Sarajevo: pequeñas joyas de la ciudad más oriental de los Balcanes

Oriente y Occidente se unen en la capital de Bosnia-Herzegovina, donde hay que conocer estos sitios para atrapar su espíritu

La plaza de Bascarsija por la noche. Foto Francesco Meschia – CC

La historia marcó a Sarajevo con numerosas cicatrices. Con acierto Susan Sontag decía que aquí nació el siglo XX cuando fue asesinado el archiduque Francisco Fernando (y dio comienzo a la Primera Guerra Mundial) y aquí también empezó el siglo XXI, tras el sangriento asedio de la Guerra de los Balcanes.

Sin embargo Sarajevo ha recuperado su herencia cosmopolita, que esa inclinación por las analogías se la llama la Jerusalén de Europa, la Damasco del Norte o el San Francisco del Este, según describen en la guía Guiarama Compact.

La capital de Bosnia-Herzegovina combina todo lo que uno espera de Oriente y Occidente, desde edificios Belle-Époque en el barrio austríaco al aroma a café turco en el barrio otomano, iglesias cristianas y mezquitas, zocos y tiendas de moda.

Estos son algunos de los sitios imprescindibles en una visita a esta ciudad que busca que se la reconozca por otros valores, y no por haber protagonizado tantas tristes páginas de la historia.

Vijećnica

La sede del ayuntamiento es un edificio no precisamente bello por fuera pero sí imponente, que brilla mucho más por la elegancia de su interior.

A Sarajevo se la ha llamado la Jerusalén del Europa y la Damasco del norte, entre otras analogías

Vijecnica, el edificio morisco del ayuntamiento. Foto Jocelyn Erskine-Kellie

A pesar de su extravagancia es el edificio que mejor simboliza la unión de culturas de Sarajevo, porque combina la herencia otomana con la influencia austríaca.

Sus arcos moriscos, sus almenas y su fachada de rayas amarillas y rojas parece un palacio de alguna provincia andaluza, pero el arquitecto Alexander Wittek se empeñó que tenga ese diseño.

Su interior deslumbra mucho más con la colorida vidriera de la cúpula también morisca, que consta de 829 piezas pintadas a mano, una joya que se suma a las arcadas y las galerías que rodean al atrio central.

Lo que se ve es una reconstrucción terminada en 2014, porque el edificio original fue arrasado por los bombardeos del 25 de agosto de 1992, en la que se perdió un material incalculable de la Biblioteca Nacional que estaba allí mismo.

Atrio de Vijecnica. Foto Fred Romero – CC

Se dice que había dos millones de piezas, entre ellas 700 incunables, miles de rarezas bibliográficas y un valiosísimo patrimonio que ardió durante tres días.

Actualmente en su interior hay exposiciones sobre la génesis de la Primera Guerra y sobre el sangriento conflicto de los años ’90, además de un museo de arte contemporáneo.

Baščaršija

El barrio otomano es un mundo en sí mismo, con sus callejuelas, sus comercios minúsculos, las terrazas que ocupan cualquier lugar disponible, hogar de valiosos edificios históricos como las mezquitas de Gazi Husrev-Beg o del Emperador y el bazar cubierto.

Pero si hay que quedarse con un sitio es, sin duda, la plaza de Baščaršija.

La plaza de Baščaršija. Foto Turismo de Sarajevo

El lugar fue la sede del antiguo mercado, en marcha desde 1460, que según esta guía llegó a tener más de 10.000 establecimientos con un centenar de oficios.

Fue arrasado por terremotos, incendios y guerras, lo que llevó a la pérdida de los comercios y los baños turcos. Actualmente muchos locales son para contentar al turismo, pero igualmente la plaza ha recuperado su atmósfera oriental.

Si ahora se la ve como una calle amplia es porque la zona fue reurbanizada tras un feroz incendio en 1908.

El monumento más famoso es la fuente de Sebilij, resguardada por una estructura de madera con celosías, que en realidad es una réplica de 1913 de una fuente más antigua.

Desde esta plaza se despliegan las calles que aún mantiene comercios de artesanos, como la dedicada a los cerrajeros, la de orfebres del metal o la del mercado, donde se pueden comprar alfombras o ropa.

Calle cercana a la plaza de Baščaršija. Foto Turismo de Sarajevo

A unos pasos está la mezquita de Havadza Durak, pequeña pero con un bonito jardín que hay que conocer.

Waqf de Gazi Hrusev Bey

El término waqf se aplica a donaciones hechas a instituciones musulmanas que no pueden ser alteradas ni transferidas.

Gazi Hrusev Bey fue el gobernante de la región de Bosnia entre 1521 y 1541, cuando fue conquistada por los otomanos. Dueño de una gran fortuna, creó el complejo que lleva su nombre que fue un imán tanto para las caravanas de comerciantes como para filósofos y científicos medievales.

Interior de la mezquita de Gazi Hrusev Bey. Foto Erin Johnson – CC

La torre del reloj, que pertenece al waqf de Gazi Hrusev Bey, destaca por su particular reloj que marca las horas del ocaso

El lugar consta de una serie de edificios como la madrasa (escuela musulmana) Kursumlija, la mezquita con detalles como la fuente de su patio y la biblioteca que atesora un museo de la cultura islámica, que se encuentra en un edificio moderno.

La sala de rezos de la mezquita destaca por su amplitud y ligereza, y su decoración -tras la destrucción de los bombardeos de 1990- sintetiza los estilos de los siglos anteriores.

Vista de la Torre del Reloj. Foto Scott Edmunds – CC

El complejo se ve a la distancia gracias a su Torre del Reloj, esbelta construcción de 30 metros con un reloj de caracteres arábigos que marcan las horas de la puesta de sol.

Monte Trebević

Esta montaña, que se eleva a unos 1.627 metros, protege Sarajevo desde el sureste. Dado que desde la guerra de los ’90 fue uno de los lugares donde las tropas serbias bombardearon la ciudad, el lugar estuvo intocable por años por la presencia de minas.

La naturaleza se apoderó de la pista de bobsleigh. Foto Marco Fieber – CC

Aunque el monte ya es una zona segura, la naturaleza se apoderó de las instalaciones que había en su ladera, como las antiguas infraestructuras de los Juegos Olímpicos de Invierno de 1984, como se ve en la pista de bobsleigh transformada en un lienzo de arte urbano.

Para visitarla se puede ascender a pie, pero es mejor hacerlo en el teleférico que, de paso, permite tener bonitas panorámicas de Sarajevo.

Teleférico a Trevebic. Foto Tom Page – CC

En su base superior hay un restaurante y un complejo de atracciones como tirolina y equitación.

Más abajo se puede encontrar la torre Bistrik, que iba a ser un observatorio pero que quedó destruida por los bombardeos, y sus cicatrices recuerdan el terrible asedio que padeció la capital bosnia.

a.
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