Las pequeñas (y encantadoras) joyas históricas de Avilés

Las plazas y calles porticadas, la abundancia de palacios barrocos, un puñado de iglesias de aires románicos y diferentes muestras de la arquitectura popular son algunos de los atractivos que se pueden conocer en esta ciudad asturiana

El color de la calle San Francisco. Foto Turismo Asturias – Paco Currás

Todo empezó con un pergamino. Ese que firmó Alfonso VI de León en 1085 que convirtió a Avilés el fuero como Villa de Realengo, lo que le permitió que su vida comercial y portuaria ganara dinamismo y energía en la Edad Media.

Fueron un puñado de décadas con destellos de esplendor, que siglos después han quedado como silenciosos testigos un buen número de calles estrechas y plazas porticadas, conventos e iglesias, palacios de familias nobles y parques.

Y ahí está Avilés, quien viene a frenar la absurda polémica si es más interesante Oviedo o Gijón, con un rico patrimonio histórico listo para ser descubierto con calma, pero sin renunciar a la alegría que dan sus pinchos con sidra, sus confiterías llenas de dulces y sus restaurantes de pescados y mariscos.

Por el Casco Histórico

Por supuesto que el epicentro de este patrimonio es el Casco Histórico, que si casi tiene hay edificios reconstruidos se debe al cuidado de sus habitantes por sus viviendas centenarias y a la ausencia de grandes catástrofes que hayan arruinado este tesoro que recuerda a las épocas previas al Siglo de Oro español.

Plaza del Carbayo, en Sabugo. Foto Turismo Asturias – Mampiris

Avilés cuenta con el mayor conjunto de casas porticadas de Asturias, y una de las más valiosas de España

La abundancia de calles con soportales presenta un aire de claustro, una tipología de la arquitectura popular que se ha conservado y que corona a este barrio como el mayor espacio porticado de Asturias.

Con el Ayuntamiento como punto de partida se puede transitar por calles como Galiana, Rivero, La Ferrería, Bances Candamo, La Cámara o San Bernardo, y descubrir palacios como el de Valdecarnaza o el de Ferrera (transformado en hotel), iglesias como las románicas de los Padres Franciscanos o de San Antonio de Padua, la de San Nicolás de Bari (del siglo XIII) y plazas con encanto como la del Mercado o la de Carbayedo.

También hay rincones para descansar bajo el amparo de la naturaleza como el parque de Ferrera y sitios curiosos como los Caños de San Francisco con sus seis cabezas que lanzan agua permanentemente.

Plaza Domingo Acebal. Foto Turismo Asturias – Paco Currás

Entre los palacios barrocos que se han construido en Avilés destaca el de Camposagrado, con una abundante decoración en su fachada, donde la estatua del pintor Juan Carreño Miranda vigila la entrada y salida de estudiantes de diseño que cursan dentro del edificio.

Por las calles de Sabugo

Uno de los rincones más interesantes es Sabugo, durante siglos el hogar de pescadores que iban a la mar desde el puerto, con rincones de visita clave como la iglesia homónima y la plaza del Carbayo.

Entre las calles más singulares de Avilés está Galiana, con sus galerías de soportales que se extienden por 250 metros

Soportales de la calle Galiana. Foto Turismo Asturias – Mampiris

Hay que descubrir sus casas sostenidas por columnas de piedra como la de Bances Candamo, su templo medieval y la Mesa de los Mareantes donde los hombres de mar discutían sobre las salidas a faenar al Cantábrico; y recuperar ese espíritu mientras se degusta una tapa con un vaso de sidra en alguna terraza.

La calle Galiana

Aunque si hay que elegir una calle, tiene que ser Galiana. Junto con la de Rivero son las más singulares de Avilés, con su hilera de soportales que van desde la plaza Álvarez Acebal hasta 250 metros más allá, construcciones que se mantienen detenidas en el tiempo desde el siglo XVII.

Una ciudad para descubrir con calma. Foto Turismo Asturias – Paco Currás

Al verlas hay que mirar con detalle sus balcones, que con sus colores le dan un toque distintivo que brilla en las fiestas de carnaval asturiano, ya que por aquí transcurre el Descenso Fluvial. Y no hace falta transitar mucho: basta con ver con calma hacia arriba mientras debajo de los soportales se degusta un vermú.

Palacios modernos

Pero no tenemos por qué quedarnos en la Edad Media o en los tesoros barrocos: se puede dar un salto de un par de siglos y aterrizar en edificios de principios del siglo XX como el espléndido Palacio Valdés, que según Turismo Asturias tiene una de las salas con mejor acústica de España.

Teatro Palacio Valdés. Foto Turismo Asturias – Mampiris

Otro es el Palacio de Balsera, donde funciona el Conservatorio de Música ‘Julián Orbón’, y que según las leyendas, transita el fantasma de un aviador de la Primera Guerra Mundial.

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