Las caras más desconocidas (y fascinantes) de Ginebra

Además de ser sede de organismos internacionales y de importantes corporaciones Ginebra cuenta con hermosos secretos que se descubren en un fascinante libro de Assouline

El centro de Ginebra en la desembocadura del río Ródano. Foto Luca Fascini

Ginebra es una ciudad de muchas caras: es una capital financiera, la cuna del movimiento calvinista, una metrópolis internacional y cosmopolita, una villa estudiantil, un polo industrial rodeado de naturaleza, una ciudad de cultura…Quizás no puedas abarcarla, pero el esfuerzo de descubrirla vale la pena”.

Así sintetiza la guía cultural Émilie Bissardon, de la asociación Genève Escapade, su impresión de Ginebra, una ciudad suiza que no supera los 200.000 habitantes, pero dueña de una riqueza histórica, urbanística, gastronómica y cultural casi inabarcable.

Una edición de lujo

Estas palabras forman parte de una interesante exploración de su pasado, presente y futuro que se despliega en el libro Geneva, At the Heart of the World (Ginebra, en el corazón del mundo); una monumental edición de Assouline, editorial especializada en obras de gran formato, que se presentará oficialmente en enero.

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Este volumen de 200 páginas es para ver con calma sentado en un sofá, y apoyado en una mesa ratona. Sus medidas (28 x 35,5 cm) y su peso de 3,3 kgs no dejan más alternativa.

El libro de Assouline, de 3,3 kg de peso, es una edición para coleccionistas ideal para leer tranquilamente en un sofá

El libro, producido con GVA2 Association, se presenta en una elegante caja ideal para coleccionistas. Pero más allá de estos detalles, es un interesante viaje fotográfico y de textos redactados por la periodista ginebrina Kyra Dupont para conocer las múltiples caras de esta ciudad.

El libro recorre el pasado, presente y futuro de Ginebra. Foto Editorial Assouline

Una Ginebra, múltiples Ginebras

Dividida por el Ródano, frente al lago Léman (o lago Ginebra), es la ciudad francoparlante más importante de Suiza.

En su tejido urbano se concentran las sedes de grandes entidades, como la Cruz Roja, la Organización Mundial de la Salud, el Consejo Mundial de Iglesias y las oficinas de la ONU en Europa, entre muchas otras. ¿Recuerdan el Convenio de Ginebra para las guerras? No es casualidad que haya surgido aquí.

Las sedes de grandes corporaciones, desde Rolex y Vacheron Constantin a la Swiss Medical Research Foundatin; pasando por edificios culturales y científicos como la Comédie de Genève, el CERN o la elegante Villa la Grange son un catálogo de arquitectura desde la romántica a la vanguardista.

La pared de la Reforma. Foto Lo Kin-hei | Shutterstock

Una ciudad orgullosa de su identidad

Dupont explica cómo esta ciudad habrá sido pequeña de tamaño pero siempre con una gran influencia, como fue la cuna del movimiento protestante calvinista; y con un orgullo que pudo mantener la resistencia del francés frente a la fuerte presencia del alemán en el mosaico lingüístico helvético.

Ginebra pudo mantener la resistencia del francés frente a la fuerte presencia del alemán en el mosaico lingüístico helvético

Ginebra es la ciudad de una tradición artesanal en relojería de siglos, como se ve en el museo de Patex Philippe; meca de eventos culturales en su ópera o el Victoria Hall, en museos como el de Ariana o el de Etnografía, y una tradición política que dio brillo al estatus de neutralidad que tuvo Suiza en la historia moderna y contemporánea.

Ese clima de concordia no se limita a encuentros bilaterales y asambleas en el edificio de la ONU, sino que se transmite en sus calles, en la amabilidad de la población y en la tolerancia religiosa y multicultural que se percibe en sus barrios y en su historia.

Arquitectura moderna en Ginebra. Foto Adrien Barakat

En Ginebra se concentran hoteles de lujo discreto y restaurantes elegantes pero sin caer en la ostentación, pero también centros alternativos de arte como L’Usine o Artamis. Hay villas de lujo cerca del lago, sí, pero también grandes bloques de viviendas sociales como las de Le Lignon o el complejo Clarté, diseñado por Le Corbusier y Pierre Jeanneret.

Páginas para viajar y saborear

En las fotos del libro casi se sienten los aromas a chocolate de Favarger, Arn o Sweetzerland, así como de panaderías artesanales como Pouly, Pain Paillase y Le Fournil Romand y de los vinos que se producen en las fincas de las cercanías (donde hay selectos restaurantes como el de Domaine de Chateauvieux, en Satigny).

Reloj de flores en el Jardin Inglés. Foto Bernstern | Shutterstock

La ciudad tiene color en cualquier época del año: no solo por el despliegue de flores del Jardín de los Ingleses -y su famoso reloj de pétalos- o del Parc la Grande en primavera, sino también por las pistas de patinaje sobre hielo en invierno, de parques como el de Bastions en otoño, o de la vida en torno al lago en verano, con el famoso géiser de la Jet d’Eau, una de las fuentes más grandes del mundo que se eleva a los 140 metros.

Y como un celoso vigía, la mole de Mont Blanc con sus nieves eternas; el custodio de una ciudad celosa de su identidad, que puede ser elegante y de aires pueblerinos, de un poder financiero tan influyente como discreto, y que siempre tiene algo nuevo para mostrar al mundo.

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