Si vemos molinos de viento, estamos en los Países Bajos

En los Países Bajos hay más de 1.000 molinos de viento, entre ellos los más grandes del mundo. Viajamos por sus tierras para descubrir cómo siguen girando siglos después

Amanecer entre los molinos de Kinderdijk. Foto Claire Droppert

Cuando uno piensa en molinos de viento inmediatamente vienen dos imágenes a la cabeza: Don Quijote atacando con lanza en mano a alguno de ellos en La Mancha, o la postal bucólica de las aspas girando en algún lugar de los Países Bajos.

Esa es la idea con la que queremos presentar un país que tiene, según precisan en su dirección de turismo, más de 1.000 molinos; buscados por cazadores fotográficos y por los que quieren presumir en Instagram.

Viaje al pasado

Los molinos no solo han resuelto de manera mecánica los problemas de disponer de harina, madera, olivas o tierra fértil; también han sido fuente de inspiración para toda clase de productos y actividades. Sino, que lo digan en Le Moulin Rouge de París.

Conocer los molinos neerlandeses es un viaje a siglos pasados, de los que muchos siguen en funcionamiento para conocer cómo era la vida agrícola de antaño.

Molinos de Zaanse Schans

Eso es lo que sucede, por ejemplo, en la región de Zaanse Schans, en la provincia del norte de Holanda, que permite saber cómo se vivía y trabajaba entre los siglos XVII y XVIII.

Imagen tomada con un dron de los molinos de
Imagen tomada con un dron de los molinos de Zaanse Schans. Foto: Ewold Kooistra

En ese período se levantaron más de 600 molinos, lo que impulsó su desarrollo industrial, además de su tradicional uso para producir pintura, elaborar aceite, moler especias y aserrar madera.

Algunos de estos molinos abren las puertas para ver cómo funcionan sus gigantescos engranajes, uno de los tantos museos locales como el Bakkerijmuseum (dedicado al arte del pan), el Honig Breethuis (que muestra la vida de una familia de comerciantes del s.XIX) o el curioso Zaanse Tijd, con una vasta colección de relojes.

Una de las formas más interesantes de ver y fotografiar los molinos es con las excursiones acuáticas por los bancos de Zaan como los koeienboot, o sea, las barcas para trasladar el ganado.

Molinos de Kinderdijk

En Kinderdijk unos 19 molinos de viento resisten desde 1740, símbolos del dominio de los neerlandeses sobre las tierras bajas y la construcción de pólderes.

En Kinderdijk en el s.XVIII se construyeron varios molinos, de los que sobreviven unos 19, para secar las tierras y aprovecharlas para la agricultura

Molinos de Kinderdijk. Foto Hollandse Hoogte – ANP

Declarados como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, estos molinos se construyeron para secar las tierras de Alblasserwaard.

Varios están enfrentados, lo que ofrece una imagen única para ser fotografiada. Pero claro que no es la única obra, toda la zona es un complejo de canales, diques y esclusas que permitieron aprovechar terrenos que siglos atrás estuvieron anegados.

Estos molinos están cerca de la ciudad de Róterdam, y tres de ellos están habilitados para visitas.

El gigantesco molino de Schiedam

Les presentamos al campeón de los pesos pesados de los molinos. Es el de Schiedam, llamado De Nieuwe Palmboom (La nueva palmera).

Es una estructura de 33 metros de alto, catalogado como uno de los molinos de viento más grandes del mundo, que se reconvirtió en un museo.

Molino de Schiedam. Foto De Kameel – CC

Pero no es el único: en la región hay cinco molinos originales, llamados La ballena, Los tres acianos, La libertad, El norte y El camello (reconstruido en 2011).

Estos se construyeron en los siglos XVIII y XIX cuando Schiedam se convirtió en uno de los principales productores mundiales de ginebra.

Molino de Adriaan

En el corazón de Haarlem, este molino al borde del río Spaarne es uno de los más bonitos del país.

Molino de Adriaan. Foto Modes Rodríguez – CC

Construido en 1778, en 2002 resurgió de las cenizas tras un feroz incendio en 1932. En las visitas guiadas, además de conocer el funcionamiento de sus mecanismos, hay que aprovechar a fotografiar los tejados del centro histórico de Haarlem desde la plataforma superior del molino.

Molino de Valk

Llamado El halcón, este molino de 1785 es una de las imágenes más icónicas de la ciudad de Leiden.

El molino de Valk es el único que conserva la vivienda del encargado, con sus muebles, libros y objetos personales

Molino de Valk, en Leiden. Foto Ricardo Liberato – CC

La estructura se divisa cuando uno llega en tren a la estación de trenes local. Reabierto como museo en 1966, presenta una fascinante colección de herramientas e instrumentos de la molienda, así como objetos personales y libros del último trabajador del molino, que vivió hasta 1930.

Pero el molino sigue operativo, y produce una harina integral que se puede comprar en el lugar.

Es el único de los Países Bajos que conserva una vivienda, donde todo está detenido en 1900. Las salas de exhibición, que se encuentran en los dormitorios del primer y segundo piso, cuentan con un programa audiovisual sobre la historia del molino.

Molino de Gooyer

Finalizamos este recorrido en el molino de Gooyer, en Ámsterdam, uno de los seis molinos harineros de la ciudad (y de todos ellos, este es el más cercano al centro).

El molino de Gooyer y la cervecería. Foto Paul Gagnon – CC

Construido en 1725, fue trasladado a su actual emplazamiento en 1814. Es el molino de viento más grande del país, pero uno de sus rasgos más curiosos es que comparte instalaciones con una cervecería

En 1985 la compañía Brouwerij ‘t IJ se traslado del río Ij a unos baños abandonados junto al molino, y actualmente conforman un pequeño polo histórico y gastronómico que justifica una visita.

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