Una ruta mágica y misteriosa por las tierras de Teruel

Arte mudéjar y conventos, cuevas y embalses, baños termales y pueblos silenciosos. Si creen que han visto todo en Aragón, les falta descubrir esta ruta por Teruel

El verde paisaje de Alcañiz. Foto Ángel – CC

¿Cómo no se espera que estas regiones de Teruel no sea algo mágico, si en un lugar donde impera el silencio más absoluto como en una mina bajo tierra el lugar es bautizado como ‘Escucha’?

Este es uno de los atractivos detalles que hay en esta ruta por esta provincia aragonesa, una de las zonas más despobladas de España, en donde las solitarias mesetas y serranías esconden pueblos con sorprendentes testimonios históricos.

Según las sugerencias de Aragón Slow Driving esta ruta se puede realizar en cuatro etapas. Solo son 242 kilómetros, pero la idea es apostar por viajar sin prisas y tomarse, al menos, cinco horas y media para conocer los atractivos con calma.

El Mónaco español

El punto de partida es Alcañíz, que pomposamente fue bautizado como el ‘Mónaco español’. Por supuesto que no es por el lujo ni el casino ni mucho menos el mar, sino porque sus calles fueron usadas para las competencias de coches, pasión que persiste en el circuito de Motorland.

Paisaje de Alcañíz. Foto Jock Rutheford – CC

En la capital del Bajo Aragón destacan su plaza Mayor y varios edificios de interesante valor histórico como el Ayuntamiento, la Lonja y la excolegiata de Santa María.

Alcañíz era conocido como el ‘Mónaco español’ porque allí se organizaban carreras de coches en las calles

Pero lo que más llama la atención es el monumental conjunto del Castillo de los Calatravos, actual Parador de Turismo, con pasadizos medievales que son como un viaje en el tiempo.

Calanda: recuerdos de Buñuel

La siguiente parada es Calanda, el pueblo de Luis Buñuel. Cuando se pasea por sus pequeñas calles se entiende el universo entrañable y surrealista de sus películas, como el sonido de sus bombos y tambores usados en fiestas tradicionales.

Además de conocer su vida y obra en el Centro Buñuel Calanda, en este pueblo se puede descubrir un curioso antecedente de los frigoríficos que son las ‘bóvedas de hielo’, construcciones bajo tierra donde se guardaba nieve del crudo invierno turolense para poder conservar los alimentos.

Imagen de Buñuel con un tambor en su Calanda natal. Foto Serguei – CC

Desde la distancia se percibe la torre de la iglesia de Mas de las Matas, una de las altas de la provincia, en un pueblo donde el sonido del agua se repite en fuentes, lavaderos y acequias.

Aquí hay un centro asociado al conocido Dinópolis, donde se expone una colección de paleontología del Grupo Estudios Masinos, provenientes de los períodos Jurásico y Cretácico.

Agua va, agua viene

El pueblo de Aguaviva, a cuatro kilómetros, tiene una bonita plaza porticada, pero los atractivos más interesantes están en el cercano puente medieval de Cananillas, donde el río Bergantes moldeó gigantescas piedras del lecho que forman piscinas naturales muy buscadas para mitigar el bochorno del verano.

El río Bergantes, a la altura de Aguaviva, es buscado por las piscinas naturales que forman entre las rocas que parecen moldeadas por gigantes

Arco ojival en Castellote. Foto Srgpicker – CC

La primera etapa finaliza en Castellote, localidad declarada Conjunto Histórico por su conjunto pétreo coronado por un castillo construido por los templarios, en donde hay restos de un antiguo acueducto, varias casonas e iglesias que vale la pena conocer.

Cerca se encuentra la presa de Santolea, que en verano sus aguas turquesas son meca de deportes acuáticos, baños y pesca. Una vuelta por los miradores de las cercanías permiten atrapar bonitas panorámicas.

Grandes historias en pueblos pequeños

En las Cuevas de Cañart sorprende que en un pueblo de 40 habitantes haya tanta historia, como se ve en los conventos de los Monjes Servitas y de las Concepcionistas Franciscanas, además de otras iglesias y ermitas, el antiguo horno y las casas de Arellano y de Moliner.

También el pueblo de Molinos tiene detalles para conocer como sus plazas porticadas y varias casonas, pero un rincón único es el Monumento Natural de las Grutas de Cristal, dos cuevas que descienden 12 metros donde se descubre una extraña sala de estalactitas, estalagmitas, columnas excéntricas, coladas y banderas.

Las extrañas formaciones de las Grutas de Cristal. Foto Grutas de Cristal – Molinos

En las Grutas de Cristal la erosión ha creado surrealistas esculturas naturales con estalactitas y estalagmitas

No se pierdan la Sala Marina, donde las cristalizaciones de calcita simulan un paisaje coralino bajo tierra.

Por las Sierras del Maestrazgo

El pueblo de Ejulve marca la transición con las Sierras del Maestrazgo, rodeada de pendientes pronunciadas y cerros que parecen cortados por una sierra gigante, donde se suceden las cuevas y simas y los árboles monumentales.

Al Parque Geológico, en Aliaga, se llega tras un serpenteante camino de la A-1403. Este lugar es un libro abierto de historia natural, donde desde sus miradores se puede ver cómo ha evolucionado el planeta en 200 millones de años, con relieves rocosos de formas y pliegues caprichosos.

Aliaga es un libro abierto de geología. Foto Matthew Robey – CC

Allí se desciende como los antiguos mineros a 200 metros bajo tierra, en un parque temático que se complementa con el Centro de Interpretación de la Minería Pozo Pilar, a cinco minutos a pie, que conserva edificios como el almacén, las oficinas, el laboratorio y otras dependencias de la antigua compañía.

Más testimonios de esta industria se encuentran en el Parque Temático de la Minería, en el Pozo Santa Bárbara, donde además de las instalaciones como las calderas y la sala de máquinas se pueden ver utensilios de los obreros y hasta una exposición de hallazgos paleontológicos.

Allí funciona un antiguo tren minero, que cruzaba la localidad de Utrillas hasta 1969, cuya historia se desvela en el Centro de Visitantes de la Ciencia y la Arqueología Minera.

El antiguo tren de Utrillas. Foto El Profe Abra – CC

Joyas mudéjar entre acantilados rojos

Tras tanto estar bajo tierra, es momento de ver otros atractivos naturales como los que están en la ruta del Hocino de Pajazo, siguiendo los estrechos que se forman en el río de las Parras, que presentan cascadas y cuevas.

En Montalbán espera una gigantesca iglesia de estilo mudéjar que más bien parece una fortaleza, decorada con elegantes cerámicas verdes.

Estamos en el Parque Cultural del Río Martín, donde a una corta distancia en la pedanía de Peñarroyas se elevan grandes peñascos de arenisca roja, un extraño paisaje con varios miradores-solanares en las mesetas superiores.

Acantilados de Peñarroyas. Foto Slow Driving Aragón

Relax termal

También es algo misterioso el lugar donde se asienta Segura de Baños, escondido entre dos montículos que protegen su estructura medieval y casas de adobe.

A cinco kilómetros hay un balneario de aguas medicinales que reabrió hace unos años como establecimiento de lujo, que se puede disfrutar con visitas a las llamativas formas rocosas de las cercanías como las de Peñadelgada o La Planilla.

La antigua figura del castillo de Segura de los Baños. Foto Xufanc – CC

Olalla es el punto final de esta ruta, en la falda de la sierra de Pelarda, entre grandes bosques de robles, pinos y sabinas albar.

Allí hay una torre mudéjar del siglo XVI que se levanta como un solitario atalaya, cuya rica decoración desentona con la aridez del paisaje; pero que es otra de las tantas notas algo surrealistas que se pueden descubrir esta región de Teruel.

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