Las 5 bodegas más antiguas de España (y los 5 vinos que mejor las definen)

La memoria de un país es también la historia de sus vinos. Así se desprende cuando conocemos la historia de algunas de las bodegas con más solera de España

Alvear es una de las bodegas más antiguas de Andalucía. Foto: Bodegas Alvear.

Antes incluso de la llegada de los romanos a la península ibérica, ya existían vestigios de la elaboración del vino en España. En la zona de Requena, en Valencia, se han localizado importantes restos arqueológicos de bodegas excavadas en la roca, probablemente por los íberos, con una antigüedad superior a los 2.500 años.

Hoy en día, podemos encontrar antiguas firmas elaboradoras de vinos que siguen todavía en pleno funcionamiento y que cuentan con varios siglos a sus espaldas. Acompáñennos en un viaje en el que conoceremos las cinco bodegas más antiguas de España.

Bodegas Osca (1480)

A Bodegas Osca se la considera como la empresa productora de vinos más antigua del Somontano, pues los vestigios de sus bodegas subterráneas se remontan al año 1480, aunque también conserva restos del siglo XIX.

Bodegas Osca es la bodega más antigua del Somontano. Foto: Bodegas Osca.

Está ubicada en la pequeña población oscense de Ponzano, y la regenta la familia Borruel: Gregorio es el enólogo, Félix está a cargo de la viticultura y Ángel de la gerencia y la comercialización. Sus viñedos abarcan 30 hectáreas de suelo arcilloso calizo, siempre en cultivo de secano, que conviven con carrascas, olivos y cereales por encima de los 530 m de altitud, la zona más alta del Somontano.

Entre el viaje al pasado y la elaboración de vinos, Bodegas Osca combina los viejos aromas de la noble crianza con los frescos olores de la fruta y los toques especiados para conseguir un maridaje perfecto entre la tradición y la modernidad, entre la vanguardia y un terruño único.

Un empeño que se observa en elaboraciones producidas con variedades autóctonas como la macabeo, moristel o parraleta. El vino que mejor representa el pasado, el presente y el futuro de Bodegas Osca es el Mascun Gran Reserva Familia (33,00€), un coupage que fue el primer gran reserva de la D.O. Somontano.

En su añada del 2011 presenta un elegante color marrón castaño y destaca por sus aromas a fruta madura, con toques tostados y torrefactos, con apuntes de regaliz y ciruela negra. Un vino potente en boca, armónico, de taninos elegantes y equilibrados y postgusto sedoso y voluminoso.

Codorníu (1551)

Codorníu, emplazada en Sant Sadurní d’Anoia, es la firma familiar más antigua de España y una de las más longevas del mundo, pues su historia se remonta a mediados del siglo XVI. De 1551 es la primera referencia documentada de su actividad vitivinícola por parte de Jaume Codorníu.

La vendimia en Codorníu a principios del siglo XX. Foto: Codorníu.

Posteriormente, en 1659, la empresa se consolidó con el matrimonio entre Anna Codorníu y el viticultor Miquel Raventós. Pero habría que esperar a finales del siglo XIX para que Josep Raventós creara la primera botella de cava en España mediante el método tradicional.

Las cavas de estilo modernista de Codorníu, declaradas Monumento Histórico-Artístico Nacional en 1976, se construyeron entre 1895 y 1915, y fueron obra del arquitecto Josep Puig i Cadafalch, quien, con Gaudí, fue uno de los representantes más destacados de la escuela arquitectónica modernista catalana.

El vínculo existente entre la marca Codorníu y la historia del cava en nuestro país es incuestionable. Sus elaboraciones son siempre de la más cuidada calidad, pues Codorníu selecciona cuidadosamente las uvas y cuida con esmero sus viñas, aplicando la técnica de la viticultura sostenible.

Puro modernismo catalán en las cavas de Codorníu. Foto: Codorníu.

Si tuviéramos que elegir uno de los cavas que mejor muestra el legado de casi cinco siglos de saber enológico, nos decantaríamos por su Ars Collecta Blanc de Blancs 2018 Reserva (21,20€), elaborado con uvas chardonnay, xarel·lo y parellada.

Es un gran reserva, complejo, expresivo y longevo, de color amarillo cálido con reflejos dorados, burbuja fina y aromas suaves con recuerdos tostados y notas de melocotones y nectarinas, a brioche y frutos secos, consecuencia de su larga crianza. Complejo, elegante, equilibrado, cremoso y sutil en boca. Un cava único.

Bodegas Góngora (1682)

En Villanueva del Ariscal, provincia de Sevilla, encontramos Bodegas Góngora, casa fundada en 1682 por José de Góngora, quien adquirió la antigua Hacienda y decidió convertirla en bodega para la crianza y envejecimiento de vinos finos y generosos, aprovechando el privilegio del que gozaban las bodegas locales para el suministro de vinos a los barcos que partían hacia Las Américas.

Personal de la bodega en una imagen de principios del siglo XX. Foto: Bodegas Góngora.

En 1799, Rafael de Góngora integrante de la tercera generación familiar, fue nombrado Hijosdalgo y recibió la autorización para el uso del escudo de armas que luce actualmente en la bodega.

El gran mérito en el bagaje de la empresa lo tuvo Don Rafael de Góngora, quinta generación de los Góngora, quien a mediados del siglo XIX, adquirió unas partidas de vinos viejos amontillados, olorosos y dulces, que han sido conservadas celosamente con el paso de los años, únicamente reservados a la familia, y que conforman la Selección Imperial de vinos de Bodegas Góngora.

Hoy, nueve generaciones de una misma familia han visto pasar sus vidas entre las paredes de una bodega que es todo un referente entre las bodegas más antiguas de España y del mundo.

En las barricas de Bodegas Góngora descansan grandes vinos blancos y generosos. Foto: Bodegas Góngora.

En cuanto a sus elaboraciones, tienen una amplia variedad de vinos blancos y generosos, pero quizás, una de las concepciones más singulares de su portfolio sea el Brandy Góngora Gran Reserva (87,00€), un destilado con más de 90 años que es una auténtica joya.

Muestra una tonalidad caoba muy oscura, y posee un aroma intenso y penetrante, con recuerdos a roble, y un impresionante paladar, con cierto dulzor, que recoge las exquisitas características de la solera original de 1928.

Bodegas Alvear (1729)

Una de las bodegas más antiguas de Andalucía la encontramos en Montilla (Córdoba), y fue fundada en 1729. Pero sería un craso error especular que con el ineludible devenir del tiempo se haya modificado el carácter artesano y familiar de Bodegas Alvear, porque no ha sido así ya que todas las generaciones, y en particular la actual, que es la octava, se han encargado de preservar el conocimiento y los valores de la bodega.

Son ya casi 300 años apostando por los vinos de Montilla, elaborando joyas enológicas, almacenando viejas soleras y preservando elixires únicos que reposan con total sosiego en sus sosegadas naves, algunos de ellos con más de 200 años de historia.

Las ‘paseras’ de Bodegas Alvear a mediados de los años 30. Foto: Bodegas Alvear.

Pero debemos trasladarnos a la Montilla del siglo XVIII, cuando el cultivo de viña no era prioritario pero existía ya una incipiente actividad vitivinícola, en la que destacó Alvear por vender su vino no sólo por arrobas, sino también embotellando, sobre todo a partir del último cuarto del siglo XIX, cuando adquirieron la primera máquina de embotellado de la bodega.

La historia de Alvear se asienta en personajes únicos que hoy en día serían muy difíciles de encontrar, como su fundador, Diego de Alvear y Escalera, gentil hombre de Cámara del Marqués de Priego, que en 1729 puso en marcha la bodega.

Pero fue otro Diego de Alvear, de segundo apellido Ponce de León, quien daría, después de una ajetreada vida, un empujón importante a la historia de la bodega cordobesa. También fue muy importante Carlos Billanueva, que se incorporó a Alvear como capataz y, en homenaje a él, uno de los vinos emblemáticos de Alvear, el Fino C.B., lleva sus iniciales. Y tantos y tantos otros, que engrandecieron una bodega, que es la cuarta empresa registrada más antigua de España.

Alvear es una de las bodegas más antiguas de Andalucía. Foto: Bodegas Alvear.

Entre sus vinos, nos inclinamos por elegir su Fino Capataz (20,00€) como propuesta que mejor personifica a la bodega.

Elaborado con uvas PX de una solera de más de 30 años, presenta un color dorado, limpio y brillante, con aromas intensos de levaduras y almendras, minerales y salinos con toques oxidativos y a manzana horneada. En boca es salino, de acidez fresca, con notas de frutos secos y recuerdos de manzana asada. Pleno, seco y sabroso, con gran persistencia en su retrogusto.

Casa Los Frailes (1771)

La bodega Casa Los Frailes está instalada en el bello paraje de Fontanars del Alforins, al sur oeste de la provincia de Valencia, y a una altitud media de 650 metros sobre el nivel del mar. Es una privilegiada tierra de vinos, un terroir ejemplar conocido como ‘la Toscana valenciana’.

La bodega toma su nombre de los frailes jesuitas que vivieron en ella desde el siglo XVII hasta el siglo XVIII. En 1767 los jesuitas fueron expulsados de toda España por orden del Rey Carlos III, confiscadas todas sus propiedades y vendidos sus bienes en pública subasta.

Bodega Casa Los Frailes está enclavada en la llamada Toscana Valenciana. Foto: Bodega Casa Los Frailes.

Ya han pasado más de 240 años y Casa Los Frailes, desde entonces, ha pertenecido sin interrupción a la saga de los Velázquez, que ya caminan por la decimotercera generación.

Actualmente, la bodega está rodeada de 162 hectáreas de viñedo, olivos, almendros y bosque. Las cepas están plantadas en suelos calizos, muy poco evolucionados, pegados a la roca madre y en un riguroso secano. Son viñas de uva monastrell, la gran variedad autóctona de la zona, de unos 40 años de antigüedad, que disfrutan de un privilegiado clima mediterráneo continental.

El vino que mejor refleja el presente, el pasado y el futuro de la bodega es Casa Los Frailes 1771 (25,00€), un monastrell de viñedo viejo de más de 75 años, cuya uva se vendimia a mano y es siempre seleccionada.

Se trata de una elaboración de fuerte impronta mediterránea, que se beneficia de las brisas húmedas del mar y cuya tonalidad es rojo cereza, con notas aromáticas a fruta roja madura como las cerezas y las ciruelas, con toques especiados, tostados y balsámicos. Un vino elegante, armónico, equilibrado y muy delicado, que resulta muy fresco y que muestra un postgusto marcado y reconocible.

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