Castañas en otoño: tradición y origen de un clásico en España
Es época de castañas asadas, ese olor que inunda las calles en Navidad, ¿quieres saber de dónde viene esta tradición?

Preparación de unas castañas asadas. Foto: Marc Pascual en Pixabay
Cuando el otoño se instala en España, las calles comienzan a impregnarse del inconfundible aroma de las castañas asadas, una tradición que evoca nostalgia, calidez y una conexión profunda con el pasado. Aunque su origen es aún motivo de debate, la historia del castaño está intrínsecamente ligada a la cultura española y, especialmente, a regiones como Galicia, donde este fruto tiene un papel protagónico.
Un árbol milenario en la península
Se dice que los castaños llegaron a España gracias a los romanos, quienes los trajeron desde Italia para aprovechar su madera en la construcción. Sin embargo, estudios recientes de polen y carbón han demostrado que este árbol es autóctono de la península ibérica y que lleva floreciendo en Galicia desde el Pleistoceno, hace más de 12.000 años. Lo que sí es cierto es que los romanos impulsaron su cultivo, aunque inicialmente ignoraron el valor de la castaña como alimento. Con el tiempo, este fruto comenzó a ganar protagonismo, convirtiéndose en un pilar de la alimentación gallega y una de las principales producciones agrícolas de la región.
Un clásico otoñal y más allá
Las castañas asadas son quizás su presentación más icónica, con pequeños puestos que aparecen en las ciudades y llenan las calles de su característico aroma. Pero su versatilidad va mucho más allá. Este fruto es un ingrediente destacado en la gastronomía tradicional, como en los cocidos y potajes, y ha conquistado un lugar en la alta cocina, donde chefs innovadores la emplean en platos y postres únicos.
En Galicia, epicentro de la producción nacional, la Indicación Xeográfica Protexida (IXP) Castaña de Galicia garantiza la calidad del producto, cuidando cada etapa del cultivo, desde la poda hasta el riego. Existen cerca de 70 variedades autóctonas, como la Famosa, Amarelante y Longal, que se distinguen por su forma, tamaño y color. Este distintivo no solo protege el origen del producto, sino que asegura que el consumidor disfrute de la mejor calidad.
El cultivo y la tradición en España
España cuenta con unas 140.000 hectáreas dedicadas al castaño, siendo Galicia la región líder, con provincias como Ourense y Lugo a la cabeza. Allí, las condiciones climáticas, con lluvias abundantes y suelos húmedos, han favorecido su cultivo durante siglos. En el pasado, las castañas eran un alimento básico hasta que las patatas, traídas desde América, las desplazaron parcialmente. Curiosamente, las patatas recibieron inicialmente el nombre de «castañas da terra», en alusión a su parecido con el fruto autóctono.
Más allá de Galicia, regiones como Castilla y León, Andalucía y Extremadura también destacan por su producción, que no solo apoya a pequeños agricultores, sino que atrae a turistas que disfrutan del espectáculo de los castañares en otoño, cuando sus hojas se transforman en una paleta de tonos rojizos, amarillos y naranjas.
Un alimento energético y saludable
Desde el punto de vista nutricional, las castañas son un fruto seco atípico. A diferencia de las nueces o almendras, su contenido en grasas es mínimo, lo que las convierte en una opción ligera y saludable. Están compuestas principalmente por hidratos de carbono complejos, lo que las hace ideales para aportar energía sostenida. Además, contienen un 7% de fibra, pequeñas cantidades de hierro y calcio, y apenas un 50% de agua, lo que les otorga su distintiva textura.
Por otro lado, su bajo contenido en calorías y grasas, junto con su capacidad para combinarse con otros ingredientes, las hace muy versátiles en la cocina. Eso sí, es preferible cocinarlas antes de consumirlas, ya que crudas pueden resultar indigestas debido a su contenido en taninos.
En la alta cocina y en las fiestas populares
La creatividad culinaria ha llevado a las castañas a brillar en platos de alta cocina. Desde potajes con boniato y castañas hasta raviolis rellenos de este fruto, pasando por postres como mousses y bizcochos elaborados con harina de castaña, su presencia en la gastronomía es cada vez más amplia. Chefs como Saúl Sanz y Luis Caballero las utilizan como protagonistas de platos sofisticados, aprovechando su sabor otoñal único.
Pero más allá de la alta cocina, las castañas conservan su lugar en las festividades populares. En Galicia, los magostos, celebrados con fuego, cuentos y castañas asadas, son una tradición profundamente arraigada. En Cataluña, las castanyadas combinan las castañas con panellets y vino dulce, mientras que en pueblos de Andalucía, como Pujerra y Yunquera, las fiestas otoñales rinden homenaje a este fruto ancestral.
Más que un fruto seco
Las castañas, además de ser un alimento energético y saludable, se han convertido en un símbolo del otoño español. Ya sea en un sencillo cucurucho comprado en la calle o en un plato elaborado en un restaurante de lujo, representan la conexión entre tradición e innovación. Con un cultivo que sigue fortaleciéndose a pesar de desafíos como la plaga de la avispilla asiática, este fruto sigue siendo una pieza clave de la identidad gastronómica y cultural de España.
Las castañas asadas, con su aroma inconfundible y su capacidad de evocarnos recuerdos, seguirán siendo un emblema de la temporada otoñal, invitándonos a disfrutar de lo mejor de la naturaleza y la tradición.