Estas son las calas más bonitas de Cadaqués
Las aguas claras y el paisaje de belleza agreste del Cabo de Creus prologan una serie de calas ideales para relajarse bajo las caricias del Mediterráneo
¿Cómo no se iba a quedar enamorado Salvador Dalí del paisaje de Portlligat, con esas aguas transparentes y esas rocas donde los huidizos peces se ven a simple vista? ¿Quién no quedó impactado por el paisaje natural del Cabo de Creus, con sus playas de arena gruesa y su rosario de calas que son como micro paraísos para desconectar?
Todavía quedan un par de semanas donde se puede aprovechar el clima del verano y descubrir estos pequeños rincones protegidos por formaciones rocosas, donde el Mediterráneo baña las costas con suavidad, aunque cuando sopla la tramontana su carácter cambia radicalmente.
Cadaqués cuenta con la mayor cantidad de kilómetros de costa de toda la comarca del Alt Empordà, donde las calas y playas se suceden una tras otra.
Según el listado de Turismo de la Costa Brava – Pirineo de Girona, en este pueblo de casas blancas se despliegan 25 playas y 9 calas. Veamos algunas de ellas
Cala Guillola
Es prácticamente imposible decidir cuál es la cala más bonita de Cadaqués y el Cabo de Creus, pero una de las más distinguidas es Cala Guillola, cuyo nombre es una deriva de guilla, como antiguamente se llamaba a los zorros.
Cadaqués cuenta con la mayor cantidad de kilómetros de costa de toda la comarca del Alt Empordà
Ubicada en el parque del Cabo de Creus, para llegar hay que tomar un sendero en la urbanización de Cap d’en Roig y caminar por un angosto camino que atraviesa campos de olivos y otros árboles.
Es una cala de 10 metros de ancho y 55 de longitud, de arena gruesa y piedras, que suele tener una ocupación alta y donde se suelen ver embarcaciones que atracan gracias al refugio que presta la Bahía de Guillola.
Rodada de pinos, su fondo marino es ideal para descubrir con equipos de buceo o snorkel, aunque cuando el viento del norte puede ser bastante molesto cuando sopla con intensidad.
Cala Culip
Esta cala se encuentra en una pequeña hendidura rocosa donde está el faro del Cabo de Creus vigilando las costas.
Para llegar hay que dejar el coche en el parking donde hay un puesto de información del parque, y andar unos 40 minutos, pero la recompensa vale la pena.
En las aguas de la Cala Culip se han encontrado restos de naufragios de barcos romanos, fenicios y griegos
El lugar se ha usado como refugio ante la tramontana, aunque con resultados no siempre satisfactorios, porque se han hallado restos de naufragios de barcos griegos, romanos y fenicios.
Es una cala a la que concurre poca gente. Sus aguas son ideales para hacer snorkel, y su lecho de piedras no es lo más cómodo para tomar sol, pero sí para disfrutar de un paisaje de pinos y rocas negras.
Dado que el lecho desciende suavemente, es ideal para ir con niños.
Cala Jugadora
Dando la espalda a la citada Culip está la Cala Jugadora, más fácil de acceder que la primera, y que tiene una mejor protección ante los vientos como la tramontana.
Más pequeña, de unos 20 metros de ancho por 15 de largo, tiene un sector de lecho de piedras y otra de arena gruesa.
Allí se puede ver un antiguo refugio de pescadores, donde se distribuía la captura de la jornada. Su ocupación suele ser baja, y es muy buscada por los que quieren un rincón para desconectar en paz.
Cala Bona
Si desde Cala Jugadora se toma un sendero hacia el sur, tras 10 minutos de caminata por un sendero de enebros rojos se puede llegar a la Cala Bona, un refugio rocoso de solo ocho metros de ancho.
Es más concurrida que la anterior, dueña de una silenciosa belleza entre las paredes rocosas que la protegen.
Cala Fredosa
Tras dejar el coche en el aparcamiento cercano al faro del Cabo de Creus se puede llegar a la Cala Fredosa, donde el agua oscila entre tonos azules y turquesas.
Las visitas a la Cala Fredosa se pueden combinar con excursiones a la cercana Cova de l’Infern
Es una playa de grava muy pequeña, de solo ocho metros de largo por 20 de ancho, pero que tiene un desnivel suave. Mucha gente que la visita aprovecha para realizar una breve caminata hasta la cercana Cova de l’Infern.
Sa Sabolla
Según la organización Turismo Cadaqués.com, ya el camino que conduce a esta cala ubicada al sureste de la bahía de Cadaqués es una “delicia para los sentidos”.
En el trayecto se ven paredes de piedra seca, pequeños puentes que se mantienen con dignidad y un abundante número de plantas autóctonas.
La llegada a la cala se hace por una escalera bastante pronunciada, por lo que cabe extremar las precauciones.
Protegida por paredes de roca de pizarra, tiene un ancho de 15 metros y una longitud de unos 50 metros, con un lecho de rocas. Dado que hay que andar unos 45 minutos para llegar, su ocupación suele ser baja durante estas semanas.
Las otras calas de Cadaqués
Una de las calas restantes están la de Portaló, en la cara norte del Cabo de Creus. Es más grande que otras formaciones (25 metros de ancho por 45 de ancho), de suelo rocoso, pero su acceso más complicado a pie la llevan a tener una baja ocupación.
Otra es la de Cullaró, frente a la isla homónima y no muy lejos de la de Culip, y que solo es posible acceder en barca; la Cala Seca, que está un poco más al sur de Cala Bona; y la Cala Torta, que sigue a continuación si se anda en dirección al sur.
Todas ellas son dueñas de una belleza para disfrutar en calma, en una conexión entre el mar, las sierras y el sol que magnetiza a visitantes y residentes. Como alguna vez le sucedió a Dalí.