Cómo se transforma Málaga en ‘La chica de nieve’, el nuevo éxito español de Netflix

A solo un par de días de su estreno y La chica de nieve ya es una de las series más vistas de Netflix en el mundo, y no solo lidera los rankings en España, sino también en muchos países de Latinoamérica o en Italia.

Inspirado en la exitosa novela de Javier Castillo, se trata de seis atrapantes episodios donde la periodista en prácticas Miren (Milena Smit) es enviada a cubrir la desaparición de una niña en la cabalgata de Reyes de 2010.

La investigación oficial es encarada por la inspectora Millán (Aixa Villagrán), quien “despertará aspectos de su pasado que habría deseado olvidar”, precisan en Netflix; donde Miren será acompañada por el veterano periodista Eduardo (José Coronado) para resolver un caso que se convierte en una obsesión.

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De Nueva York a Málaga

Al margen de estos actores, la otra gran protagonista de la serie es la ciudad de Málaga, donde los directores David Ulloa y Laura Alvea buscaron que la ciudad andaluza presente una estética diferente para estar en clima con la dura historia.

La historia original transcurre en Nueva York, pero los realizadores decidieron cambiar el escenario a Málaga

En realidad la historia narrada por Castillo transcurre en Nueva York, pero los realizadores decidieron cambiar de escenario y situarla en Málaga.

Una ciudad más fría

Su productor ejecutivo Albert Félez detalló que esta ciudad mediterránea tiene “todo lo necesario” para llevar adelante un thriller: su tamaño de importante urbe y la combinación de costa y puerto con un entorno rural de campo, montaña y sierra. “Es una ciudad cosmopolita y tradicional, de costumbres arraigadas”, declaró.

Para desarrollar la historia cambió el enfoque habitual de Málaga, que se presenta como una urbe “más oscura y fría” a lo que se espera, donde es habitual que prevalezca el sol sobre la costa.

La Málaga de ‘La chica de nieve’

Así se ve en los primeros minutos, en que las cámaras enfocan un atasco de tránsito en la zona de Atarazanas y la plaza de la Constitución adaptada para recibir a la cabalgata de Reyes, encuentro multitudinario donde desaparece la pequeña Amaya.

En los planos van desfilando sitios que son fáciles de reconocer para residentes y visitantes, como el Paseo de la Farola, donde en un piso frente al Centro Pompidou tiene lugar un hallazgo clave.

También se identifican el puente de la Esperanza, el paseo marítimo Pablo Picasso, el Pedregalejo, el muelle de Heredia, la calle Especiería, la parroquia de Santa Paloma en el barrio del Molinillo, el pasillo Santa Isabel y la Plaza de las Flores; entre otras localizaciones de Málaga.

Los protagonistas también tienen diferentes escenas en la Playa de la Malagueta, el Centro de Arte Contemporáneo -con el río Guadalmedina a pocos pasos- y la Plaza de Capuchinos -que sirve de contexto para la Dirección de Policía de la ficción-.

Sitios como la playa de la Araña, el barrio de El Palo o el parking de caravanas de Sacaba son revestidos en la ficción por un aire de marginalidad

Salir de los tópicos

Pero uno de los aciertos de los realizadores es salir de los tópicos turísticos de Málaga, y muestra rincones fuera del radar de los visitantes como los pisos del barrio marinero de El Palo, la playa semiurbana de la Araña, el gigantesco parking de caravanas de Sacaba o el Parque Huelin; donde la historia transcurre en ambientes teñidos de marginalidad.

Así como Málaga ha servido de escenarios para las tomas exteriores, gran parte de las escenas interiores se rodaron en Madrid y en menor medida en Toledo.

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