Cinco libros de historia para devorar en vacaciones

Desde la Antigua Roma y los imperios mongoles, a la Revolución Rusa y la policía secreta de Franco, estas son algunas recomendaciones para amantes de la historia

Monumento de Gengis Kan en Mongolia. Foto Nick Postorino – CC

Las vacaciones son ideales para desconectar, y también para ponerse al día con esas lecturas se van postergando por días o semanas por falta de tiempo.

En esta recopilación encontramos best-seller como Santiago Posteguillo que sigue ofreciendo diferentes caras del Imperio Romano, o el experto en historia bélica del siglo XX Antony Beevor que en su obra Rusia deja de lado la Segunda Guerra y se enfoca en los años más sangrientos de la revolución bolchevique.

Tenemos una extensa investigación de la policía secreta franquista, otro sobre la figura de Gengis Kan y los imperios mongoles, y un quinto que analiza la evolución de los árabes en la política, la economía y la vida social en el mundo.

Gengis Kan (Jack Weatherford)

¿Cuál fue el segundo imperio más grande de la historia después del británico? No fue el romano, ni el persa ni el de Alejandro Magno. Fue el que creó Gengis Kan en la Edad Media, líder de unas tribus de pastores de las estepas asiáticas que como un relámpago cruzaron extensiones infinitas a sangre y fuego, pero que además de su agresividad han dejado valores que tardarían siglos en ser adoptado por otras civilizaciones.

“En 25 años el ejército mongol logró someter más territorios y pueblos que los que conquistaron los romanos en cuatro siglos”

Jack Weatherford

Para escribir Gengis Kan y la creación del mundo moderno (editorial Ático de los Libros) Jack Weatherford no solo pasó años entre archivos y antiguos escritos -entre ellos la Historia Secreta, que describía la historia del conquistador en una variante antigua de la lengua mongola- sino que también cabalgó por los ríos y bosques donde hace ocho siglos un campesino unió las tribus de las estepas e inició una conquista como el mundo no había visto ni volverá a ver.

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Un par de datos que aporta Weatherford: “en 25 años el ejército mongol logró someter más territorios y pueblos que los que conquistaron los romanos en cuatro siglos”, dice, en una tribu donde un puñado de 100.000 hombres venció ejércitos que los superaban hasta en 4 a 1.

Una analogía para comprender su impacto: imaginen que EEUU fue fundado por un esclavo analfabeto que habría liberado al país del dominio extranjero, y luego unió a su pueblo, “creó un alfabeto, escribió una constitución, estableció la libertad religiosa, inventó un nuevo sistema de guerra y llevó un ejército desde Canadá a Brasil, a la vez que abría rutas comerciales”.

Weatherford recorre la vida de Gengis Kan y sus sucesores, que se repartieron el gigantesco imperio, que con el correr de los años derivaría en la creación de países como Corea e India, y cuyo último representante de aquella dinastía dejaría el poder en 1944.

Los guerreros mongoles conquistaron el segundo mayor imperio de la historia. Foto Wikipedia

Es cierto que los mongoles podían ser sumamente sanguinarios: el terror y la propaganda eran algunas de sus armas favoritas para vencer ciudades y derribar imperios, pero ante tanta literatura histórica occidental que ha denostado a Gengis Kan y herederos como el gran Kublai Kan en China, la obra de Weatherford sirve para tener una perspectiva diferente de sus legados.

Roma soy yo (Santiago Posteguillo)

Con cuatro millones de lectores Posteguillo es “el autor más vendido de novela histórica en lengua española”, asegura su editorial.

La Antigua Roma es su escenario favorito, y tras haber escrito sobre Escipión, Trajano y la emperatriz Julia este año publicó su proyecto más ambicioso: la vida de Julio César en Roma soy yo (Ediciones B).

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Mucho se ha hablado y escrito sobre este general, uno de los más brillantes de la historia, el que conquistó las Galias, el que cruzó el Rubicón y alcanzó el poder tras enfrentarse a Pompeyo y el Senado, y el que murió asesinado en Roma.

Pero Posteguillo abarca uno de sus períodos menos conocidos, el Julio César que se presenta como abogado contra el senador Dolabela, donde se perfila su capacidad de estrategia y habilidad política, en un relato que en paralelo recorre su infancia y su primera victoria militar.

Posteguillo escribirá seis libros sobre la vida de Julio César. ‘Roma soy yo’ es el primero de ellos

Como suele suceder con las obras de este autor, esta será la primera entrega de un proyecto que llegará a los seis libros.

Los árabes (Tim Mackintosh-Smith)

Desde la huida de Mahoma de La Meca a la Primavera Árabe, el historiador Tim Mackintosh-Smith en Los Árabes. Tres milenios de pueblos, tribus e imperios (Ático de los Libros) se propone la audaz tarea de sintetizar los siglos de historia de este pueblo que se extendió a una velocidad sorprendente y que han creado una cultura que es la predominante en buena parte del mundo.

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El autor va más allá de Mahoma y la fundación del islam, se remonta a los orígenes de la lengua árabe y lo toma como el eje de una identidad cultura que unió (y lo sigue haciendo) pueblos diferentes durante siglos.

Mackintosh-Smith abarca las conquistas militares con la veloz conversión religiosa de millones de personas en el primer siglo del Islam, los choques con la Europa cristiana y las cruzadas, el surgimiento de dinastías como la omeya y la abasí, el florecimiento de las artes y las ciencias en al-Ándalus, la irrupción de los turcos tras la caída de Constantinopla, el colonialismo del siglo XIX y la creación de la identidad panárabe en el siglo XX.

Este historiador arabista necesitó nueve años para escribir su obra, de los cuales cuatro estuvo aislado por la guerra civil de Yemen.

Rusia (Anthony Beevor)

Beevor es quizás el divulgador de la Segunda Guerra más leído, aunque también abarcó otros conflictos como la Guerra Civil Española. Y ahora presenta una monumental obra de casi 700 páginas sobre la convulsa historia rusa, de su paso del imperio zarista a la creación de la Unión Soviética.

Rusia. Revolución y guerra civil 1917-1921 (Crítica) narra los sangrientos años desde la caída del zarismo hasta la consolidación bolchevique gracias a la dictadura de Lenin y el Ejército Rojo creado por Trotsky.

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Con su estilo ágil, pensado para un público generalista que para académicos, Beevor relata el terror “que engendró más terror” en esos cinco años, como una lucha entre rusos blancos y rojos derivó en un conflicto mundial con la intervención de armamento y fuerzas de otros países.

Beevor relata los cinco años más sangrientos de la Revolución Rusa, cómo el conflicto entre rojos y blancos subió de escalada hasta involucrar a otras naciones

Además de una amplia consulta a archivos, el autor personaliza la historia a través de las miradas de sus protagonistas anónimos, desde los trabajadores de Petrogrado a los oficiales que saben que irán a una muerte segura, pasando por las mujeres que curan en hospitales de campaña.

La Secreta de Franco (Pablo Alcántara)

En las primeras páginas de La Secreta de Franco (Espasa) Pablo Alcántara lanza un bombardeo de cifras para dar idea del poder detrás del poder que era “la Brigada Político-Social durante la dictadura”.

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El autor precisa que desde el golpe del 18 de julio de 1936 hasta el final del conflicto fueron fusiladas 100.000 personas, y hasta 1952 otras 50.000 serían ejecutadas. Y de 270.000 reclusos que había en 1940, una década más tarde eran poco más de 30.500.

“Si bien es cierto que la represión más dura tuvo lugar durante la posguerra, estuvo muy presente tanto en el ecuador como en los últimos años de la dictadura, incluso puede que con más virulencia a partir de los años ‘60”, precisa.

En su libro analiza el rol de la policía política del franquismo, en la que además de rastrear sus orígenes tras la Guerra Civil y describir sus métodos de detención y tortura, recuerda las persecuciones de los movimientos obreros y estudiantiles además de cortar de raíz cualquier intento (político, cultural, da igual) que tenga un leve matiz democrático.

De su papel contra ETA a la Ley de Amnistía, Alcántara analiza su transición tras la muerte de Franco, “cuando, de la noche a la mañana, se convir­tieron en policías demócratas, sin ser juzgados por su actuación durante los años de la dictadura”.

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