Huelva: 8 razones para visitar El Andévalo (y no querer volver)

La calma de sus pueblos, su fabulosa gastronomía y su suave clima invernal son motivos para conocer el rincón más occidental de Huelva

Iglesia Nuestra Señora del Reposo, en Valverde del Camino. Foto Archivo fotográfico de Turismo Andaluz

En el extremo oeste de Huelva, rodeada por la Sierra de Aracena, la Tierra Llana y la frontera con Portugal, la comarca de El Andévalo se presenta como un rico mosaico de tradiciones, historia, gastronomía y pueblos que conservan su calma rural.

Por aquí sentaron sus reales culturas como la tartésica, la romana y la musulmana, que aportaron sus testimonios históricos a los que se sumaron una larga lista de iglesias, conventos, palacios y otros edificios construidos en los últimos siete siglos.

Integrado por 16 municipios, vamos a conocer ocho de sus pueblos para descubrir las raíces de su encanto.

Villanueva de los Castillejos

Primero fueron los Celtas Beturieneses, luego llegaron los romanos que construyeron viviendas para sus tropas y en la época musulmana perteneció a la Taifa de Niebla.

Estas huellas se pueden ver en Villanueva de los Castillejos, donde también se encuentra el antiguo Ayuntamiento del s.XVII, la Iglesia Parroquial de la Purísima Concepción y la Ermita de Nuestra Señora de Piedras-Alba; en una localidad famosa por sus calderetas, el salmorejo de conejo y las sopas de perdiz.

Panorámica de Zalamea la Real. Archivo fotográfico de Turismo Andaluz

El Granado

Un típico pueblo de casas encaladas y tejas rojas, probablemente con raíces en una villa romana, con la iglesia neoclásica dedicada a Santa Catalina y la ermita gótico-mudéjar de la Santísima Trinidad como huellas del pasado; que también se puede conocer en el molino de viento y en el Museo Etnográfico y de Aperos de Labranza.

En El Granado hay que probar las recetas basadas en carne de conejo y perdices, así como postres como pestiños, coscaranes y rosas.

Sanlúcar de Guadiana

Sobre la margen izquierda del río Guadiana los árabes del reino taifa de Niebla levantaron una población que ahora mira a la frontera con Portugal.

Sanlúcar de Guadiana nació como un poblado árabe en un estratégico paso del río Guadania

Su importancia estratégica era resguardada por el Castillo de San Marcos, en un pueblo de trazado laberíntico donde hay que dedicar un buen par de horas a sus guisos y asados, así como a sus pescados y postres como los dulces de membrillo y los buñuelos.

Sanlúcar de Guadiana. Foto José A – CC

Puebla de Guzmán

Además de las lápidas e inscripciones romanas que se encuentran en la Ermita de la Virgen de la Peña, en Puebla de Guzmán hay un rico patrimonio arquitectónico como la iglesia de la Santa Cruz (del s.XVI), levantada sobre el castillo árabe de Alfayat.

El gurumelo, una variedad de seta autóctona, es una de las grandes protagonistas de la gastronomía de El Andévalo

Allí se pueden probar platos como migas, poleás, embutidos, tortillas y revueltos de gurumelos y turmas.

Puebla de Guzmán. Foto José A – CC

Villanueva de las Cruces

Aquí también hay ricos platos elaborados con gurumelo, que se suman a otros platos típicos como el pan de Custodio y dulces como los roscos y los piñonates.

Allí se pueden ver la iglesia neoclásica de Santa María de la Cruz (del s.XVIII) y la ermita de San Sebastián con sus hermosas panorámicas; así como el puente sobre el río Oraque.

Paymogo

Este pueblo árabe conquistado por los templarios tuvo su auge en el siglo XIX con la explotación minera de pirita, hierro y cobre en los yacimientos cercanos.

Allí se puede ver su caserío barroco del s.XVIII, la iglesia de Santa María Magdalena y los bonitos paisajes naturales de sus dehesas y de la Ribera de Chanza.

Sus carnes y arroces tienen una justificada fama, como las migas y los postres elaborados con miel como las rosas y los pestiños.

Calañas

La iglesia de Santa María de Gracia sobresale en el pequeño entramado de Calañas, donde también se pueden ver dos ermitas de valor histórico como las de Nuestra Señora de España y la de la Coronada.

Calañas. Foto José A – CC

Sus bares son reconocidos por sus abundantes platos de gurumelo (seta autóctona), potajes y tortillas.

Santa Bárbara de la Casa

Tampoco se queda atrás la gastronomía autóctona de Santa Bárbara de la Casa, con sus jamones, embutidos y otros derivados del cerdo; que se pueden degustar tras pasear por sus calles y ver la parroquia de Nuestra Señora de la Piedad con su combinación de Neoclasicismo y Barroco, además de la Ermita de Santa Bárbara.

En la zona se encuentra el yacimiento de la Zarzita, que data del 3000 al 1700 a.C.

a.
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