Metz: danza de estilos e historia en el norte de Francia
Metz sorprende por su rico pasado gótico, por la belleza de sus jardines, la elegancia de su estación de trenes y la modernidad del Centro Pompidou

Metz desde el lago. Foto David Grandmougin-Unsplash
Con 3.000 años de historia a sus espaldas, es lógico que la ciudad de Metz concentrara tanto patrimonio histórico y arquitectónico en sus calles y en su área metropolitana.
La principal ciudad de la región de Lorena, en el extremo noreste de Francia, se ha levantado una y cientos de veces de los conflictos bélicos que la azotaron, de los cuales los más dolorosos han sido las guerras Franco-Prusiana y las dos mundiales.
La catedral de los ocho siglos
Quizás el mejor ejemplo de esta resistencia milenaria será su catedral de Saint-Étienne.
Este año cumplió 800 años de vida, y si bien el coronavirus postergó gran cantidad de los eventos culturales que se habían programado para homenajearla, los residentes y los turistas de las cercanías pudieron ver cómo su fachada gótica se iluminaba con las técnicas del mapping y de qué manera la acústica de su interior reverberaba con conciertos de órgano y de música barroca.
La catedral de Metz, que cumplió 800 años, es uno de los templos más altos de Francia
Con 42 metros desde el suelo hasta la bóveda, el templo es uno de los más altos de Francia, donde el visitante no puede dejar de contemplar el despliegue de vidrieras de colores, un mosaico acristalado de 6.500 metros cuadrados.
Este conjunto de vitrales, el más importante de Europa, despliega el talento de numerosos artistas de los siglos XVIII y XXI, entre ellos Marc Chagall, Valentin Bousch, Jacques Villon y, hace pocos años, la artista conceptual surcoreana Kimsooja.
La meca del arte contemporáneo
Si la catedral representa la prosperidad de esta villa francesa durante la Edad Media, la mirada al futuro la simboliza el centro de arte Pompidou-Metz.
Diseñado por el japonés Shingeru Ban (premio Pritzker 2014) y el francés Jean de Gastines, lo primero que llama la atención es su compleja cobertura de madera que recuerda a un sombrero chino.
Filial del famoso museo parisino, es un centro de arte contemporáneo que cuenta con exposiciones del patrimonio del Museo Nacional de Arte Moderno, la mayor colección europea de arte de los siglos XX y XXI.
El Pompidou de Metz, con 5.000 metros cuadrados divididos en tres galerías, un teatro y un auditorio, es el mayor espacio de muestras temporales fuera de París.
La cuna de Metz
La cuna de la ciudad se encuentra en la colina de Sainte-Croix. Caminar por sus calles es saltar de época en época, con una diversidad de estilos que van desde las termas romanas a los palacetes medievales.
Varios de estos edificios agrupados forman el complejo del museo de la Cour d’Or, un repaso por la arquitectura regional a través de su colección de arqueología galorromana, arte medieval y bellas artes.
Las huellas de la Edad Media se reflejan con más nitidez en la bonita Place de Change, también conocida como Place Saint-Louis, edificada en el siglo XIII.
En lugares como la Place de Change, la catedral y los edificios de la Cour d’Or se evidencia el poder económico que tuvo Metz en la Edad Media
Este espacio, tradicional sede de ferias y mercados, se caracteriza por sus arcadas, techos bajos y la pátina dorada que otorga la ‘piedra jaumont’, una roca caliza que toma su color del óxido de hierro, y que caracteriza a los edificios de Metz.
Huellas medievales
Otros vestigios medievales se encuentran en la Puerta de los Alemanes y el Camino de las Corporaciones.
Construidos entre los siglos XIII y XV, la primera es la entrada a la antigua ciudad amurallada, que actualmente es sede de exposiciones de arte.
A lo largo de las murallas se despliega un bonito paseo sobre las márgenes de los ríos Seille y Mosela, que cruzan el centro de la ciudad.
Un tramo de este recorrido es el Camino de las Corporaciones, donde las torres fueron bautizadas por los gremios medievales con los nombres de los antiguos oficios.
También hay que aprovechar la visita para conocer la iglesia de Saint-Pierre-aux-Nonnais, del siglo IV, una de las más antiguas del país vecino, que heredó la construcción de unos baños romanos; o la Capilla de los Templarios, que data del siglo XII.
La estación más bonita
En los años en que la región de Lorena fue territorio alemán, tras la guerra franco-prusiana, se construyó la Estación de Metz, un imponente edificio de estilo neorrománico.
Cuando uno se sienta en la sala de espera a contemplar los frisos y los bajorrelieves de delicada elegancia se comprende por qué esta terminal ferroviaria suele ser elegida como la más bonita de Francia.
Cultura y más cultura
La veta cultural, además del citado complejo Pompidou-Metz, también se encuentra en el Arsenal, un edificio militar del siglo XIX rehabilitado en 1989 bajo la dirección del arquitecto catalán Ricardo Bofill, que lo transformó en una sala de conciertos de 1.300 plazas.
Según el violonchelista y director ruso Mstislav Rostropovich, esta es la sala con la mejor acústica de Europa.
Metz es una de las ciudades francesas con más abundancia de espacios verdes
También hay que tener en cuenta la Ópera-Teatro, construida entre 1738 y 1752, y que se erige como el espacio teatral activo más longevo de Francia.
Se encuentra en la pequeña isla sobre el Mosela, donde está acompañada por la Prefectura y los bonitos jardines del amor.
Abundancia de espacios verdes
Claro que no son los únicos espacios verdes: Metz cuenta con 625 hectáreas de zonas ajardinadas, lo que le permite presumir que es una de las ciudades con más abundancia de parques urbanos.
Uno de los más populares es el espacio que se forma en el dédalo de islas que crea el Mosela. El lago artificial, construido en 1970 en la vecina localidad de Longeville-lès-Metz, es uno de los paseos favoritos de los residentes, que en otoño siempre adquiere una magia cromática especial.