Seis razones para adentrarse en los mejores hoteles en Barcelona (aunque no estés alojado)

¿Una comida elegante o más informal? ¿Pasar la tarde entre cócteles de autor y tapas, o en un picnic en unos jardines? Todo esto (y mucho más) lo ofrecen los hoteles de Barcelona este verano

Los hoteles abren la puerta a pasar un verano más fresco en sus piscinas y restaurantes. Foto: Hilton Diagonal Mar.

En Barcelona hay una veintena de hoteles de 5 estrellas, y prácticamente todos tienen alguna propuesta en sus terrazas y restaurantes para esta temporada. A ello hay que sumarles otros 150 de 4 estrellas, cuyos planes no tienen mucho que envidiar a los primeros.

Hace un par de semanas avanzamos algunas sugerencias para pasar una tarde o noche disfrutando de la brisa en las alturas. Ahora aportamos otras ideas de más hoteles de Barcelona para vivir un verano diferente.

1. El picnic de Torre Melina Gran Meliá

Empezamos con una de las propuestas más innovadoras de la temporada: ir de picnic a unos los jardines. Esa es la idea de Torre Melina Gran Meliá (Diagonal 671), que abre las puertas del jardín de 25.000 m2 de su propiedad, diseñado en 1874 por Josep Fontserè, autor también del Parc de la Ciutadella.

El picnic se ofrece en los jardines de la antigua masía Torre Melina. Foto: Torre Melina Gran Meliá.

Con 450 especies de plantas (entre ellas, muchas especies exóticas), un pequeño lago, pérgola y otros detalles del paisajismo romántico, sorprende que tan cerca del bullicio del tránsito, en el lugar solo se escuchen las palomas y las cotorras, y cuando cae la noche, el croar de las ranas.

Los jardines de 25.000 m2 fueron diseñados en 1874. Foto: Torre Melina Gran Meliá.

Estos jardines pertenecían a la masía medieval Torre Melina, documentada en el siglo XII, propiedad rural que se derribó en 1992 con las urbanizaciones de los Juegos Olímpicos. Aunque es de propiedad privada, se puede llegar a pie y dar una vuelta para conocerlo.

La idea de un picnic en los jardines del hotel está entre las propuestas más innovadoras de la temporada en Barcelona

El picnic (59€ por persona) se encarga con 24 horas de anticipación, y al pasar por el restaurante L’Amaranta se retiran las canastas. Son pesadas, y con razón, porque parecen el cuerno de la abundancia: patatas chips Sal de Ibiza, aceitunas partidas, frutos secos, longaniza de Vic, queso de cabra de la Garrotxa, gazpacho de sandía, ensalada mediterránea, brioche de salmón, tortilla individual de patata trufada (fabulosa) y una cesta de panes con tomate de untar, aceite y sal.

La cesa tiene una inabarcable selección de productos. Foto: Torre Melina Gran Meliá.

Para beber, además de los botellines de agua, se puede elegir entre vino blanco, tinto o cava (en nuestro caso, optamos por un Juvé & Camps Essential). Y para el remate dulce, una crostata con grosellas, una tarrina con frutas de temporada y un surtido de macarones. Todo exquisito.

2. Las balinesas de Purobeach – Hilton Diagonal Mar

Purobeach, el club del Hilton Diagonal Mar (Passeig del Taulat, 262‑264), siempre piensa a gran escala. Con 2.800 m2 es una de las terrazas más grandes entre los hoteles de la capital catalana, donde hay una piscina con tumbonas y camas balinesas, una zona lounge con pérgola, barra y mesas con parasoles, una zona spa y un restaurante de sillones y mesas bajas, del mismo blanco inmaculado que el resto del mobiliario. Este espacio se encuentra en la segunda planta del hotel, con vistas a los rascacielos y al parque de Diagonal Mar, y si se mira un poco de lado, también al Mediterráneo.

La refrescante piscina con vistas a los rascacielos de Diagonal Mar. Foto: Purobeach.

En Purobeach se ofrece una selección de platos ligeros para tapear y comer con los dedos, pero también opciones más abundantes para tener una comida o cena un pelín más formal. Por ejemplo, entre los entrantes, se pueden elegir entre el jamón de bellota, las ostras Gillardeau, el carpaccio de gambas rojas o la causa de atún común con patata, nuestra acertada elección.

Los que quieren comer liviano o en plan informal tienen tres tipos de ensaladas (burrata con salmorejo, lentejas beluga o César), pizzas, quesadillas de pollo, poke bowl de salmón o la hamburguesa de ternera de 200 g.

Burrata, tartar y causa para probar en el restaurante. Foto: Purobeach.

Pero nuestra recomendación es sentarse, relajarse, y pedir algunos de los principales, como el exquisito solomillo de ternera de 250 g, el salmón o el pollo orgánico; todos elaborados con parrilla Josper; así como los tacos con merluza frita o bien el tierno aguacate a la parrilla.

La carta de bebidas está muy bien nutrida: hay media docena de cócteles de autor (fichen al Barcelona Lollipop) y una quincena de cócteles eco, elaborados con licores ecológicos, frutas de temporada e ingredientes locales.

Y que no falten las ostras. Foto: Purobeach.

También hay opciones más clásicas, sin alcohol y combinados con helados; a los que se suman una variada selección de tintos, blancos, champagnes y cavas (con muchas marcas premium), así como destilados para volver a probar en nuevas oportunidades.

3. Los cócteles (con colágeno) de ME Furtivo – ME Barcelona

Otra nueva terraza de Barcelona: ME Barcelona (Casp 1-13) abre ME Furtivo, un nombre que juega con la idea de estar oculto. De hecho, llegar es un poco juego de gimcana: entrar por un pasillo al hotel, de ahí escaleras a la primera planta, y luego ascensor a la octava.

La piscina con vistas a las cúpulas modernistas de la ciudad. Foto: ME Furtivo.

Con vistas al mar de tejados y cúpulas del centro de Barcelona, el espacio se divide en dos áreas: el bar, con su carta de platos ligeros y cócteles, y la piscina, a la que se puede acceder con un pase diario de 50 €.

Uno de los rasgos diferenciadores es que la carta de cócteles tiene dos creaciones sin alcohol con colágeno, en colaboración con Sesēn, una proteína clave para el bienestar de la piel y las articulaciones. Uno es el RevitalízaME (con pomelo, gingerbeer, lima y menta) y el otro es el Elixir (con arándanos, naranja y piña). Cualquiera de los dos es muy recomendable.

En Me Furtivo presentan un par de cócteles sin alcohol y con colágeno, para aprovechar sus propiedades en el bienestar del cuerpo

Ya sea al mediodía o al atardecer, hasta las 21:45, para comer se ofrecen snacks y platos como patatas fritas, tablas de quesos y jamón ibérico, ensalada César, hamburguesa smash doble, el Club Sandwich (nuestro favorito) y tres opciones de bikinis: clásico, con pastrami o balear.

Los nuevos cócteles con colágeno. Foto: ME Furtivo.

Además de los dos citados cócteles con colágeno, atención a los de autor Afrodita y Soul. O si no, se pueden elegir clásicos como el Pornstar Martini, el Moscow Mule, el Mai-Tai o el Paloma.

Balcón a la Plaza Catalunya. Foto ME Furtivo.

También hay una docena de referencias de vinos y cavas, y una veintena de licores, destilados y cervezas para degustar, ya sea entre conversaciones, o escuchando las sesiones de DJ en vivo los viernes y sábado (de 19:30 a 22:30) y los domingos (de 12:00 a 15:00).

4. La nueva carta de CentOnze – Le Méridien

Le Méridien (Las Ramblas 111) no tiene terraza abierta al público, pero no importa: su restaurante CentOnze, con vistas a la calle más famosa de Barcelona, es uno de los mejores miradores para sentir el palpitar de esta popular arteria.

Vistas de Las Ramblas desde el restaurante. Foto: CentOnze.

Para esta temporada, como ya es tradición en este hotel, han renovado parcialmente su carta, que mantiene la fidelidad a la esencia mediterránea, siempre basada en la búsqueda de la calidad a través de productos frescos y de temporada. De hecho, el vecino mercado de la Boquería es uno de sus proveedores habituales.

Entre los platos recién llegados, creados por el cocinero venezolano Carlos Novo, destacan el taglioni con pesto y atún rojo (ojo a cómo las lascas de bonito crean un efecto que recuerda a las olas), el secreto de cerdo ibérico a la parrilla (con terrina de plátano canario) y la crema de burrata con mermelada de tomates y gel cítrico de physalis.

Estos platos dialogan con la abundante propuesta de su carta, donde no pueden dejar de probar el provolone fundido con berenjena o el carpaccio de lomo bajo de ternera. También son recomendables el suave taco de ceviche tibio, el fresco gazpacho de cereza negra, la ensalada de pulpo marinado con piña a la parrilla o la de arroz salvaje con panceta.

Ensalada de pulpo marinado. Foto: CentOnze.

Ya hablando de principales, están la corvina a la bagna càuda (salsa del Piamonte), la lubina con maíz en tres texturas (polenta, crema y mini mazorcas), el solomillo, el chuletón de vaca o el pato a la brasa con puré de guisante.

Si se trata de arroces, hay paellas de mariscos, la de mar y montaña o de verduras; así como pastas que van desde los raviolones al citado tagliolini o el risotto verde. En los postres, muy rico el cítrico de manzana con mató, miel y helado; así como la tarta de zanahoria especiada.

Pato a la brasa con puré de guisantes. Foto: CentOnze.

La carta de bebidas permite elegir entre vinos de varias DO de España (además de otras de Italia, Francia o Alemania) y cócteles elaborados en la barra que está a un lado del CentOnze, y que se puede conocer en cualquier momento del día. O de la noche.

5. La cocina a cuatro manos de Fire – Hotel W

Todo el mundo puede reconocer al hotel W (Rosa dels Vents, 1) por su icónica silueta que se divisa desde cualquier ángulo de la costa de Barcelona. Pero también vale la pena hacer la inversa: ir a la terraza de este establecimiento y contemplar las vistas del paseo marítimo, hasta que se pierde más allá de los límites de la ciudad.

El restaurante se integra con la terraza del hotel W. Foto: Fire.

Esta terraza, con su barra de cócteles y platillos ligeros, piscina y tumbonas blancas, comparte espacio con Fire, el elegante restaurante que hace un culto de los platos a las brasas; y que periódicamente invita a chefs de renombre para hacer una atractiva cocina a cuatro manos.

Bajo esta iniciativa han pasado cocineros como Iñaki Gorrotxategi, Carlota Claver o Xavier Pellicer, y ahora es el turno de David Morera, del restaurante Deliri.

La cocina “directa, sin artificios y con una narrativa clara” de Morera dialoga con la visión de tradición y modernidad que Mario Cabrera (quien ha reemplazado a Stefanno Pinna, ahora en otras áreas gastro del W) imprime en el Fire.

El Fire vuelve a proponer una cocina a cuatro manos, esta vez con David Morera, del premiado restaurante Deliri

Se trata de dos entrantes y dos principales, que como si fuera un partido de tenis, ha sido creado alternativamente por uno y otro chef. Si se trata de empezar, el primer paso hay que darlo con la refrescante ensalada de tomates ecológicos, acompañados de higos a la brasa y sorbete de piparra (idea de Cabrera), seguido por el ceviche de corvina madurada con leche de tigre ahumada y vegetales encurtidos (propio de Morera), preparación que se aleja un poco del tradicional plato originario de Perú.

Entrantes y principales preparados por Mario Cabrera y David Morera. Foto: Fire.

Vamos a los principales: el chef del Fire aporta un exquisito bacalao con judías verdes, alioli de azafrán y salsa pil-pil; mientras que el creador de Deliri responde con una sofisticada combinación de mar y montaña: pollo de pagès a la brasa con cola de langosta y salsa suquet.

La ensalada de tomates, una creación que se debe probar sin dudar. Foto: Fire.

Más allá de esta propuesta, Fire continúa con su carta de carnes y verduras a las brasas, entre ellos impactantes cortes vacunos para compartir, y una refinada carta de cócteles inspirados en el arte del ahumado; sin olvidar su selección de vinos de alta gama, cavas y champagnes para brindar con una de las mejores vistas del litoral de Barcelona.

6. Un pedacito de Formentera en Beso Pedralbes

Si uno no puede venir a la playa, que la playa venga a uno. Esa puede ser la filosofía de Beso Pedralbes, la franquicia en Barcelona de Beso Beach Club, el emprendimiento creado hace 13 años en Formentera que se ha expandido a Ibiza, Calvià (Mallorca), Estepona (Málaga) y Sitges.

El beach club se encuentra rodeado por una frondosa vegetación Foto: Torre Melina Gran Meliá.

Ubicado en los espléndidos jardines de Torre Melina Gran Meliá (Diagonal 671), Beso Pedralbes permite sentir la hermosa sensación de comer y caminar en la arena, que tapizan un sector del restaurante y de las tumbonas.

Con 2.000 m2, este club de playa se presenta con una estética de elegancia contemporánea que recuerda a los restaurantes costeros de Ibiza y Formentera, fruto del rediseño que hizo el estudio MUR Arquitectura. El espacio se organiza en tres áreas: una sala en la entrada destinada a eventos corporativos, el restaurante dividido en dos plantas, y el sector de piscinas con tumbonas y hamacas balinesas. Un punto importante es que una de las piscinas, de dimensiones generosas, tiene más de dos metros de profundidad, ideal para nadar sin temor a chocarse contra el fondo.

Desde las 13:00, hay un DJ que engancha un tema tras otro de la cultura dance, propuesta que al atardecer se transforma en el Tardeo O’Clock, donde se abre una nueva barra, se monta otra cabina de DJ, y el ambiente toma un cariz de elegancia informal.

El lugar cuenta con dos piscinas. Foto: Torre Melina Gran Meliá.

Durante el día, uno puede matar las horas en las tumbonas (requiere un consumo mínimo de 75€ por persona, sin contar arroces y pescados), nadando, degustando cócteles, o probando las propuestas del restaurante.

La carta de Beso Pedralbes combina la tradición mediterránea con influencias vascas de las brasas. Entre los entrantes, no se pierdan el carpaccio de Wagyu con trufa negra y parmesano, así como ensaladas que van desde la de espinacas y menta a la de burrata ibicenca con crema de albahaca, pasando por la de tomate con ventresca de atún. Entre los fríos, también está el carpaccio de ventresca, el ceviche de gambas o el tartar de atún rojo.

Si se trata de entrantes calientes, están las gambas al ajillo, la berenjena de carbón con lascas de parmesano, el pulpo al carbón con patatas ibicencas, las rabas de bogavante o las alcachofas a la brasa, entre otras.

La influencia vasca que decíamos se revela en la lubina o el rodaballo a la brasa (ambos elaborados a la bilbaína), la chuleta de vaca madurada o la costilla a baja temperatura. Pero si hablamos de Mediterráneo, los vientos corren hacia el bogavante o el carabinero a la formentereña, con patatas chip y huevos fritos.

La estética replica la de los beach clubs de Formentera e Ibiza. Foto: Torre Melina Gran Meliá.

Los arroces como el que probamos, el de carabineros, están de maravilla, con ese punto socarrat tan atractivo. También pueden ser de mariscos (con gamba y cigala), de bogavante, de zamburiñas o de verduras con flor de alcachofa.

De postres, atención a la artesanía de los mini-helados Beso Loco, al potente coulant orgasmo de chocolate o a la golosa paulova.

Detalle: la cuenta añade un 10% por servicio de los camareros. Si se quiere modificar, hay que avisar.

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