La ruta del vino y el pescado: el País Vasco de sur a norte

De los viñedos de Oyón hasta el puerto de Bermeo, esta ruta por el GR-38 entre Rioja Alavesa y el Cantábrico combina pueblos, montes, naturaleza, gastronomía e historia

Viñedos en la Ruta del Vino de Rioja Alavesa

De los viñedos al mar. Foto: Ruta del Vino de Rioja Alavesa.

En un sentido circulaban cargadas con trigo, sal, vinagre y vino. En el otro, pescado fresco o en salazón. En medio, una ruta de 166 kilómetros que conectaba, atravesando los valles del País Vasco, los viñedos de Oyón con los puertos de Bermeo, Ondarroa y Lekeitio.

Por sus caminos, utilizados antaño por arrieros, transitan hoy caminantes y bicicletas. Reconvertido al turismo y a la cultura, el itinerario es hoy el GR-38, una de las vías de gran recorrido que atraviesan la geografía española con un total de 166 km en donde se descubren diversos pueblos abrigados por montañas, reservas de la biosfera, villas medievales y zonas agrícolas.

Su trazado, si se quiere realizar de forma relajada, se puede dividir en varias etapas. Vamos a descubrirlas.

Iglesia de Santa María de la Asunción en Oyón. Foto: Turismo de Euskadi.

De Oyón a Laguardia

El punto de partida es Oyón-Oion, una pequeña ciudad vasca al sur del territorio histórico de Álava, dentro de la Cuadrilla Laguardia-Rioja Alavesa, muy cerca de Navarra y La Rioja.

Desde su casco histórico de hermosas casas señoriales con escudos en sus fachadas, como la del Marqués del Puerto y la del Conde de Bureta así como su iglesia parroquial de la Asunción, con su portada de estilo gótico-renacentista parte la primera etapa de 19,6 kilómetros que conduce a Laguardia, capital vitivinícola de la comarca, en un trazado que atraviesa extensos viñedos sobre la falda de la Sierra de Cantabria.

Alrededores de Laguardia. Foto: Turismo de Euskadi.

En el recorrido se puede conocer los vestigios de un sistema lagunar, sobre los que hoy se asientan los cultivos.

De Laguardia a Albaina

Desde la preciosa villa medieval de Laguardia, bajo cuyo subsuelo discurren km de bodegas subterráneas (calados) en las que cada familia elaboraba y guardaba su vino de casa, parte la segunda etapa: un total de 22 kilómetros que atraviesan la barrera de la Sierra de Cantabria, que para los que van a pie o en bici supone un esfuerzo extra.

Las mejores vistas se atrapan en el Plano del Toro, donde también se puede conocer sobre el trabajo de los carboneros en estos valles.

Laguardia se considera la capital vitivinícola de Rioja Alavesa

Desde allí se llega al pueblo de Lagrán, rodeado de campos de cereales. En el camino a Albaina se pueden ver las cuevas que excavaron los eremitas en los siglos V y VI, hasta que se arriba a esa ciudad en donde se encuentran grandes caserones.

De Albaina a Estíbaliz

En esta tercera etapa se trata de realizar 23 km del GR 38 bordeando el río Ayuda, como en el tramo que va desde los pueblos de Sáseta y Okina, donde corre a través de un hermoso cañón tapizado de vegetación.

Santuario de Estíbaliz. Foto: Turismo de Euskadi.

También se pasa por el yacimiento prehistórico de Mendalandia y un bosque de tejos.

Los Montes Altos de Vitoria, tapizados de hayas, se atraviesan hasta dar con formaciones de quejigos, especie de roble que puede llegar a los 20 metros de altura.

En el camino se puede visitar el Santuario de Estíbaliz, del s.XII, uno de los grandes ejemplos de la arquitectura medieval en el Pañis Vasco.

De Estíbaliz a Legutio

Este tramo de 28 kilómetros, calificado de dificultad media-alta, implica más de siete horas de marcha.

Se trata de llegar a la villa de Legutio a través de la Llanada Alavesa. En el camino se ven el pueblo de Oreitia con un par de palacios medievales y una iglesia del s.XIII.

En los pantanos de Ullíbarri-Gamboa se encuentran algunos de los paisajes más bonitos del viaje, y tras atravesar el pueblo de Medibil se arriba a Amárita, donde en un tramo se pasa por un sendero junto al río Zadorra.

Embalse de Urrunaga, cerca de Legutio. Foto: Turismo de Euskadi.

El ascenso al Pico Urbina permite contemplar el paisaje del pantano de Urrunaga, y el descenso por la vía verde del antiguo ferrocarril Vasco-Navarro acerca a la estación de Legutio. Tras otros cuatro kilómetros se llega al pueblo.

De Legutio a Otxandio

Tras el duro camino anterior por suerte este es más breve y relajado: son 9,6 km con un desnivel de 230 metros, que se puede hacer en poco más de dos horas.

El camino lleva al pantano de Albina, entre robles, avellanos y espinos, y luego por tramos de bosques de quejigo, hayedos y cipreses.

Ayuntamiento de Otxandio. Foto: Turismo de Euskadi.

El trayecto implica ascender al monte Mirugain, y luego se trata de descender por un bosque que fue testigo de los choques por la Guerra Civil.

Tras atravesar el hayedo de Olazar se llega al pueblo de Otxandio, donde se pueden ver varios edificios de interés histórico como ayuntamiento, la iglesia de Santa María, el frontón, la fuente de Vulcano y el bolatoki. Ya estamos en Vizcaya.

De Otxandio a Durango

Estos 19,4 kilómetros implican unas cinco horas de marcha, quizás un poco más.

Entre hayas y pinos se asciende a Urkiola, donde hay un santuario con ermitas y el recomendado mirador de las Tres Cruces.

Iglesia de San Pedro de Tabira en Durango. Foto: Turismo de Euskadi.

El paisaje cambia a las praderas, y tras un tramo algo aburrido a Mañaria y de otro bordeando la carretera, se arriba a Izurtza.

Durango es una de las ciudades más importantes de Vizcaya, dueña de un interesante patrimonio histórico para descubrir

La parte más bonita de esta etapa es la llegada a Durango. Esta ciudad, es la más importante de Vizcaya fuera de Bilbao y su cinturón metropolitano.

Aunque solo conserva un puñado de calles medievales, Durango cuenta con varios atractivos históricos como la cruz de Kurutziaga, la torre de Lariz, el arco de Santa Ana -recuerdo de las antiguas murallas- varios palacios como el de los Zabala, el de Etxezarreta, el Garai y el actual ayuntamiento; y varios templos como el de Santa María de Uribarri, la de San Pedro de Tabira y el antiguo convento de San Agustín.

De Durango a Guernica

Hay que estar preparado para afrontar esta etapa de 28 km, de una mayor dificultad, en la que se requieren casi ocho horas de caminata.

Se comienza a ascender tras pasar Iurreta por un tramo que coincide con la Ruta de las Ermitas, donde se pasan por las pequeñas edificaciones de San Martín, San Juan y Santa Catalina; y por bonitos pueblos como Mauma.

Ermita de San Martín en Otxandio. Foto: Turismo de Euskadi.

Tras otro ocho kilómetros por los valles se llega a Albiz y Mendata, desde donde se inicia un descenso hasta Guernica, una de las ciudades con mayor carga simbólica para los vascos.

Además del famoso árbol y la Casa de Juntas en el lugar se pueden conocer la iglesia de Santa María, el parque de los Pueblos de Europa con esculturas de Eduardo Chillida y Henry Moore, un mural del célebre cuadro de Picasso y el frontón Jai Alai.

De Guernica a Bermeo

Y llegamos a la última etapa, un trayecto de 18 km de dificultad moderada, que se puede realizar en poco más de 5:30 horas.

Los montes de Guernica mantienen la belleza que también contemplaban los carreteros cargados de toneles que buscaban el mar, que solían recargar fuerzas en el pueblo de Altamira.

San Juan de Gaztelugatxe. Foto: Turismo de Euskadi.

Tras una segunda parte sobre asfalto, se llega al puerto de Bermeo, rodeado por el monte Sollube, muy cerca de la llamativa formación rocosa que corona la iglesia de San Juan de Gaztelugatxe, famosa gracias la promoción que le dio Juego de Tronos.

El Museo del Pescador, el esplendor del casino, la iglesia gótica de Santa Eufemia, y el paisaje que trazan la isla de Izaro con el cabo de Matxitxako y el bosque de la Tala conforman una serie de atractivos que coronan este recorrido por el GR 38, la legendaria Ruta del Vino y el Pescado.

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