Restaurantes, bares y un mercado tras la reinvención de Puerta del Ángel en Madrid

Mirando al oeste, un barrio madrileño se posiciona como inesperado polo gastronómico: estas son las direcciones, pistas y planes para tener en el radar en Puerta del Ángel

Puerta del Ángel, el destino gastro inesperado de Madrid. Foto: Café del Río.

Entre la Casa de Campo, el Manzanares (Madrid Río) y el Cementerio Sacramental de San Isidro hay un barrio, Puerta del Ángel, que se postula desde hace tiempo como alternativa a la vecina Latina. De hecho, son muchos los adictos al ‘latineo’ (el aperitivo de fin de semana en esa zona) que cruzan el río a través del Puente de Segovia, en busca de nuevos horizontes gastronómicos.

La senda la abrió hace ya unos años un peculiar local, Café del Río, situado en uno de los espacios más escenográficos del parque Madrid Río. Desde este punto de Madrid, en la Explanada del Rey, junto al puente homónimo, se domina la cornisa sobre la que se asientan el Palacio Real y la Catedral de Nuestra Señora de la Almudena, además de otras muchas y emblemáticas construcciones como la estación de Príncipe Pío y la cúpula de la iglesia de San Francisco el Grande.

Café del Río, restaurante acristalado con terrazas a pie de calle y en la azotea-mirador del propio local, es uno de los negocios más deseados para, cóctel en mano, contemplar los coloristas atardeceres madrileños.

Terraza mirador. Foto: Café del Río.

En la carta triunfan las propuestas para compartir, como los huevos estrellados con setas y foie, las croquetas de carabineros y el pulpo a la parrilla. Pero también hay arroces (secos, caldosos y melosos), frituras, carnes y pescados. Se antojan demasiados platos para lo exigua que es la cocina pero la realidad es que el resultado es bastante apetitoso.

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La Huerta de la Partida

Muy próximo al Café del Río está una de las intervenciones más llamativas de Madrid Río: la recreación de la Huerta de la Partida, que originalmente perteneció a la familia nobiliaria Vargas y posteriormente, en tiempos de Felipe II, pasó a manos de la Corona.

La huerta, que desapareció bajo el asfalto en tiempos de la M-30, es hoy un gran espacio que vuelve a estar plantado de frutales, olivos y árboles ornamentales y que supone un recuerdo del mundo rural en plena megaurbe.

Muy próximo está el Palacio de los Vargas, más conocido como la Casa de Campo, dando nombre de esta forma al que es el espacio verde más grande de la ciudad con sus más de 1.700 hectáreas.

Huerta de la Partida, en Madrid Río. Foto: Miguel Ángel Jorquera | ©Madrid Destino.

Abandonado a su suerte durante muchos decenios, el Ayuntamiento de Madrid ha puesto en marcha un proyecto de acondicionamiento de este valioso edificio y de sus jardines, con la intención de que recobre su esplendor como Real Sitio.

El mercado de siempre, como nunca

En ese afán revitalizador se enmarca también la recuperación del mercado del barrio, el de Tirso de Molina, situado en un bonito edifico de ladrillo rojo que construyó Luis Bellido, el mismo arquitecto del Matadero, en 1932.

A punto estuvo de perder su función como mercado, pero a alguna mente brillante se le ocurrió ofrecer parte de los puestos de frutas y verduras, carnes, pescados y variantes que iban cerrando a pequeños empresarios de hostelería.

Hoy, el mercado abre todos los días de la semana, con 32 puestos de lo más diverso: desde cocina vegana a productos orientales, pasando por propuestas mexicanas, pizzas y focaccias, vermús, vinos y cervezas en una curiosa convivencia con los locales supervivientes de la época en que era un simple mercado de abastos.

Mercado Tirso de Molina. Foto Ayuntamiento de Madrid.

Uno de los puestos más concurridos es Paellamar, que prepara sus arroces al momento en una cocina abierta y en grandes cantidades. Luego se sirven de una forma cercana y muy profesional en mesas de madera (altas y bajas), regados con una ecléctica selección de vinos.

Si apetece probar una cocina tradicional de temporada, aunque con toques modernos, es posible hacerlo en Silvestre, probablemente el local mejor decorado del mercado. La carta la cambian cada cuatro meses, incluyendo los vinos. También hay varias propuestas de cervezas artesanas.

Muy recomendables son los tacos de Cuxta, ideales para un picoteo informal, que se pueden tomar con algunas de sus margaritas de sabores. La clásica y la de tamarindo, por ejemplo, están deliciosas. Y, para seguir viajando por el mundo sin salir de este peculiar espacio, están los ceviches, moles, curries y pokes que se pueden tomar en los agradables puestos de La Mercantina y El Vegicano.

Foto: La Mercantina.

Revolución gastronómica en Puerta del Ángel

En la revolución gastronómica que está viviendo esta zona de Madrid tienen mucho que decir dos locales situados en torno al mercado. El primero es Urraca Café (Doña Urraca, 18), punto de encuentro entre horas de la más versátil población del barrio, donde lo mismo se viene al brunch de fin de semana, que a tomar el café de primera hora de la tarde a diario, a merendar con sus bollería casera o, incluso, a tomar el aperitivo antes de la cena.

El segundo es el restaurante Berenguela (Doña Berenguela, 13), cuyos promotores tienen también en el barrio la pizzería Pizzarella (Santa Úrsula, 9).

Berenguela. Foto: The Fork.

Por las mesas de Berenguela desfilan esencias mediterráneas e internacionales de una forma que se podría decir, incluso, atrevida. Así, a un salmorejo cordobés le puede seguir un ceviche de corvina, unas patatas revolconas con torreznos, una lubina asada en hoja de plátano o un hamburguesa crispy de pollo.

Los de siempre

Pero sería injusto hablar de la zona de Puerta del Ángel y Paseo de Extremadura sin rendir homenaje a los restaurantes de toda la vida, esos que son responsables de haber mantenido viva la llama de la gastronomía aun en tiempos tan difíciles como los recientemente pasados.

Uno de ellos es La Esquina de Eusebio, en la calle Caramuel, 16. Sorprende esta taberna por su carácter portugués, como su dueño y como las cervezas, por cierto muy bien tiradas. Es cierto que el precio de las consumiciones es algo superior al de la mayoría de locales del barrio, pero a cambio aquí la tapa es libre y abundante.

De hecho, si no estás en la barra, donde puedes acceder a ellas directamente, los camareros pasan con bandejas para que la clientela esté siempre bien contenta y alimentada.

Casi enfrente de Madrid Río está El Chacón, mesón gallego que lleva décadas presumiendo de su lacón (con patatas gallegas y grelos). Pero también puede hacerlo de los pimientos del Padrón y, sobre todo, del pulpo.

Por supuesto, aquí el vino de Ribeiro se sigue tomando en tacitas, al más puro estilo tradicional. En los últimos años, el ambiente tan “de barrio” que se respiraba en este local ha pasado a ser más ecléctico, con la llegada de muchos “latineros”. Por fortuna sin que esto se note aún demasiado en la cuenta.

Pulpo con cachelos. Foto: Mesón El Chacon.

Una casa de comidas para conocer

Por último, en la parte alta del Paseo de Extremadura, en la calle Herminio Puertas, 10, hay una restaurante de “cocina de la abuela”, propiedad de la misma familia desde principios de los años 70 del siglo XX: Hermanos Miguez.

Abre solo a la hora del almuerzo, lo que ya evidencia que, más que un restaurante, sea una casas de comidas. Cocina elevada a la máxima potencia del caserismo, con un plato estrella: el cocido madrileño.

Pero también merecen la visita los judiones de La Granja, el arroz con bogavante y el rabo de toro. Son muchos los vecinos de la zona que se animan a cambiar la comida familiar del domingo en casa por la pitanza en este pequeño local (apenas 20 comensales). Se entiende perfectamente por qué y se alaba el gusto.

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