Los atardeceres más sabrosos están en los puertos de Menorca

No hace falta tener una embarcación para llegar a los puertos menorquines y cuando cae el sol dejarse llevar por las propuestas de cocina marinera de sus restaurantes

Cada puerto tiene secretos para descubrir. Foto Piqsels

Si ya se tuvo la oportunidad de ver la caída del sol en las escarpadas calas de Menorca, y si ya se hicieron todas las fotos posibles con el disco naranja del sol por detrás de algunos de los faros de la isla balear, es momento de vivir el atardecer desde otros lugares diferentes pero no menos mágicos: sus puertos.

Aquí la idea no es quedarse con los ojos doloridos mientras se ve el ocaso, sino de llegar en esa incierta hora en que algunos buscan mesa para iniciar una ronda de cócteles y otros piden pista para una cena temprana.

Menorca cuenta con cuatro puertos, cada uno con su variada propuesta: el más grande es el de Mahón, el de Ciutadella presume de los mayores valores históricos, el de Fornells es buscado por los que quieren un espacio relajado y el de Sanitja es un refugio natural donde no hay más que un pequeño muelle de madera.

Puerto de Mahón

El puerto de Mahón sorprende por su longitud teniendo en cuenta el tamaño de la capital de Menorca. Pero no es extraño, porque la ciudad creció junto al mar, y se extendió al vaivén de conflictos políticos, avances industriales y la expansión del turismo.

El puerto de Mahón es el más grande del Mediterráneo y el segundo de mayor tamaño de Europa

Por allí han pasado romanos, bizantinos, musulmanes y británicos; y cada uno dejó alguna huella en su historia.

Restaurantes del puerto de Mahón. Foto Turismo de Islas Baleares

Es el puerto natural más grande del Mediterráneo, con un calado capaz de recibir a los transatlánticos más grandes del mundo y con unas vistas panorámicas que se extienden al Castillo de San Felipe y los islotes del Rey y del Lazareto.

Muchos restaurantes se han instalado en las casas de paredes blancas y ventanas verdes, con sus toldos desplegados que le dan un encantador toque pueblerino.

Vistas del puerto de Mahón. Foto Luigi Rosa – CC

Entre los locales recomendados están el restaurante mediterráneo Arjau, Can Nito La Marina, Il Porto, el elegante La Minerva, Sa Lliga, el Aqua Marítim, la rústica Sa Taverna d’es Port, L’Arpó y Chef Montes; entre muchos más.

Puerto de Ciutadella

Cruzando la isla de extremo a extremo llegamos a Ciutadella, la primera capital de Menorca y custodio de interesantes edificios históricos como su catedral, el bastión de Sa Font o la plaza de Ses Voltes.

Historia y gastronomía en el puerto de Ciutadella. Foto Arxiu AETIB

Su puerto es más pequeño y estrecho que el de Mahón, pero conserva una animada vida en sus terrazas, un punto de encuentro social que se remonta desde la Edad Media.

Presenta una extensión de 1,1 kilómetros y su trazado se angosta desde los 110 a 15 metros, donde los barcos de pesca de la Ribera Norte conviven con los grandes yates que invaden el lugar en verano

En el lugar se concentra una veintena de mercadillos a los que se accede desde la plaza Es Born, donde se pueden comprar elaboradas artesanías que no se obtienen en ningún otro sitio, así como productos como los famosos quesos de Mahón-Menorca.

Atardece en Ciutadella. Foto Pedro Coll – Arxiu AETIB

Cuando cae el sol y se encienden las luces de los restaurantes, que iluminan las aguas, es hora de descubrir la cocina marinera de S’Amador (con unas bonitas vistas del entorno), las langostas y moluscos de Es Forat, y las propuestas de Cafè Balear, el Restaurante Club Nàutic Ciutadella y el Coa de Peix.

Puerto de Fornells

A fines de julio Fornells viven sus noches más intensas por los ‘jaleos’ de las fiestas de Sant Antoni, con los caballos que en dos patas tratan de abrirse camino en la multitud.

Es el momento de mayor intensidad en esta localidad, dueña de un bonito puerto que el resto del año -sobre todo fuera de temporada- vive en una tranquilidad permanente.

Puerto de Fornells, donde reina la tranquilidad. Foto Antonio Garrido – Arxiu AETIB

El puerto de Fornells es recomendado para quienes quieran probar la mejor caldereta de langosta en un ambiente relajado

Con un frente de casas encaladas, este antiguo puerto de pescadores ha derivado a la náutica deportiva pero sin olvidar sus orígenes.

Gracias a los cinco kilómetros de profundidad y los dos de amplitud el puerto es un refugio ideal para practicar deportes náuticos, ya sea surf ante los vientos suaves o buceo gracias a las aguas cristalinas.

Sus restaurantes son famosos por la calidad de la caldereta de langosta, como dan fe en Sa Llagosta, Es Mosset de Fornells, Sa Rumbada y El Pescador.

Puerto de Sanitja

Los romanos ya habían visto las bondades de refugio que tenía el actual puerto de Sanitja, que ofrecían el reparo necesario cuando la tramontana imponía su presencia ventosa.

El solitario puerto de Sanitja. Foto Jaume Capella – Arxiu AETIB

Ubicado a mitad de camino entre Es Mercadal y el Faro de Cavalleria, en la franja norte de la isla, en el lugar hay un pequeño muelle de madera y un puñado de barcos, algunos de recreo y otros de pesca, que se mecen suavemente.

Aquí no hay bares y restaurantes para dejar pasar las horas, es un entorno apenas explotado a pesar de su antigua historia, un paréntesis de naturaleza que se combinan con las visitas al faro, desde donde se ve una de las puestas de sol más bonitas de Menorca.

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