Un grafiti por cada tres habitantes: así es Villangómez, la meca del street art rural
La aldea burgalesa de Villangómez, de apenas 150 vecinos, es la meca del arte callejero en versión rural gracias al festival Pollogómez que celebra una nueva edición del 16 al 20 de agosto

Villangómez es la localidad con mayor concentracion de murales por habitante. En la foto, ‘Nahual’, del colectivo Alegría del Prado.
Con poco más de 150 habitantes, hay una aldea en la provincia de Burgos que puede presumir de tener un grafiti por cada tres personas. Como un gran museo al aire libre, la colección de murales de grandes dimensiones de Villangómez se despliega por fachadas de casas, establos y graneros y suma nuevas creaciones cada año, gracias a un original festival que desde 2010 ha colocado el pueblo en el mapa de arte callejero.
Tras una edición suspendida en 2020 y otra celebrada con muchas limitaciones en 2021, el festival, de nombre Pollogómez, regresa a lo grande este 2022 con una agenda de actuaciones, mercados y, por supuesto, brochas, pinceles y muchos sprais que colorearán nuevas muestras de arte callejero entre el 16 y el 20 de agosto.
Festival Pollogómez
A 21 km de Burgos, la Villa de Don Gómez, de donde procede su nombre actual, aparece en documentos de 1185 aunque se cree que se asienta sobre una localidad romana. Ni los restos de cerámicas (terra sigilata) encontradas en el alto de La Mota, ni su iglesia del siglo XVI o su puente que ya no sirve para cruzar ningún río (el Cogollos fue desviado y rodea la localidad) son los motivos que hacen original a este pequeño pueblo en la comarca de Arlanza.
Sí lo es su dedicación a la carne avícola, ya que Villangómez es el pueblo de mayor producción en este tipo de carne de toda Castilla y León.
De las granjas productoras surgió, en 2010, la idea de organizar un festival que tiene un pollo como emblema y 50% del nombre y que reúne actuaciones musicales (por su escenario han pasado artistas como Diego Galaz, Kepa Junkera, Kiko Veneno, Xavi Lozano, Vanesa Muela o Luar na Lubre), muestras de artesanía, talleres para niños, actuaciones teatrales, un mercado tradicional y una gran degustación de pollo asado (hasta 500 kilos se reparten).
El arte fue, sin embargo, el elemento que marcó la diferencia. En 2010 se ideó organizar un encuentro de muralistas y se invitó a varios artistas a que viniesen al pueblo.
A medida que los muros de sus calles se convertían en lienzos, la localidad, muy próxima a Lerma, se vio convertida en expresión de modernidad, meca del street art, pero en versión rural.
“Decidimos apostar por crear esta burbuja cultural, gastronómica y artística para que el pueblo se diera a conocer, impulsarlo y luchar contra la despoblación que sufrimos”, explica Marco Sánchez, de la Asociación Pollogómez, organizadora del evento.
Hoy son ya 43 los murales en Villangómez, a los que se sumarán otros cuatro en la XIII edición del Pollogómez que tiene lugar este verano y sin duda son los protagonistas indiscutibles del festival (y del pueblo, al que han convertido en la localidad con mayor concentración de murales por habitante, uno por cada tres vecinos).
Solo hay un requisito para los muralistas: las obras deben hacer referencia a una obra literaria, escritor o poeta
Aún no conocemos el nombre de los artistas que dejarán sus firmas en las calles del pueblo, pero sí el leitmotiv de sus obras: y es que la única condición que pone el festival, que deja libertad total en cuanto a técnicas, estilo y materiales, es que la temática debe hacer referencia a un escritor, poeta o literato o a obras literarias en general, el hilo conductor de todos los murales de la localidad.
Un museo siempre abierto
Las más de 40 obras reunidas en anteriores ediciones conforman toda una Ruta de Murales y Escritores disponible en cualquier momento del año.
Dibujos, versos y palabras se reparten por el pueblo creando un curioso contraste entre el mundo rural y el grafiti, tan asociado a las ciudades.
Entre los artistas, Susana Velasco, Willy Arenas, Alegría del Prado, Kilipo, Goyo203 o Begoña Belmonte. Entre los escritores homenajeados, Boris Vian, Jorge Luis Borges o Gloria Fuertes.
Uno de los más fotografiados de la ruta es la fachada inspirada en Los girasoles de Van Gogh, obra de Raúl Estal, que se acompaña de un un fragmento del libro de relatos Los girasoles ciegos de Alberto Méndez: “Yo no quiero que nuestros hijos tengan que morir o matar por lo que piensan”.
También impactante, la obra Involución, de Willy Arenas o El insomnio del Quijote de Susana Velasco, que plasma la idea del ingenioso hidalgo más universal de nuestra literatura luchando contra sus propios fantasmas.
La mirada serena de John Lennon en All you need is love y la delicadeza del Pescador de cormoranes de Sergare están también entre los más instagrameables de la ruta, junto a las letras de Pablo Neruda: “…todos me aconsejen que viaje, que entre y que salga, que no viaje, que me muera y que no me muera.”
Street Art en realidad aumentada
Para que sea más fácilmente accesible y que los visitantes puedan profundizar en cada obra, junto a las mismas figura una placa con el título de la obra, el nombre del artista y del escritor vinculado a la pintura, pero además se incluye un código QR con el que ampliar información y otro QR vinculado a una aplicación específica de realidad aumentada.
Así, móvil en mano, podemos visualizar la obra desde nuevas perspectivas, con el mural animado en un universo de realidad aumentada poniendo también de manifiesta cómo tecnología y mundo rural pueden ser buenos compañeros de viaje.
Murales contra la despoblación
La vinculación con el arte callejero y especialmente la Ruta de Murales sirve a este pequeño municipio en su lucha contra la despoblación y la búsqueda de nuevos recursos a través del turismo, en su caso apostando por la cultura y el arte urbano como vehículos del desarrollo rural.
El objetivo, apunta Sánchez, siempre estuvo presente y desde los inicios de Pollogómez “pretendemos lograr un mundo con un medio rural más desarrollado social y culturalmente, de forma sostenible, que lleve a una mejora de las condiciones de vida de sus habitantes”.
Parece que se va consiguiendo: los murales son ya un atractivo turístico que genera visitas al municipio (4.500 personas participaron en Pollogómez en 2019, la última edición antes de la irrupción de la covid-19), un turismo que fomenta la economía local y dinamiza el entorno, y que presenta el medio rural como un espacio ideal para que florezca el arte.
También con este objetivo, en el marco del festival se entrega del Pollogómez de Honor, un premio que distingue a una persona o entidad que contribuye a poner en valor y difundir el medio rural.