Los Català, la familia que fotografió al siglo XX
La muestra en el Museo de Historia de Cataluña recorre la vida de la familia Català, una saga dedicada a la fotografía cuyas imágenes son clave para conocer el pasado
Una de las mejores formas de entender la evolución histórica de una ciudad, región o país es a través de sus fotografías. Y uno de sus mejores guías, en el caso de Cataluña, es la saga de los Català, familia que en dos generaciones contribuyeron a retratar la sociedad local durante buena parte del siglo XX.
Desde este miércoles 19 y hasta el 25 de septiembre el Museo de Historia de Catalunya organiza la muestra ‘Los Català, fotógrafos de un siglo’, que se organiza con el Archivo Nacional de Catalunya y el Colegio de Arquitectos catalán.
La saga de los Català
Francesc Català-Roca fue el que tuvo más trascendencia profesional, pero la exposición se remite al legado iniciado por su padre, Pere Català y Pic, quien transmitió su pasión a este y sus otros hijos Pere Català i Roca y Maria Àurea Català.
De los tres hermanos, Francesc Català-Roca fue el que tuvo más trascendencia profesional, pero el labor de Pere y Maria Àurea también ha sido muy importante
Esta última, más que fotógrafa, recibió su educación artística en la Llotja, y realizó una valiosa carrera como retocadora y pintora.
La historia visual de Cataluña
Las salas del museo despliegan 180 imágenes que recorren de forma cronológica la vida de estos fotógrafos, pero que en realidad es una representación de la sociedad en Cataluña.
Comisariada por Andreu Català, hijo de Francesc, la exposición se organiza en seis espacios, que a través de las preguntas claves del periodismo despliegan diversas técnicas y facetas de estos fotógrafos: en ‘Dónde’ se ven imágenes del territorio, ‘Cuándo’ se centra en el patrimonio y la arquitectura, ‘Qué’ trata de la cultura popular y la esfera social, ‘Quién’ va sobre el retrato, ‘Por qué y para qué’ apunta a las técnicas fotográficas y la publicidad, y ‘Cómo’ gira en torno a la innovación.
El traspaso generacional
El punto de partida es una imagen de la calle de Valls, en Tarragona, donde el autodidacta Pere Català i Pic abrió su estudio antes de trasladarse a Barcelona en 1931.
A través de las preguntas básicas del periodismo la muestra fotos de retratos, paisajes, vida social, arquitectura e innovaciones técnicas
Sus viajes por Europa le permitieron estar al corriente de las corrientes estéticas en torno a la imagen; hasta que la llegada de la Guerra Civil truncó su carrera, por su vinculación con el bando republicano, a quienes había elaborado carteles de propaganda.
Su hijo Francesc fue abanderado de las vanguardias de la fotografía documental, como se ve en la obra Gitanilla o en el tríptico dedicado a la bailaora La Chunga.
A una de sus piezas más conocidas, Señoritas de la Gran Vía, se contrapone Señoritos de la Gran Vía, una imagen inédita.
En tanto Pere fue un activista cultural infatigable y gestor de los estudios Pic, donde luchó por conservar el patrimonio inmaterial de las regiones catalanoparlantes.
La muestra tampoco se olvida de la hermana Maria Àurea, y reivindica a «todas las mujeres que en los inicios de la fotografía solían trabajar como retocadoras, una labor muy importante y poco reconocida», dijo Andreu Català a Efe.
De estos talentos de la imagen se ven tomas de una ciudad gris de la posguerra que buscaba el color de las fiestas populares, de paisajes de castillos y campos, de trabajadores en los arrozales del Ebro, de niños pobres delante de las chimeneas del Poble Sec que expulsan humo con impunidad, y retratos como el de Joan Miró en plena creación.