Cómo es dormir en un búnker de la Segunda Guerra transformado en un Airbnb

Cómo es dormir en un búnker de la Segunda Guerra transformado en un Airbnb

El búnker fue desenterrado y reformado en su totalidad. Foto Búnker L-479

Saint-Pabu es una bonita localidad de la costa norte de Bretaña, a media hora de Brest. Tiene una tradición gastronómica que nadie se puede perder, como corresponde a toda villa de marineros, y en la ría que antes protegía las barcas de pesca ahora está poblada de yates y veleros. 

En la Segunda Guerra Mundial este rincón de Bretaña, como toda la costa francesa que mira al Canal de la Mancha, fue tapizada de búnkers, casamatas de ametralladoras, trincheras y otras construcciones de defensa que levantaron los alemanes para frenar la invasión aliada (que al final sería en Normandía). 

Muchos de estos búnkers han sido rehabilitados por museos y asociaciones históricas para explicar a las nuevas generaciones qué sucedió en esas playas en 1944. 

Entrada al búnker. Foto Búnker L-479

La nueva vida de los búnkers de la Segunda Guerra

Pero unos cuantos han quedado abandonados. Aunque, en algunos casos, tienen una nueva vida en un destino inesperado: ser un alojamiento de Airbnb

Este es el caso del búnker L-479, que fue construido en hormigón bajo la tierra en 1943. 

La estructura fue comprada por Serge Colliou, quien estuvo 18 meses desenterrando y reconstruyendo la edificación de 400 metros cuadrados. 

Ahora es un alojamiento de dos plantas que se ofrece por la famosa plataforma de reservas, con capacidad para alojar entre seis y 20 personas. 

Plano original del búnker. Foto Búnker L-479

Cómo es el búnker-alojamiento

Comparado con otros búnkers, este tiene un tamaño más grande, y se debe a que fue diseñado para ser el centro de mando del distrito de Finisterre, donde se encuentra Saint-Pabu: desde aquí los militares alemanes controlaban una red defensiva de 80 estructuras.  

La estructura mide 25 metros de largo por 18 de ancho y 12 de altura. Por supuesto que no tiene vistas exteriores, pero por dentro fue decorado para mantener una estética acorde a los años de la guerra. 

El búnker fue diseñado como centro de mando: desde aquí los militares alemanes controlaban una red defensiva de 80 estructuras.  

Las salas que se destinaban al trabajo y reuniones se transformaron en amplios dormitorios individuales, en tanto que dos de las antiguas habitaciones de los soldados mantienen ese aire de austeridad marcial con las camas en literas, donde pueden dormir otras ocho personas. 

Las salas de radio se transformaron en habitaciones dobles. Foto Búnker L-479

Decoración del pasado y presente

El búnker cuenta con dos salones, en donde en uno de ellos se extiende una larga mesa con capacidad para 12 comensales. 

Esta era la antigua sala de mapas, donde se seguían los movimientos de los escuadrones aliados y la disposición de las tropas alemanas. Un plano en un lado de la pared revive esos recuerdos. 

La antigua sala de mapas fue redecorada con muebles confortables y una larga mesa para 20 personas

Otro sector de esta sala, rodeado de mullidos sillones, se ha transformado en una sala multifuncional.

La decoración es mas confortable que en los tiempos de la guerra. Foto Búnker L-479

 Sin vistas exteriores pero con mucha historia

La decoración es cálida, para dar un equilibrio con las paredes de hormigón, que si bien en el interior de los ambientes se han pintado, en los accesos se han mantenido desnudas, como recordando la sordidez de los años de la guerra. 

La cocina es totalmente nueva, con vajilla que parece haber sido recién comprada en cualquier tienda de Ikea, con detalles decorativos como frisos de azulejos hidráulicos. 

El búnker conserva varios detalles históricos. Foto Búnker L-479

El búnker se puede alquilar para grupos de cuatro o seis personas hasta 20 ocupantes. El precio por noche es desde 320 a 1.100 euros. 

a.
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