Un viaje por España a través de sus juderías

De Tui a Lucena y de Hervás a Tarazona pasando por Toledo y Barcelona, viajamos tras las huellas de los judíos que, durante siglos, habitaron ciudades y pueblos españoles

La de Hervás es una de las juderías mejor conservadas. Foto: ©Red de Juderías.

En leyendas y costumbres, expresiones, gastronomía, artesanía y, por supuesto, en la arquitectura de nuestras ciudades. La huella judía sigue presente en España, un país que no puede entenderse sin la herencia de Sefarad, el nombre que los judíos dieron a la Península Ibérica.

Aunque expulsados en 1492, su legado ha llegado hasta nuestros días, bien patente en las juderías, los barrios que habitaban los judíos en la Edad Media, hoy integrados en los cascos urbanos de pueblos y ciudades de todo el país.

De Tui a Lucena y de Hervás a Tarazona pasando por Toledo y Barcelona, viajamos para reencontrarnos con este rico entramado cultural articulado a través de la Red de Juderías. Hasta 21 municipios conforman hoy esta red, galardonada con el premio Hispania Nostra 2022 a las Buenas Prácticas en Patrimonio Cultural y Natural y descritas en Ciudades de Sefarad, una hermosa obra de Alejandra Abulafia editada por la Red de Juderías que funciona de guía en este original recorrido.

Las huellas judías perviven en todo tipo de costumbres y tradicionales. Foto: ©Red de Juderías.

Legado sefardí en Galicia

La esquina noroccidental de España es un destino imprescindible cuando se trata de seguir la herencia sefardí preservada en las ciudades.

En Ribadavia, el paseo por su judería es todo un viaje en el tiempo. Recorrer las estrechas callejuelas de su judería de aire medieval es encontrar detalles sefardíes a cada paso: estrellas de David esculpidas en fachadas, menorás, pero pero también en los dulces que con mimo prepara Herminia Rodríguez Carballa en La Tafona de Herminia.

El legado sefardí de Tui está presente en lugares como la Sinagoga, la Casa de Salomón, la menorá de la Catedral, y los Sambenitos del Museo Diocesano, únicos en Europa,

Tui. Foto: ©Red de Juderías.

Mientras, en la cercana Monforte de Lemos, todo nos habla de su pasado medieval, desde las estrellas de David de la Torre del Homenaje, hasta el rastro de las antiguas casas judías en calles como la Falagueira, Zapaterías o Pescaderías, que conservan todo el sabor de la época en que los sefardíes hicieron de la ciudad una de las más ricas en cultura de la España.

En la actual Castilla y León, las huellas judías se localizan en la capital leonesa, en lugares como Puente Castro, la judería más antigua de la ciudad en la que se ubica el Centro de Interpretación de las Tres Culturas, que dedica parte de su exposición al pasado sefardí de la ciudad.

La siguiente parada es el famoso Barrio Húmedo de León, que se extiende por lo que fue la segunda judería de la ciudad a partir del siglo XIII.

León. Foto: ©Red de Juderías.

Juderías de la frontera

Por su carácter de tierra de frontera, el pasado judío es especialmente rico en ciudades como Cáceres y Salamanca.

El corazón sefardí de Cáceres late en dos juderías: la más antigua, en el actual barrio de San Antón, donde se puede visitar el Olivar de la Judería, un pequeño jardín al pie de la muralla que fue el huerto de una antigua casa judía; y la más moderna, en los alrededores de la Plaza Mayor.

En Plasencia, el Palacio Carvajal Girón, un espectacular edificio del siglo XVI, ocupa el mismo solar en el que se construyó la Sinagoga Nueva, y junto a ella, en dos calles que aún hoy serpentean hacia el centro de la ciudad –la de Trujillo y la Rua Zapatería- guardan el aroma de aquellos tiempos.

La marca que mira con orgullo al pasado judío de Cáceres. Foto: Carmelo Jodrá | ©Red de Juderías.

También en la provincia de Cáceres, la de Hervás es una de las juderías mejor conservadas de toda España, con muestras como la calle Rabilero y la vista de la población que se tiene desde el puente de la Fuente Chiquita, que cruza el río Ambroz, transporta a épocas medievales.

Muy cerca pero ya en la provincia de Salamanca, en Béjar la judería no estuvo separada del resto de la ciudad. hoy, en sus calles aguardan a sus visitantes lienzos de su pasado sefardí en numerosas viviendas y en el Museo Judío David Melul, que exhibe una magnífica colección de historia judía de la ciudad.

Museo Judío de Béjar. Foto: ©Red de Juderías.

Recorriendo las juderías andaluzas

En Andalucía, comenzamos este particular viaje por Lucena o Eliossana, conocida como la Perla de Sefarad, un lugar donde el patrimonio judío es protagonista ya que fue la única ciudad de su época habitada exclusivamente por judíos, y cuenta con la mayor necrópolis judía excavada (alrededor de 400 tumbas) y la mejor conservada en Europa. No dejes de pasar por la confitería Cañadas para probar exquisitos dulces elaborados según antiguas recetas judías

A un paso de Lucena se encuentra Córdoba, que en el siglo XI se convirtió en el lugar más importante para los judíos en la Península Ibérica. Su judería ha conservado su trazado típico, un laberinto de calles, recodos y plazoletas que se despliega en torno a la puerta de Almódovar y la propia Mezquita-Catedral, donde nos sorprende su sinagoga, una de las cuatro que se conservan en España de época medieval.

En la plaza de Tiberiades se puede ver la estatua dedicada a Moises Ben Maimon, Maimónides, probablemente la figura hebrea más importante nacida en la península ibérica.

Córdoba. Foto: ©Red de Juderías.

En Jaén, la presencia judía se remonta al siglo VII: su antigua judería, estupendamente documentada, tenía su entrada en la Puerta de Baeza, que recuerda hoy una menorá (candelabro de siete brazos) gigante, y que franquea el paso a un dédalo de calles con joyas como la capilla de San Andrés, que fue en tiempos una de las sinagogas de la ciudad.

Ruta por las juderías del Ebro

El legado sefardí está también muy presente en tierras navarras, riojanas y aragonesas, con Calahorra, Estella-Lizarra, Tarazona y Tudela como los puntos del mapa a marcar en esta ruta por las juderías del Ebro.

En Calahorra, la plaza del Doctor García Antoñanzas marca el principio del recorrido de la antigua aljama judía, durante el siglo XIII la más importante de La Rioja.

Calahorra. Foto: ©Red de Juderías.

En Tarazona hay que pasear por su judería y contemplar sus famosas Casas Colgadas, uno de los monumentos más llamativos y sorprendentes de la ciudad y, en la época medieval, la línea fronteriza entre el barrio alto y la zona habitada por los sefardíes. Además, la casa de los conversos Casanate, reconstruida en 1371 conserva algunos capitales con forma de menorá.

En Estella-Lizarra, donde la presencia judía se remonta a 1135, aguardan los restos de dos juderías -la Vieja y la Nueva- bajo la ciudad, y la muralla que le servía de protección, visible a lo largo de 300 metros, en la colina que está encima de la calle Curtidores, y que forma parte del trazado del Camino de Santiago.

Estella-Lizarra. Foto: ©Red de Juderías.

Ya en Tudela, cuna del viajero judío Benjamín de Tudela, la antigua judería se extendía muy cerca de la Plaza de los Fueros, epicentro de la vida social tudelana, un lugar ideal para disfrutar de cualquiera de sus animadas terrazas.

Las juderías castellanas

Si hay un lugar donde brilla el pasado judío ese es Toledo. La ciudad de las Tres Culturas atesora un riquísimo legado sefardí: el yacimiento de la Sinagoga de Sofer, la Sinagoga de Santa María la Blanca, la Sinagoga del Tránsito o el Museo Casa del Greco, que fue el hogar de Samuel Ha-Leví, gran rabino de la aljama de Segovia y tesorero del rey Pedro.

Toledo. Foto: ©Red de Juderías.

En Segovia, del paseo por su entramado de callejuelas destacan la iglesia del convento de Corpus Christi, que fue la Sinagoga Mayor de la ciudad; el palacio de Abraham Senneor, donde se ubica el Centro Didáctico de la Judería -uno de los lugares más activos de Europa en la labor de la difusión de la cultura judía-, y el cementerio judío, excavado en El Pinarillo, y desde el que se tienen las mejores vistas de la capital segoviana.

A un paso de Segovia se encuentra Ávila, cuya judería se articulaba en torno a las actuales calles de los Reyes Católicos y del Pocillo. Como imprescindible, recomendamos observar el atardecer desde el Jardín de Moshé de León, uno de los grandes místicos abulenses, con la puerta de la Malaventura de frente, la puerta de entrada y salida de la muralla, en la que se encontraba situado el barrio judío de Ávila y desde la que partieron al exilio aquellos judíos que no se convirtieron a la religión cristiana tras la expulsión.

Ávila. Foto: ©Red de Juderías.

La huella judía en Mediterráneo español

Nuestra ruta por las juderías en el arco mediterráneo arranca en Lorca, con un rico patrimonio cultura en el que destaca la Sinagoga, considerada única en el mundo por su estado de conservación, pero también por ser la única sinagoga en España que no fue transformada posteriormente en iglesia.

En Sagunto, podemos encontrar las mejores huellas de su pasado judío en el Portal de la Judería, o Portal de la Sangre, un arco de medio punto por el cual se accedía a la aljama, y el mikvé, los baños rituales, dos auténticos tesoros del legado sefardí de España.

Barcelona. Foto: ©Red de Juderías.

Concluimos la ruta en la cosmopolita Barcelona, que guarda gran parte de su memoria sefardí en el MUHBA El Call, ubicado en un edificio de origen medieval que se cree fue propiedad de un comerciante judío de la Edad Media, y donde se exponen diferentes piezas de cerámica, vidrio, orfebrería.

Por supuesto, un paseo por las calles del barrio gótico basta para transportarnos por unos momentos a la Edad Media.

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