Llandudno, el país de las maravillas

En Gales, una pequeña ciudad balneario de nombre Llandudno fue el lugar donde Lewis Carroll encontró a su Alicia del país de las Maravillas

Muelle histórico de Llandudno. Foto: ©Lee Beel | VisitBritain.

En la costa norte de Gales, una pequeña localidad parece adormecerse al compás de las olas del mar de Irlanda. Se trata de Llandudno, un pueblo-balneario que vivió su época de esplendor durante el siglo XIX, cuando lo mejor de la aristocracia inglesa pasaba allí unos veranos en los que no faltaban la relajación y el lujo.

Siglo y medio más tarde, su benigno clima le ha permitido retener gran parte de su atractivo turístico, pero no es ese el único motivo. Y es que las antiguas casas victorianas y las playas de Llandudno guardan otro secreto que tiene que ver con un país lejano y ficticio: el País de las Maravillas.

Los veranos de Lewis Carroll en Llandudno y el descubrimiento de Alicia

El famoso escritor británico Lewis Carroll pasó varios veranos en Llandudno a mediados del siglo XIX. Ya sea por azar o destino, fue allí donde, en 1861, conoció a una pizpireta niña de 8 años, llamada Alice Pleasance Liddell.

Los Liddell tenían su residencia justo al lado de la de Charles Dodgson quien, para el que no lo sepa, escribió sus libros bajo el pseudónimo de Lewis Carroll.

Lewis Carroll encontró en Llandudno la inspiración para su obra más conocida. Foto: PM Photography.

El escritor enseguida quedó prendado de la frescura y naturalidad de una Alice que no dejaría de vivir aventuras durante ese y los otros períodos estivales que pasó en Llandudno. La muchacha, según se ha especulado, inspiró a Carroll para crear su personaje más famoso.

Las rutas de ‘Alicia en el País de las Maravillas’ de Llandudno

La prueba de que esta teoría sobre Alice Liddell se tomaba realmente en serio llegó en 1933, cuando se inauguró la estatua del Conejo Blanco en la ciudad. Desde entonces, Llandudno no ha cesado en sus esfuerzos para profundizar en su nexo de unión con la fantástica narración de Carroll.

Foto: JM Photography.

Así llegaron más estatuas –como las cartas de la baraja o el inquietante gato– y se crearon distintas rutas temáticas sobre Alicia en el País de las Maravillas. Seguirlas es una forma muy imaginativa y original de descubrir esta magnífica población galesa.

Siguiendo al Conejo Blanco

Quizás la ruta del Conejo Blanco sea la más popular de todas.

Partimos desde El Barrio de los Corazones (Hearts Quarter) de Llandudno para pasar cerca del Ayuntamiento y entrar en la calle Madoc, junto a la que se halla una estatua de mármol del Conejo Blanco que fue creada para conmemorar el centenario de Carroll.

Llandudno hace gala de su nexo de unión con la fantástica narración de Carroll con estatuas de recuerdo y rutas temáticas

Caminando hacia el bello paseo marítimo de la ciudad -de inconfundible aire victoriano– es momento de hacer una parada en la magnífica Galería Mostyn, un lugar donde hallarás seis galerías en las que se exhiben obras de artistas y artesanos contemporáneos galeses y extranjeros. Además, también posee una interesante tienda de artesanías y una agradable cafetería.

Galería Mostyn en Llandudno. Foto: ©Lee Beel | VisitBritain.

Unas minas históricas

Tras pasar otra escultura del Conejo Blanco –ésta hecha en madera-, la ruta nos lleva ahora al Barrio de los Tréboles (Spades Quarter), que es adyacente al paseo marítimo que escolta a las arenas de la apacible playa de North Shore.

Desde aquí se disfruta de unas inmejorables vistas de Great Orme, el monte que tiene el honor de poseer las minas de cobre prehistóricas más grandes del mundo. La explotación de esas minas comenzó hace 4.000 años. Se pueden visitar y tal aventura te ofrece una extraordinaria visión de la Edad del Bronce en el Reino Unido.

Se puede subir al monte Great Orme. Foto: JM Photography.

El muelle más largo de Gales

Como un viejo y fibroso brazo se interna en el mar el muelle de madera de Llandudno. Se trata del más largo de Gales y desde él, dando la espalda al mar, podemos comprobar lo poco que han cambiado los hoteles de primera línea de playa de este antiguo balneario de primer nivel.

Entre ellos destaca el Hotel St George’s. Al cruzar sus puertas parece que nos hemos introducido en una máquina del tiempo. Todo allí parece de la época victoriana y el director se vanagloria de que fue en una de las habitaciones del hotel donde Lewis Carroll escribió parte de Alicia en el País de las Maravillas.

El Hotel St George’s y el muelle de Llandudno. Foto: Matthew Wilcox.

Un parque surrealista y un impresionante teleférico

La siguiente parada de la ruta nos lleva a Happy Valley, un lugar ideal para soñar despiertos.

Este parque surrealista regala una bella panorámica y está plagado de esculturas relacionadas con la obra de Carroll. Aquí puedes incluso jugar una partida de croquet.

Para encontrar unas vistas aún mejores, tendremos que subirnos al teleférico más largo del Reino Unido, el cual nos transportará a la cima del Great Orme. Desde allí tendremos Llandudno a nuestros pies.

El teleférico ofrece una maravillosa perspectiva de Llandudno. Foto: Pawel Libera.

El Barrio de Picas

Descendemos de nuevo a Llandudno para reponer algo de energías en el Barrio de Picas, donde se hallan los mejores restaurantes, cafeterías y bares de la ciudad.

Sería imperdonable marcharnos de él sin probar el espectacular fish & chips de Fish Tram Chips –ganador de concursos gastronómicos– y una pinta de cerveza local.

Foto: Fish Tram Chips.

Última parada: el Barrio de los Diamantes

Nos acercamos hacia el final de una travesía en la que, si tenemos algo de fortuna, conseguiremos escapar de las garras de la malvada Reina de Corazones.

En el Barrio de los Diamantes podremos comprobar las vistas que pudieron hacer soñar a aquella joven desenfadada y aventurera llamada Alice Liddell. No es complicado imaginarla asomada a su ventana, contemplando la bella silueta de las montañas de Snowdonia, una tierra que, por si fuera poco, esconde los secretos de otra leyenda: la del Rey Arturo y sus caballeros.

Y es que en Llandudno nada es lo que parece. La última prueba la tienes justo a la entrada del restaurante Lilly, donde una enorme estatua del gato de Cheshire te observa sin pestañear. Para digerir el sobresalto, nada como entrar en el restaurante y pedir una pinta de cerveza El Sombrerero Loco. No podría existir un mejor final de ruta e historia.

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