Dinosaurios, cascadas gigantes y viajes espaciales: los mejores planes de Madrid con niños
Más allá de luces y belenes, las vacaciones de Navidad son un buen momento para descubrir el Madrid más insólito
Ilustración de Amparo Duñaiturria para la ‘Guía infantil de Madrid’ (Editorial Toromítico) de Lucía Martín.
Planes callejeros y de interior, museos desconocidos y cascadas de más de 30 metros de altura, telescopios gigantes y huevos de cocodrilo, rutas de grafitis y fósiles, toboganes y barcos solares… Madrid con niños es infinitamente más que la Plaza Mayor y el Parque del Retiro.
Y, por supuesto, es mucho más que la ciudad de Madrid. Precisamente ahora que se aproximan las vacaciones navideñas es buena idea dedicarse a explorar rincones desconocidos y planes alternativos en la región recopilados por la periodista Lucía Martín en su Guía infantil de Madrid.

Publicada por la Editorial Toromítico (Almuzara) e ilustrada por Amparo Duñaiturria, la obra va mucho más allá de los lugares clásicos y propone un buen puñado de planes alternativos que alternan la música, el arte o la ciencia y que incluyen también rutas en plena naturaleza y recomendaciones de restaurantes en una narración ligera y trufada de curiosidades relacionadas con la ciudad y su entorno, así como guiños a las nuevas tecnologías, por ejemplo, incluyendo códigos QR que permiten ampliar la información y tips prácticos de los diferentes planes.
Estos son algunos de los más apetecibles.
1. Una cascada gigante
Empecemos alejados del asfalto. Cerca de Buitrago de Lozoya -que además es un pueblo precioso- existe una cascada de más de 30 metros de altura. Se trata de la Chorrera de San Mamés, sobre el arroyo del Chorro, un afluente del río Lozoya, y la encontramos a una altura de 1.470 m sobre el nivel del mar.
Las mejores épocas para visitarla son la primavera, cuando baja crecida, y el otoño, especialmente si la temporada es lluviosa
Apta para todos los públicos, la ruta que conduce a la cascada incluye unos 8 km (ida y vuelta) y alterna paisajes de robles y pinos con retamas, cantuesos y escaramujos.
Y una pista gastronómica: justo cuando arranca la ruta, en el pueblo de San Mamés, hay una quesería donde venden un queso de cabra y también de oveja que están riquísimos.
2. El museo de Picasso más desconocido
No muy lejos de Buitrago existe un museo que, además de chulísimo, es de los más desconocidos de la Comunidad de Madrid.
Su historia encantará a los niños ya que se trata de un museo impulsado por el barbero de Pablo Picasso, Eugenio Arias. En su exilio en Francia, pintor y barbero se hicieron muy amigos hasta el punto de que Picasso le regalaba dibujos, esculturas, bocetos…

Con todo ello Eugenio, a su vuelta a Buitrago, de donde era original, puso en marcha un museo reuniendo todos los objetos que el genial pintor le había regalado a lo largo de su amistad. Se puede visitar gratis.
De vuelta en la capital, otro museo bastante desconocido y muy sorprendente lo encontramos en la Fundación María Cristina Masaveu Peterson que, además de ser propietaria de la escultura Julia de Jaume Plensa que comparte con todos los madrileños en la plaza de Colón, esconde una galería de street art donde expone obras de artistas de renombre internacional, como Banksy, Keith Haring, Yayoi Kusama o Kaï, junto a otras de figuras nacionales, consagradas o emergentes, como Okuda San Miguel, Marria Pratts, Javier Calleja, Luis Pérez Calvo o Albert Pinya.
3. Esculturas al aire libre
Puede que ir a ver esculturas a un museo no sea el plan a priori favorito de los niños pero, ¿y si las obras salen a su paso en plena naturaleza interactuando con el paisaje?
Es justo lo que sucede en El Valle de los Sueños, en Puebla de la Sierra, un circuito de alrededor de dos kilómetros con impactantes esculturas al aire libre, como la Silla de Meira, un asiento enorme plantado en la Loma del Estillo, en un mirador natural orientado hacia el valle.
La experiencia contraria, la de buscar la naturaleza en pleno centro de Madrid, se puede conseguir en la la Fundación Olivar de Castillejo (Menéndez Pidal, 3), una finca con olivos centenarios a pocos pasos de la Castellana donde se realizan conciertos de música clásica durante el verano.
4. Un museo que adorarán
Camiones rojos, sirenas, enormes escaleras, mangueras… ¿A qué niño no le gustaría jugar a ser bombero? Es lo que pueden hacer en el Museo de Bomberos, ubicado en Puente de Vallecas.

También gratuito, aunque debe reservarse con antelación, en este museo municipal es posible aprender cómo ha ido evolucionando el trabajo de los bomberos a lo largo de la historia además de admirar vehículos antiguos y muchas otras curiosidades relacionadas con este profesión.
5. Huevos de avestruz y fingers de cocodrilo
Precisamente en Vallecas hay un restaurante ideal para experimentar con la gastronomía (porque hay vida, y mucha, más allá de los menús infantiles con pasta y fingers de pollo). El Bar Macarena (Puerto de Pajares, 5) tiene en su carta especialidades como el huevo de avestruz (perfecto para compartir en familia por su tamaño) o carne de cocodrilo, entre otras.
También en clave gourmet, se recomiendan otros restaurantes para probar clásicos madrileños como las gallinejas -tripas de cordero o cabrito fritas-, o el chocolate con churros.
6. Noche en el Museo
Uno de los museos madrileños que más gusta a los niños es, sin duda, el de Ciencias Naturales. No exageramos si decimos que puedes pasar allí el día entero y no te aburres: fósiles, minerales, un calamar gigante, animales disecados de todo tipo, un gabinete de curiosidades y toda un ala dedicada a los dinosaurios.
Hablábamos del día pero también se puede pasar la noche dentro -tanto en grupos escolares como en familia, siempre reservando con antelación- se puede dormir en las mismas salas, entre maquetas, fósiles y vitrinas, por las que caminan cada día los visitantes, una experiencia que se completa con juegos y actividades guiadas por monitores.
También para ‘remangarse’, el taller de anillamiento de aves en el Real Jardín Botánico CSIC donde, mientras se observan las aves del jardín (gorriones, carboneros, mirlos, petirrojos o papamoscas) y se descubren sus hábitos, se puede participar en una actividad científica como es el anillamiento, cuyo objetivo es el estudio de estos animales.

7. Rápidos y un tobogán gigante
Hay piscinas de verano, climatizadas y luego está el Centro Deportivo Dehesa Boyal, en San Sebastián de los Reyes.
Además de las típicas piscinas de diferentes tamaños y usos (hay un vaso de enseñanza, otro lúdico, otro terapéutico y otro de relajación con nueve camas de agua), el centro incluye un circuito con rápidos que hacen las delicias de los pequeños.
La joya de la corona, sin embargo, es un impresionante tobogán de 86 metros con bucle y luces -apto para niños a partir de 1,30 metros-. Ideal para pasar un rato divertido en el agua sea cual sea la temperatura fuera y a precios populares.
8. Planetario y ciencia a tope
Para demostrar a los niños que la ciencia y la tecnología son enormemente divertidas hay que poner rumbo al Museo Nacional de Ciencia y Tecnología, el Muncyt, en Alcobendas.
Un museo plagado de instalaciones que, aquí sí, se pueden tocar y donde se organizan talleres y actividades en torno a diferentes temáticas, como la electricidad o la óptima. La guinda la pone su planetario, que ofrece una inmersión total en la astronomía a través de imágenes espectaculares y viajes hiperrealistas a través del universo.

El hilo conductor de la obra es un gato, Michi Pichi, -en un guiño a la manera en que se conoce a los ciudadanos originarios de la ciudad y a la zarzuela-, que guía los planes propuestos, divididos en planes de exterior e interior, para cuando hace frío y calor, relacionados con la naturaleza, fuera de Madrid, gratuitos o gastronómicos, entre otros.
También hay planes para fechas muy concretas, desde la Cabalgata de Reyes de la capital -que se puede seguir, en su versión más premium, desde una suite de un hotel de lujo en la Castellana- al Año Nuevo Chino, pasando las celebraciones de San Isidro y la Comunidad de Madrid en mayo o la Feria del Libro en junio.
Por último, la guía propone actividades concretas a los niños, desde sopas de letras a recetas para que los niños extiendan el contenido del libro.