y las comidas en el hotel, en Alella se puede caminar o beber. O las dos cosas. Al pasear por su pequeño centro y por la Rambla Ángel Guimerá se van descubriendo impactantes residencias modernistas, encabezada por la fastuosa Cal Marqués, mansión de los marqueses de Alella diseñada por Enric Sagnier y perteneciente a la familia Fabra.

Alella cuenta con numerosas residencias modernistas. Foto Daniel García Peris-Flickr

Otras casonas a tener en cuenta son la Quatre Torres, la Torre del Gobernador, Can Llimona, Can Gaza o Can Bertran.

En Alella hay nada menos que 39 bares y restaurantes, una cantidad que parece exagerada teniendo en cuenta su población de menos de 10.000 habitantes.

Un lugar donde todos los residentes han ido al menos una vez en su vida es la taberna de la Compañía de Alella, donde entre toneles y vinos se pueden degustar embutidos y platos tradicionales.

La DO Alella tiene 227 hectáreas. Foto Bouquet d’Alella

Pero si se quiere seguir la Ruta del Vino de la DO Alella hay tres bodegas que abren sus puertas a las visitas, con catas incluidas: Celler Alta Alella, Celler de les Aus y Bouquet d’Alella. También hay que tener en cuenta a Celler Roura, pero que solo abre en septiembre, mientras que la cercana Celler Romà de Vallmora permite combinar los vinos con la historia en el pequeño museo romano que aloja.

Las 227 hectáreas de esta pequeña DO trepan por la Serralada de la Marina, donde se despliegan los sarmientos cultivados por 50 viticultores y las 9 bodegas. Por allí pasa el sendero GR-92, y los amantes de las caminatas pueden recorrer un par de kilómetros y tener hermosas panorámicas de Alella y la riera que la atraviesa y que se pierde hasta llegar al Mediterráneo.

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