Pueblos abandonados, pero no olvidados: 8 villas perdidas de España que pocos conocen 

Ruinas, historias de fantasmas y niebla permanente… Estos cinco pueblos españoles son lugares abandonados que guardan historias misteriosas que no han sido olvidadas

Umbralejo, en Guadalajara. Foto: Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico

Hace unos días, uno de los muchos pueblos abandonados que hay en España se puso en venta. Miles de usuarios quedaron totalmente fascinados. Lo que muchos no saben es que en nuestro país, hay unos 2800 lugares en ruinas, villas que en su día tuvieron vida, pero que por diversos motivos quedaron despobladas y olvidadas. 

Muchos de estos pueblos, esconden tesoros ocultos que poco o nada tienen que envidiar a las historias de las grandes ciudades. Alejados del bullicio y la rutina, estos lugares ofrecen una experiencia única para aquellos que buscan aventura, misterio y un viaje en el tiempo.

En este artículo, te invitamos a descubrir ocho pueblos abandonados de España que pocos conocen, pero que te dejarán sin aliento con su belleza melancólica y su atmósfera mágica. Te adentrarás en un recorrido por la España olvidada, llena de secretos por descubrir.

Belchite (Zaragoza)

Si ya verlo de día da miedo, ni pensar qué sudor frío correrá por el cuerpo si uno participa de las visitas guiadas que la oficina de turismo organiza los viernes y sábados por la noche.

Belchite, a 49 kilómetros de Zaragoza es el símbolo del pueblo abandonado que asusta hasta el más valiente. Su estado en ruinas se debe a los feroces bombardeos que lo arrasaron en 1937. En vez de volver a levantar paredes y montar techos, se decidió dejar todo como estaba y construir otro pueblo, Belchite Nuevo, a los pies de la antigua localidad.

Unas 5.000 personas murieron en los 15 días que duraron los feroces combates de la Guerra Civil, y las leyendas paranormales dicen que se escuchan gritos, lamentos y sonidos de armas de fuego.

pueblos abandonados
La bienvenida al pueblo viejo de Belchite. Foto Félix Metal Sucko | Flickr

Debido al periódico aluvión de visitantes y amantes de lo paranormal, se vallaron algunas zonas para evitar que ocurra algún accidente entre las frágiles construcciones.

Umbralejo (Guadalajara)

Ubicado en la Sierra de Guadalajara, a unos 1272 metros de altitud, esta pequeña villa llena de secretos, casas de piedra, pizarra y madera está totalmente abandonado desde 1969. En aquel año, se marchó la última persona que habitaba el lugar, que comenzó su vida ni más ni menos que en el Siglo XIII. 

Sus habitantes se dedicaban al pastoreo y llegó a tener unos 200 habitantes. El principal motivo de su despoblación fue el éxodo rural. La gran mayoría de personas de la zona se fueron a pueblos mejor equipados de servicios, buscando una mejor calidad de vida. La mala comunicación lo aislaron por completo. 

Umbralejo, en Guadalajara. Foto: Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico

Para llegar a Umbralejo es necesario ir hasta Valverde de los Arroyos y coger la carretera GU-113. Hay tramos complicados y lo ideal es acudir andando. 

Puedes visitar las ruinas de las casas, la antigua escuela o el ayuntamiento. Pero lo más especial de la zona es el precioso lugar en el que se encuentra. Se ubica en un entorno natural privilegiado. Poco a poco, sus calles se han inundado de vegetación por el estado total de abandono. 

El Torbiscal (Sevilla)

Iba a ser un pueblo modelo, ejemplo de cómo un uso planificado y racional de los recursos podían llevar el progreso a una comunidad.

Fue bonito mientras duró el proyecto diseñado por el economista José Luis Pablo Romero en el poblado del municipio de Utrera, en la provincia de Sevilla.

Teatro de El Torbiscal. Foto Jose Luis Murillo | Flickr

En los años ’60 y ’70, hasta 400 personas llegaron a vivir en El Torbiscal, pero de a poco se fue despoblando y allí quedaron las viviendas, de una planta y paredes encaladas, donde por las ventanas de algunas se pueden ver los enseres personales de sus antiguos habitantes.

Caudilla (Toledo)

En plena provincia de Toledo encontramos Caudilla, una villa de la comarca de Torrijos que se encuentra a unos 70 kilómetros de Madrid. Sus inicios datan de la Edad Media, donde llegó a tener unos 500 habitantes. A partir del 1800, la población se fue reduciendo poco a poco hasta quedar totalmente abandonado en la década de los sesenta. 

Al igual que sucedió con Umbralejo, la cercanía con la capital provocó que muchas familias despoblaran los pueblos castellanos en busca de nuevas oportunidad de vida. En Madrid, estaba el gran bullicio y el éxodo rural mató a muchos de los 2800 pueblos que hay abandonados en la actualidad. 

Castillo de Caudilla. Foto: Ayuntamiento de Val de Santo Domingo

De Caudilla, aún se conserva la torre de la iglesia, lugar de culto para las 500 personas que en su día hicieron vida por las ya, abandonadas calles del pueblo. Al tratarse de un lugar de época medieval, existen unas ruinas de lo que era el castillo. 

Se dice que su Iglesia ha sido lugar de Misas Negras y reuniones satánicas, creando un aura misteriosa cuando uno visita sus calles. Las casas, en estado insalubre, son visitadas por aquellos aventureros que adoran el urbex, la exploración de lugares abandonados.

La Mussara (Tarragona)

La escasa calidad de sus tierras, la falta de infraestructuras y la escasez de agua condenaron a La Mussara al ostracismo. Sus últimos pobladores cerraron sus puertas a mediados del siglo XX.

La Mussara bajo la niebla. Foto Sílvia Martín | Flickr

En este pueblo del Camp de Tarragona sobreviven ocho edificios en ruinas. El único más o menos presentable es la iglesia de San Salvador, donde sigue en pie el campanario de 1859 y que presenta trazas del antiguo templo románico. A su lado hay un estanque de piedras que servía para dar agua al ganado.

La niebla que baja de la sierra de La Mussara, a 1.000 metros de altura, le da un aire fantasmal, que se potencia con los relatos puertas a otras dimensiones y desapariciones de personas. La última sucedió hace 30 años, cuando Enrique Martínez Ortiz fue a buscar setas con unos amigos y no se supo nada más de él.

Ochate (Burgos)

Hasta tres epidemias entre 1860 y 1870, de tifus, virus y cólera, castigaron a la escasa población de Ochate, en el condado de Treviño (Burgos). Pero como apenas tuvieron incidencia en las zonas cercanas, se ganó la fama de pueblo maldito.

A pesar de tener más de mil años de historia, el lugar terminó por ser abandonado a mediados del siglo XX.

No hay forma de llegar en coche, solo se pueden ver las ruinas si se camina un buen tramo por un camino de tierra, hasta que se divisa la torre de San Miguel, que está en un aceptable estado de conservación.

Ochate por la noche. Foto Héctor Pastor Fernández | Flickr

Desde los años 80 muchos apasionados por lo paranormal suelen llegar hasta este sitio abandonado, atraído por las leyendas que van desde desapariciones hasta el avistamiento de ovnis. Para dar un toque más tenebroso, cerca hay un cementerio medieval, donde se pueden ver tumbas antropomorfas.

Isla de la Pedrosa (Cantabria)

Este no es exactamente un pueblo sino un complejo hospitalario abandonado, de esos que dan tanto miedo como el Hospital del Tórax en Terrassa.

Esta isla, unida por un puente que permite llegar desde la localidad de Pontejos, se encuentra al fondo de la bahía de Santander

Allí se encuentran las ruinas del antiguo Sanatorio de Pedrosa, luego conocido como Sanatorio Víctor Meana. Abandonado en 1989 (excepto unas instalaciones adaptadas para tratar a drogodependientes), varios de los edificios han sido invadidos por la humedad y la vegetación.

Teatro de la Isla de la Pedrosa, en Cantabria. Foto: Subexpuesta

El lugar da mal fario si se recuerda que desde 1834 en el lugar funcionaba un lazareto, y más si se presta a atención a las numerosas historias de episodios paranormales. Aunque sean mitos, el lugar asusta.

Turruncún (La Rioja)

Terminamos esta lista de pueblos abandonados con Turruncún, una villa ubicada en la sierra de Préjano, en La Rioja. Tierra de buen comer y buen vino, también ha sufrido los efectos de la España vaciada y en 1970 se marchó su última habitante. Se trataba de La “señorita Tomy” una profesora enviada que estaba destinada. 

Turruncún. Foto: Flickr

En 1965 se construyó el último edificio, que fue concretamente la escuela. Aunque el INE ya no registra los censos en Turruncún, se dice que hasta no hace mucho vivía un anciano de 80 años, un pastor y un hippie que intentó crear una comuna sin éxito. 

Para acceder al pueblo hay que realizar la Ruta de los dinosaurios, un camino sencillo, a pie de carretera que va por una pista forestal hasta llegar a las calles de la villa riojana.

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