Restaurantes, miradores y cúpulas: Roma a vista de pájaro
No hace falta trepar las siete colinas: varios puntos de Roma permiten contemplar la ‘ciudad eterna’ desde las alturas

A view with a dramatic sky of the big dome of Saint Peter (called by locals «Er Cupolone») in Vatican City, with some roofs of Rome. The picture is taken from Villa Borghese terrace which grants a view on the whole city.
Si Roma se precia de tener siete colinas, es lógico que en su ondulada orografía haya sitios que permitan contemplarla como las aves.
Desde algunas de ellas se encuentran miradores que implican un esfuerzo que se recompensa con las vistas de la ciudad, desde el abigarrado Trastévere hasta el sueño racionalista de la zona EUR.
Pero hay otras opciones: algunas de sus cúpulas famosas, de presencia dominante, también permiten obtener panorámicas de 360 grados de la capital italiana.
Y si se quiere una opción más elegante, no faltan los restaurantes de categorías emplazados en terrazas.
Estas son algunas sugerencias del ente de turismo de Roma que invitan a ver a su ciudad desde las alturas.
Gianicolo
En castellano es Janículo, pero mejor llamar por su nombre original a la que se conoce como la octava colina de Roma, en la margen derecha del Tíber.
En este punto Garibaldi rechazó el ataque de las fuerzas francesas, como bien se encarga de recordar el monumento ecuestre que se encuentran en la cima.
Muchos visitantes al monte Gianicolo se asustan cuando escuchan un estruendo seco al mediodía: es un cañón que dispara una salva, una tradición que se remonta a mediados del siglo XIX
Además de las hermosas vistas sobre la ciudad, al pasear por este pulmón verde se pueden ver una fuente barroca del siglo XVII, un faro regalado por los inmigrantes que se instalaron en Argentina, y la iglesia de San Pietro in Montorio, donde se supone que San Pedro fue crucificado.
Si se llega al mediodía, no hay que asustarse si se escucha un cañón: es una salva para marcar la hora exacta, una tradición establecida por el Vaticano en 1847 para sincronizar los horarios en las iglesias de la ciudad.
Pincio
En ese remanso de aristocrática decadencia que es la Villa Borghese se encuentra el monte Pincio, que si bien estaba dentro de la antigua muralla no se considera como una de las colinas de Roma.
El mirador de Piazza Napoleone I despliega una de las visuales más bonitas, donde se puede ver la mayor parte del centro histórico hacia el sur y el oeste (con las potentes presencias de San Pedro y el Castillo de Sant Angelo), con un atardecer digno de ser recordado.
Aventino
Esta colina tiene sus orígenes en la fundación mítica de Roma, donde Remo la eligió para poder contemplar el vuelo de los pájaros y decidir dónde levantar la ciudad.
Durante las épocas antiguas fue poblada por la plebe, en contraposición al estamento patricio del Palantino.
Alrededor del Aventino se levantan villas y grandes residencias de familias aristocráticas que habitaron esta zona tranquila por generaciones
Pero a pesar de su origen popular el lugar fue elegido siglos después por familias aristocráticas, que construyeron elegantes villas.
Entre las murallas medievales emerge la fortaleza que perteneció a la familia Savelli, donde se encuentra el Jardín de los Naranjos, también llamado Parque Savello.
Es una de las zonas ajardinadas más bonitas y tranquilas de Roma, con sus inmensos pinos y con el aroma de los azahares.
Además de ver las curvas del Tíber o la basílica de San Pedro también se puede pasear por el Jardín Municipal de las Rosas o la zona verde de la Villa del Gran Priorato de Malta, en las faldas de la colina.
Terrazas del Vittoriano
El Vittoriano, que el humor popular bautizó como ‘la máquina de escribir’, es uno de los monumentos contemporáneos más famosos de Roma.
El inmenso edificio fue construido mármol en homenaje a Victor Manuel II, que corona a una Piazza Venezia siempre presa de un tráfico endiablado.
Su Terraza de las Cuadrigas, con dos carros conducidos por figuras aladas de bronce, cuenta con puntos panorámicos a los que se puede llegar en ascensor panorámico.
Desde la Terraza de las Cuadrigas se capturan hermosas vistas del Foro Romano, el Coliseo y otros monumentos de la edad antigua
Desde aquí los sitios más emblemáticos de la ciudad parecen estar al alcance de la mano, como el Foro Romano, el Coliseo, la Columna de Trajano, las numerosas cúpulas de las iglesias y el serpenteante curso del Tíber.
Basílica de San Pedro
Si desde todos los miradores de Roma se ve a la cúpula de San Pedro, es lógico que desde aquí se obtengan una de las mejores panorámicas de la ciudad.
Eso sí: hay que estar preparados para ascender por los 537 escalones de la escalera en espiral que lleva hasta el extremo superior, conocida como ‘el caracol de San Andrés’.
Los que quieran ahorrar un poco de energías pueden pagar para subir en ascensor, pero solo podrán evitar los primeros 230 peldaños.
Las vistas son incomparables: con las espaldas de Jesús y los apóstoles en primer plano y la columnata diseñada por Bernini abrazando la plaza, la Vía de la Conciliación se pierde en una panorámica que se extiende por los barrios, las manchas verdes de los jardines y las colinas, hasta llegar a los Montes Albanos.
Dado que es un punto turístico de primera línea conviene llegar temprano y subir con tiempo a la cúpula construida por Miguel Ángel Buonarroti . El interior de la basílica se puede mirar con calma más tarde.
Restaurantes
Sin necesidad de estar fatigando las piernas, hay varios restaurantes en Roma que permiten tener hermosas vistas mientras se saborea un menú de primera línea.
Uno de ellos puede ser el Aroma, en el Palazzo Manfredi, un exclusivo establecimiento solo para 28 comensales galardonado con una estrella Michelin.
Se encuentra en un quinto piso, pero dada la ausencia de edificios de altura en los alrededores, desde tu terraza se capturan una de las mejores vistas del Coliseo.
Otro es el Mater Terrae del Hotel Raphaël, según sugiere la publicación especializada The Roof Top Guide.
Ubicado en la hermosa Piazza Navona, ofrece vistas en 360 grados de las cúpulas y tejados marrones de la ciudad.
El restaurante The Flair, ubicado en un octavo piso, es uno de los más altos de Roma
Las panorámicas se sazonan con un elaborado menú vegetariano y vegano, con ingredientes orgánicos.
Una tercera opción es The Flair, no muy lejos de la popular Fontana di Trevi.
Se encuentra en el octavo piso del hotel Sina Bernini Bristol; lo que lo convierte en uno de los más altos de Roma.
En su terraza hay un bar con bistró ideal para tomar una copa, pero si se prefiere el prolongado relax del restaurante no hay que perder de vista el menú degustación buio, de cinco a siete platos que hay que probar mientras se contempla la caída del sol.