Arte, vino y compras: un verano en Ginebra entre lagos y montañas

Del famoso Jet d'Eau a los picos del Jura, de la fondue a las estrellas Michelin y de las compras exclusivas a los mejores viñedos, estas son las pistas para un verano en Ginebra

Escapa del calor a Ginebra. Foto: ©Genève Tourisme.

Dividida por el Ródano, frente al lago Lemán, Ginebra es la ciudad francoparlante más importante de Suiza. Para muchos la metrópoli más pequeña del mundo, combina sus dimensiones reducidas con un aire totalmente cosmopolita que le da el ser sede de organismos como la ONU en Europa, la Cruz Roja o la Organización Mundial de la Salud, entre otras.

La imagen de un enorme surtidor de agua de 140 metros de altura es sin duda la postal más típica de una ciudad relacionada con relojes y funcionarios que, sin embargo, esconde muchos atractivos, entre ellos una animada vida cultural (y cuatro museos únicos en el mundo, del Museo Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja al Museo Patek Philippe), una interesante escena gastronómica, con referencias que van de la clásica fondue a un ramillete de estrellas Michelin, compras exclusivas, viñedos y paisajes al más puro estilo Heidi a pocos kilómetros del centro.

Y una buena noticia más, casi todo se puede hacer andando, lo que hace de Ginebra la perfecta ciudad a escala humana.

Llegar es muy sencillo: desde el aeropuerto de Barcelona Vueling cuenta con conexiones directas a Ginebra a partir de 19,99 euros por trayecto.

Una ciudad mirando al lago

Tomando como referencia el lago Lemán, Ginebra divide su vida entre dos orillas. A la derecha, la mayoría de los hoteles grandes y muchos restaurantes. A la izquierda, el casco antiguo de la ciudad, el centro de Ginebra dominado por la catedral St-Pierre, si bien el epicentro propiamente dicho del casco antiguo es la Place du Bourg-de-Four, considerada como la plaza más vieja de la ciudad.

Catedral Saint-Pierre y Jet d’Eau. Foto: ©Genève Tourisme.

Muelles, paseos ribereños, parques y curiosos callejones así como una zona comercial plagada de tiendas elegantes invitan a callejear.

Además, la ciudad cuenta con un buen catálogo de edificios interesantes y diferentes estilos arquitectónicos entre ellos las sedes de grandes corporaciones como Rolex, Vacheron Constantin o la Swiss Medical Research Foundation a edificios culturales y científicos como la Comédie de Genève, el CERN (Organización Europea para la Investigación Nuclear, que brilla con su globo de 27 metros de altura y 40 de ancho) o la elegante Villa la Grange, del siglo XVIII y que alberga la mayor rosaleda de Ginebra.

Ginebra en verano

En cualquier paseo por Ginebra, aunque más con el buen tiempo, hay que pasar por el Jet d’Eau. De 140 metros de altura, cuenta con una curiosa historia, ya que no estaba planteado para ser una fuente.

En 1886, la planta hidráulica en el Ródano que distribuía energía a los artesanos y relojeros de Ginebra se vio obligada a realizar una evacuación del agua por exceso de presión, por la noche, al cerrar los talleres. El fenómeno despertó tanto entusiasmo que dio lugar al Jet d’Eau, que pasaría a convertirse en un emblema de Ginebra.

Bain des Pâquis. Foto: ©Genève Tourisme.

En verano es especialmente agradable, una temporada que invita a disfrutar del lago Lemán, por ejemplo alquilando un velero, un bote de remos o de pedales o incluso subiendo a un crucero de vapor inspirado en la Belle Époque para contemplar vistas panorámicas del Jet d’Eau y del casco antiguo de Ginebra.

Incluso te puedes dar un buen chapuzón en los Bains des Pâquis, toda una institución por sus vistas al lago, la Plage des Eaux-Vives o la Plage du Reposoir. Además, la playa de Ginebra o el pontón en el Quai de Cologny son otros buenos lugares para bañarse.

Otra buena idea para escapar del calor es un paseo por Jardín Botánico para luego tumbarse en la hierba del Parc de la Perle du Lac y relajarse junto al agua. En el Parc la Grange obtendrás buenas vistas del algo mientras te comes un helado.

Parc La Grange. Foto: ©Genève Tourisme.

Ya secos, es hora de tomar algo en alguna terraza de la ciudad. Por ejemplo, La Potinière, en el Jardín Inglés, donde también se encuentra la ‘Horloge Fleuri’, el reloj de flores símbolo de la industria relojera de la ciudad, o en La Clémence, un punto de encuentro para los ginebrinos de todas las edades en el casco antiguo.

Otro fantástico lugar en el centro es la Terrasse du Parc des Bastions, un verdadero remanso de paz, mientras que La Barje des Sciences te ofrece un entorno idílico y la Barje des Lavandières es todo un descanso en la Promenade des Lavandières.

Para rodearse de las mejores vistas del lago y del Jet d’Eau, escoge el Rooftop 42 y el Floor 2 del Fairmont Grand Hotel Geneva.

La Clémence. Foto: ©Genève Tourisme.

De fondues a estrellas Michelin

Fondue, rösti, doble crema… incluso en una ciudad tan cosmopolita como Ginebra, con restaurantes e influencias de todo el mundo, hay especialidades suizas que hay que probar sí o sí y sea invierno o verano.

Para tomar una buena fondue, dirígete al Gruyérien, toda una institución o los Bains des Pâquis. Para conocer un ambiente tipo chalet, hay que ir a Pâquis, al Hotel Edelweiss o al Auberge de Savièse que sirve la tradicional raclette.

En el casco antiguo, una buena opción es Armures, un lugar emblemático donde han comido Bill Clinton y George Clooney, o el Restaurant de l’Hôtel-de-Ville, donde se reúne la Ginebra internacional y política.

Fondue en el Hotel Edelweis. Foto: ©Genève Tourisme.

A pocos pasos del Gran Teatro y del Parque de los Bastiones, prueba la carne de ternera al estilo de Zúrich y su rösti casero en la Cave Valaisanne-Chalet Suisse.

Pero Ginebra es también ‘territorio Michelin’ con nada menos que 12 restaurantes con una estrella y uno con dos estrellas (Domaine de Châteauvieux, del chef Philippe Chevrier,).

Entre los astros de este particular firmamento destaca Le Chat-Botté, en el Hotel Beau-Rivage y con el chef Dominique Gauthier al frente, en la famosa guía roja desde 2010. Entre los últimos en incorporarse al firmamento Michelin está L’Aparté, del chef Armel Bedouet, mucho más íntimo y original tanto en su propuesta como en su servicio con capacidad para tan solo 15 comensales.

L’Aparte. Foto: ©Genève Tourisme.

Bayview by Michel Roth en el Hotel President Wilson, Le Flacon, de la chef Lucrèce Lacchio, La Chaumière con Serge Labrosse, Le Cigalon, el templo del pescado de Jean-Marc Bessire y su esposa Corinne, el homenaje a Italia de Tosca, del chef Saverio Sbaragli, Il Lago, en el corazón del suntuoso Four Seasons Hôtel des Bergues, o El Tsé Fung, el primer restaurante chino con una estrella Michelin en Suiza son otras de las opciones.

De vinos por Ginebra

Basta echar un vistazo para ver, a través de los viñedos plantados alrededor del lago Lemán, que el vino es una industria importante en los alrededores de Ginebra.

Recortados sobre las montañas, viñedos y bodegas elaboran vinos de calidad, ligeros y fáciles de beber.

Grandes compañías como Cave de Geneve en Satigny (una de las fincas vinícolas más grandes del cantón de Ginebra) y otras de menor tamaño como Domaine du Paradis, Clos de Gondettes y Domaine de Trois Etoiles, todas en Satigny, el pueblo vitivinícola más grande de Ginebra, Domaine des Curiades en Lully, Domaine des Molards en Russin y Chateau du Crest en Jussy son algunas de las más recomendables.

Viñedos en los alrededores de Ginebra. Foto: ©Genève Tourisme.

Además, se organizan diferentes festivales, fines de semana de puertas abiertas en las bodegas, catas de vino y visitas guiadas por los viñedos que son perfectos para descubrir el patrimonio enoturístico ginebrino.

De vuelta en la ciudad, se pueden probar los mejores vinos en enotecas como La Torre Molard, en Place du Molard, una antigua torre de vigilancia de 1591 reconvertida en vinoteca y restaurante, Lavinia, con su bodega de 450 m2 y más de 4.000 referencias de vinos y licores, o el restaurante Le Rouge et le Blanc, que combina una extensa carta de vinos de viñedos locales con variedades de todo el mundo para degustar entre impresionantes vistas al lago Lemán y el Jet d’Eau.

Por supuesto, también te los puedes llevar a casa. Entre las mejores direcciones para comprarlos están Le Verre en Cave, en el barrio de Eaux-Vives, la bodega Mövenpick de Meyrin que además de te permite catar todos los vinos que quieras (sin límite de tiempo y sin obligarte a comprar) y el Caveau de Bacchus.

Las bodegas organizan jornadas de puertas abiertas. Foto: ©Genève Tourisme.

Dos visitas en Ginebra

Situada frente a algunas de las montañas más hermosas de Europa, merece la pena salir un rato de Ginebra para conectar con la naturaleza. Una buena opción es la montaña Salève, pasando la frontera con Francia.

Aunque haya que cambiar de país, en menos de cinco minutos en teleférico habremos llegado a nuestro destino: una montaña a 1.100 metros de altura entre cimas y viñedos que regala increíbles vistas de Ginebra, la cordillera alpina, el Jura y el Montblanc.

Monte Salève. Foto: ©Genève Tourisme.

El otro imprescindible es el distrito de Carouge, una especie de pueblo italiano de encanto bohemio a tiro de piedra del centro de Ginebra. Destaca por su vibrante vida local, sus cafés y sus restaurantes, todo un descubrimiento.

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