Cuatro rutas de naturaleza y leyendas por la costa de Lugo

Algunas transcurren junto a ríos, otras permiten contemplar el mar, y están las que invitan a descubrir cascadas. Pero en todas sobrevuelan los mitos

Para llegar a Fuciño do Porto hay que subir y bajar muchas escaleras. Foto Juan Blanco Photography – CC

De acuerdo, en Galicia llueve. No siempre, pero con una frecuencia que los que somos del Mediterráneo nos incomoda. Es que algún precio hay que pagar a la naturaleza por ofrecer una variedad de paisajes tan diversos en un territorio pequeño.

Esa es una de las ventajas de esta comunidad autónoma, la diversidad de propuestas para disfrutar al aire libre que se pueden combinar con circuitos urbanos.

La cascada artificial de Sargadelos. Foto Mario Sánchez Prada – CC

Desde Turismo de Galicia proponen 80 caminos por una gran variedad de paisajes y localidades, que pueden ser los que van por las costas del Atlántico, los que transcurren junto a los ríos que los cruzan, aquellos que invitan a descubrir cascadas en los valles, los que se sumergen entre bosques y montañas, los que revelan patrimonios históricos que suelen pasar desapercibidos y los que tienen un toque urbano cerca de sus principales ciudades.

Por la costa lucense

En mayor o menor medida estos ‘senderos que enamoran’, como lo presentan en estas tierras, se repiten en las cuatro provincias gallegas. Pero en este caso elegimos las propuestas de la costa de Lugo; donde además siempre se encontrará una leyenda para matizar el viaje.

En Galicia se propone 80 rutas de corto recorrido para descubrir paisajes costeros, ribereños, entre bosques, con un toque urbano y para descubrir cascadas

Las escalinatas de Fuciño do Porto. Foto Juan Blanco Photography – CC

Entre las rutas para contemplar el mar se puede hacer el camino de casi dos kilómetros desde Os Corgos a Fuciño do Porto (Punta Socastro), y de ahí volver sobre los pasos. Es cierto que la primera parte es poco interesante, pero luego se pone mejor cuando se perciben las panorámicas del litoral do Vicedo y la ría de Viveiro.

Su último tramo es un camino en zig-zag por pasarelas de madera y con abundancia de escaleras, que le ponen un toque más de dificultad al camino inicial, que es sencillo. Pero a no desanimar.

En verano hay que hacer reserva previa, y es mejor consultar con el ayuntamiento de O Vicedo para no viajar en vano.

Por el río Landro

No muy lejos de este camino está el sendero que transcurre por la desembocadura del río Landro, en Viveiro.

Es un camino de 3,5 km, que se inicia cerca del convento de Valdeflores, donde hay una iglesia gótica del s.XV que sirve de punto de referencia, junto a un monasterio del s.XVII que vale la pena una visita exterior.

Viveiro y su ría. Foto Juan Carlos Peaguda – CC

Una pasarela de madera, con la ría a mano derecha, conduce a la reserva de aves de la Panela y luego al pozo de Piago, donde en ocasiones se ve la cola de un dragón que custodia la campana de la iglesia de Santa María do Campo. O eso dicen las leyendas, que en Galicia hay muchas.

El camino se aparta de la ría tras el embarcadero, y mientras a lo lejos está el río Landro, uno sigue hasta el área recreativa de Portochao, zona declarada de protección especial.

Enamorarse en Sargadelos

Si se sigue la línea costera de la provincia de Lugo hacia el este se llega a un camino que lleva al antiguo complejo industrial de Sargadelos, que forma parte de una de las rutas de ‘patrimonio oculto’.

Se trata de una antigua fundición de hierro construida entre 1791 y 1806, y una fábrica de loza que funcionaría hasta 1875, de la que quedan restos como cuatro hornos y la casa de la administración convertida en el Museo Histórico de Sargadelos.

Sendero de Sargadelos. Foto Mario Sánchez Prada – CC

Dicen que quien transite la senda por el río Xunco se enamora perdidamente de su acompañante

A solo un kilómetro se puede ver una fábrica de los años ’70 que es “el mayor exponente de la cerámica gallega”, dicen en Turismo de Galicia, en un camino llano que va junto al río Xunco hasta una pequeña cascada artificial, construida para abastecer a la planta industrial.

Otra de las tantas leyendas dice que este camino enamora a la gente que lo transita juntos, aunque recién se conozcan. Están prevenidos.

La herradura del caballo de Santiago

Aunque ya vimos un salto de agua artificial, nos queda una de las rutas que proponen descubrir cascadas. Naturales, claro.

Se trata de la cascada de Santo Estevo do Ermo, en Barreiros, a la que se llega tras hacer casi 40 km en coche hacia el este, en dirección a Ínsua.

La cascada de Santo Estevo do Ermo. Foto Jose Luis Cernadas Iglesias – CC

Tras dejar el vehículos se sigue una senda a pie hasta la capilla dedicada a ese santo, con un merendero buscado por los lugareños para hacer barbacoas.

Este es el inicio de un camino por bosques de robles, castaños y abedules hasta la cascada de Santo Estevo, de 15 metros; que es modesta pero que tiene su encanto.

Si se toma una escaleras a la derecha se llega a la fuente de Santa Rosa, donde en los árboles hay telas atadas como exvotos, ya que la tradición popular dice que esta aguas tiene propiedades curativas.

¿Una leyenda más? Antes de llegar a esa fuente se puede ver el lugar donde el caballo del apóstol Santiago dejó su herradura mientras huía de una persecución.

En Galicia, como se ve, en cada rincón hay un mito para descubrir.

a.
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