Basilea: 48 horas de sorpresas en la capital cultural de Suiza

Pedaleamos por Suiza, Alemania y Francia, recorremos bosques y viñedos, tomamos una copa a orillas del Rin y descubrimos por qué la mitad de los premios Pritzker han hecho de Basilea una meca de la arquitectura de vanguardia

Ribera del Rin, Basilea. Foto: Mar Nuevo.

Cosmopolita, vibrante y dinámica, puede que Basilea sea la menos suiza de las grandes ciudades helvéticas. Y aunque la puntualidad sea religión e incluso en las zonas más ajetreadas reine el silencio, este lugar a caballo entre Francia, Alemania y Suiza, con un punto mediterráneo, late a su propio ritmo, enloquece con el arte y disfruta de la vida en la calle, ya sea con un vino caliente en sus mercados navideños o nadando en el Rin cuando suben las temperaturas.

Si algo define a Basilea, además del gran terremoto que en 1356 asoló la ciudad y que aún hoy sirve como línea de tiempo para contar la historia, son la cultura y la industria farmacéutica.

Una caja de sorpresas

Con apenas 200.000 habitantes, la ciudad cuenta nada menos que con 40 museos (una de las mayores densidades del mundo) que van del Kunstmuseum, la primera colección de arte accesible al público en Europa (ya en 1661) y el museo de arte más grande de toda Suiza, hasta la Fundación Beyeler, que estos días muestra una fantástica exposición de Goya, y eso sin contar con galerías, teatros, auditorios o salas de concierto, además de la feria Art Basel, la original y más importante del mundo, y acoge de buen agrado muestras de street art.

La catedral compite con los edificios vanguardistas como icono de la ciudad. Foto: Turismo de Basilea.

Por su parte la industria farmacéutica, de la que Basilea es uno de los polos mundiales, es responsable de que la ciudad suponga la segunda economía del país (después de Zúrich) y el PIB per cápita más alto de Suiza. Grandes firmas como Novartis y Roche tienen aquí su sede y modelan la ciudad no solo a nivel económico, que también, sino a golpe de innovadores edificios y campus que firman los arquitectos más importantes del mundo.

Frank Gehry, Zaha Hadid, Tadao Ando, Renzo Piano, Mario Botta, Bjarke Ingels, SANAA, Diener & Diener, David Chipperfield o los omnipresentes Herzog & De Meuron han construido aquí, convirtiendo la ciudad y sus alrededores en un delirio para los amantes de la arquitectura de vanguardia.

Tres países en bici

Comenzamos el primer día pedaleando. Y es que, aunque el transporte público funciona a la perfección -y podemos usarlo gratuitamente gracias a la tarjeta Basel Card que recibiremos por reservar un hotel en Basilea y que ofrece también descuentos en museos y otras atracciones- la bici nos da la libertad que necesitamos en el plan de hoy: visitar nada menos Francia y Alemania, además de Basilea.

Beyeler Fondation. Foto: Mar Nuevo.

Con las bicicletas eléctricas de Rent a Bike que se pueden reservar online y recoger en estación de los ferrocarriles suizos SBB (20 francos suizos o 19 euros todo el día) ponemos rumbo a la Fundación Beyeler.

Ubicado en Riehen, nos llevará apenas 25 minutos recorrer los alrededor de 7 km que nos separan del museo. Atravesar el bosque Lange Erlen que estos días deslumbra con los colores del otoño es de por sí una experiencia mágica.

Fundación Beyeler

Considerada una de las grandes obras del arquitecto italiano Renzo Piano, la Fundación Beyeler es posiblemente uno de los museos más hermosos del mundo (además del más visitado de Suiza). Elevado sobre una lámina de agua, con luz natural en todas sus salas -el primer museo del mundo en conseguirlo-, está diseñado como una prolongación del entorno, cumpliendo así los deseos de los coleccionistas y marchantes de arte Ernst e Hildy Beyeler que pasaban por integrar en un edificio sus dos pasiones: arte y naturaleza.

Instalación Calder en Fundación Beyeler. Foto: Mar Nuevo.

Cuenta con una impresionante colección de alrededor de 400 obras maestras del arte moderno y contemporáneo (Picasso, Monet, Matisse, Giacometti, Andy Warholl, Louise Bourgeois…) y estos días estrena además una exposición de Goya. Y no cualquiera, se trata de una de las mayores muestras realizada nunca sobre el genio de Fuendetodos fuera de España (hasta el 23 de enero de 2022).

En el parque del museo está también Villa Berower, una vivienda barroca transformada por el estudio español Casa Muñoz en un apetecible restaurante que integra a la perfección el carácter histórico de la casa y el diseño interior contemporáneo (de lunes a domingo de 10.00 a 18.00 horas, miércoles de 10.00 a 20.00 horas). Desde sus ventanas, además, se divisan las instalaciones exteriores de Alexander Calder o Ellsworth Kelly, y la vista llega incluso al paisaje de la Selva Negra alemana.

Vitra: el paraíso en clave de diseño

Continuamos camino hacia el complejo Vitra, en la localidad de Weil am Rhein, ya en Alemania. Apenas 5 km que recorremos por el camino Rehbergerwerg o 24 stops porque a lo largo de este paseo de arte, por el que cruzamos la vieja aduana y los viñedos de Tüllinger Berg, nos saludan 24 esculturas e instalaciones del artista Tobias Rehberger.

Viñedos y arte nos saludan en el recorrido 24 Stops. Foto: Mar Nuevo.

La compañía Vitra, nacida en Basilea en 1934, es fabricante de muebles icónicos como las sillas de Ray y Charles Eames, George Nelson, Philippe Starck, Alexander Girard o Verner Panton –la Panton Chair, de 1960, fue la primera silla de plástico moldeada en una sola pieza-.

Tras la destrucción en un incendio en 1981 de la mayor parte de sus instalaciones de producción en Weil am Rhein, Vitra diseñó un nuevo espacio que es a la vez centro de producción, laboratorio, tienda y museo.

El conjunto incluye edificios como el Vitra Design Museum, diseñado por Frank Gehry (1989), el pabellón de congresos de Tadao Ando (1993), el parque de bomberos de Zaha Hadid (1993), las naves de producción de Alvaro Siza y SANAA y la VitraHaus, diseño de Herzog & de Meuron (2009), un showroom espectacular que acaba de cumplir diez años y del que querrás llevártelo absolutamente todo.

Vitra Design Museum fue el primer edificio de Gehry en Europa. Foto: Vitra.

También el Oudolf Garten, un maravilloso jardín de 4.000 m2 diseñado por Piet Oudolf que se aparece como un paisaje salvajemente indómito pero que lleva detrás una meticulosa planificación.

Puente de los tres países

De vuelta a la bici, nos acercamos ahora hasta Francia, en concreto a través de la Pasarela de los tres países (Dreiländerbrücke / Passerelle des Trois Pays) que atraviesa el Rin dejando a un lado la localidad alemana de Weilm am Rhein y al otro la francesa de Huningue. De frente, apenas a 100 metros, vigila Suiza. Con 248 metros y diseñado por el arquitecto Dietmar Feichtinger en 2006 es el puente peatonal y para bicicletas más largo del mundo.

Esta encrucijada entre Alemania, Francia y Suiza tiene su punto álgido en el Dreiländereck o vértice de los tres países, un edificio futurista alberga bar, sala de eventos y terraza, así como una escultura que simboliza la unión entre los tres países.

Vértice de los tres países. Foto: Turismo de Basilea.

Desde aquí, además, parte el tráfico fluvial hacia el mar del Norte (es el último punto navegable del Rin), lo que hace de Basilea el único puerto de Suiza y también una ciudad con gran actividad en cruceros fluviales.

Una copa en la ribera del Rin

De vuelta en Basilea nos encontramos una zona de restaurantes, bares y chiringuitos; mientras las temperaturas lo permiten las terrazas, incluso con tumbonas se disponen a lo largo de la ribera del Rin (sobre la calle Oberer Rheinweg) en una de las zonas con más ambiente de la ciudad.

También es una de las que atesoran las mejores vistas: el casco histórico de Basilea al otro lado del Rin del que sobresalen las torres de piedra rojiza y el colorido tejado de la catedral y una gran noria instalada por la feria de otoño.

El Rin se disfruta todo el ano. Foto: Mar Nuevo.

Entre las novedades destaca Gannet, un bar, centro cultural y teatro inaugurado este mismo verano en un viejo buque faro británico de 600 toneladas restaurado e instalado en la zona más alternativa de la ciudad, Holzpark, algo así como la Christiania basiliense (Uferstrasse, 40).

Una buena opción para rematar este día de arte y diseño es cenar en Volkshaus, un hotel boutique con bar, restaurante brasserie y sala de eventos diseñado, desde los espacios hasta el mobiliario y las lámparas sopladas a mano, por el estudio de Herzog & de Meuron. La sopa de castañas, el tartar de ternera o el steak frites son aciertos seguros. Cuenta también con una buena selección de vinos regionales.

Basilea, capital del arte

Habitada desde hace 2100 años, dos colinas y un valle que discurre sobre el río Birsig, un afluente del Rin canalizado hace más de un siglo, integran la ciudad de Basilea.

En una de las colinas está la catedral, donde está enterrado el gran humanista Erasmo de Rotterdam, que se instaló en Basilea atraído por el desarrollo de la imprenta en la ciudad.

Claustro de la catedral de Basilea. Foto: Mar Nuevo.

De brillante arenisca roja, fue construida entre 1019 y 1225 en estilo románico y llegó a tener cinco torres. Tras el terremoto de 1356 solo se reconstruyeron dos, ahora en estilo gótico. No hay que perderse la cripta, el coro, la puerta Galluspforte y los dos claustros, además de las tumbas de Erasmo de Rotterdam o el matemático Jakob Bernoulli.

Tampoco la plaza alrededor de la catedral, que estos días aloja la noria y otras atracciones de la feria de otoño, ni el Pfalz, la terraza sobre el Rin en la parte posterior, sin duda uno de los mejores miradores de la ciudad para apreciar la curva de 90 grados que hace el río, pero también las colinas de la Selva Negra y los Vosgos.

Aunque hay museos para literalmente todos los gustos en Basilea sería pecado perderse el Kunstmuseum (St. Alban-Graben, 20). Proyectado en 1936 por los arquitectos Rudolf Christ y Paul Bonatz al estilo de la arquitectura del norte de Italia, cualquier descripción se queda corta para esta fantástica colección (se estima en más de 300.000 obras) que lo tiene absolutamente TODO.

El Kunstmuseum abarca 8 siglos de historia del arte. Foto: Turismo de Basilea.

Desde principios del siglo XV hasta el presente inmediato, por sus salas desfilan 8 siglos de historia del arte con iconos que van desde piezas de Hans Holbein como el impresionante Cuerpo de Cristo muerto en la tumba (1521), Hans Fries, Lucas Cranach el Viejo y Rembrandt a Monet, Cézanne, Van Gogh, Gauguin, Braque, Juan Gris, Picasso, Léger, Klee, Chagall, Dalí, Matisse, Miró, Kandinsky, Giacometti…

En 2016 se inauguró una ampliación del museo proyectada por estudio de Christ & Gantenbein, también asentado en Basilea, donde se ofrecen exposiciones temporales, como la que ahora se puede ver de Camille Pissarro (hasta el 23 de enero).

Triángulo de la cultura

Por St Alban llegamos a la fuente de Tinguely, en la Theaterplatz, un buen lugar para ver una de las máquinas-escultura del famoso pintor y escultor suizo y también corazón del triángulo cultural de Basilea, donde confluyen la iglesia de Santa Isabel, de estilo neogótico (hoy abierta a cualquier culto y donde se puede tomar un café), el moderno teatro y el Stadtcasino Basel, el principal auditorio de la ciudad, con una acústica que se cuenta entre las mejores del mundo.

Fuente Tinguely en el triángulo de la cultura de Basilea. Foto: Turismo de Basilea.

Cerrado entre 2016 y 2020, ha sido totalmente rediseñado por los arquitectos Herzog & De Meuron después de que un referéndum tumbase el proyecto vanguardista planteado por Zaha Hadid y hoy programa regularmente espectáculos que van desde la ópera al jazz.

Justo en la plaza (Steinenberg, 7), el restaurante Kunsthalle ofrece el broche perfecto para esta mañana cultural. De corte clásico, con hermosas lámparas y pinturas murales, ofrece una carta tradicional y buena selección de vinos de la zona.

Cerrado entre 2016 y 2020, el Stadtcasino es el principal auditorio de Basilea. Foto: Turismo de Basilea.

También atesora uno de los jardines más especiales de la ciudad, para comer a la sombra de los castaños, y una escultural lámpara que el arquitecto y diseñador Verner Panton, habitual del restaurante, ideó para su propia casa y que ahora cubre íntegramente el techo de uno de sus salones.

Callejuelas medievales

Tomando la Freie Strasse, la calle comercial por excelencia de Basilea, ponemos rumbo a la Marktplazt, sede del Ayuntamiento, el otro gran edificio construido en piedra roja de la ciudad y con cinco siglos de historia.

Desde aquí el plan es callejear por el trazado medieval a ambos lados de las laderas del Birsig. Nos sorprenden rincones llenos de color, algunos de ellos con impresionantes jardines interiores, galerías de arte y muestras de street art como los murales de Space Invaders y The London Police, o una de las tiendas de adornos navideños más famosas del mundo, la de Johann Wanner (Spalenberg, 14), con 500 m2 en los que se condensan 50 años de tradición y delirio en torno a la Navidad.

Las callejuelas de Basilea sorprenden con su color y animación. Foto: Mar Nuevo.

Y volcados en las tradiciones, terminamos con una cena con fondue de queso en el restaurante Walliser Kanne (Gerbergasse, 50), imposible parar de mojar pan en la exquisita mezcla de quesos hasta llegar al fondo de la cazuela. Un tradicional licor de albaricoque es el broche final de esta cena y de estas 48 horas en Basilea.

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