Weimar: la armonía perfecta entre clasicismo y Bauhaus

La ciudad turingia atrajo a la flor y la nata del romanticismo, fue cuna de la Bauhaus y sigue magnetizando a quienes tienen el privilegio de conocerla

Las calles de Weimar son un auténtico paseo por la historia. De la era clasicista de palacios y casonas barrocas se pasa con solo doblar una esquina al testimonio arquitectónico mas importante del siglo XX, el movimiento Bauhaus, que desde esta ciudad Turingia se propagó por el mundo entero, entrando a formar parte del legado de la Unesco en 1996.  

Fundada en Weimar por el arquitecto Walter Gropius, secundada por Hannes Meyer en Dessau y por Ludwig Mies van der Rohe en Berlín, la escuela que unió arquitectura, artesanía y artes plásticas creció a la par de la recién nacida República de Weimar, consecuencia de la derrota del II Imperio alemán.

Probablemente la más célebre empresa sueca de muebles haya aplicado en su concepto la practicidad y la estética que pregonaba la escuela Bauhaus

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Pese a su efímera vida -sucumbió al nazismo el 12 de abril de 1933- la influencia de la escuela fue decisiva en el devenir de los tiempos. Lo que vino a llamarse un canto a la vida cotidiana Bauhaus (Casa de la Construcción) recuperó los métodos artesanales en la actividad constructiva, elevando su valor al mismo nivel que las Bellas Artes e intentando comercializar los productos que, integrados en la producción industrial, se convertirían en objetos de consumo asequibles para el gran público.

Escuela de Artes y Oficios de Weimar. Foto Manena Munar.

Escuela de Artes y Oficios de Weimar. Foto: Manena Munar.

Una de sus construcciones clave fue la Escuela de Artes y Oficios, hoy parte de la Universidad Bauhaus, diseñada por el belga Henry van der Velde. La que comenzase con apenas 150 alumnos imparte hoy clases a 4.000 de 71 países.

Por sus instalaciones se puede entrar libremente a cualquier hora del día, e incluso charlar con los alumnos que no dudaran en acompañar a los huéspedes enseñándoles la oficina de Walter Gropius, explicándoles  el origen y el sentido de los mil y un detalles que sorprenden en la magnífica escalera de forma elíptica, pasillos o habitaciones, como las figuras geométricas en rojo azul y blanco realizadas por estudiantes según los cánones de Paul Klee y expuestas en la primera exposición de 1923.

En 2019, con motivo del centenario de la escuela Bauhaus, Weimar inauguró un nuevo museo diseñado por la arquitecta Heike Hanada

Nuevo Museo Bauhaus

También visita obligada, el nuevo y recién inaugurado Museo Bauhaus, levantado en 2019 con motivo de su centenario, es obra de la arquitecta Heike Hanada, profesora en la Universidad Bauhaus de Weimar y gran admiradora de Mies van der Rohe. Su estructura consiste en un minimalista cubo de hormigón.

Nuevo museo Bauhaus de Weimar. Foto EFE.

Nuevo museo Bauhaus de Weimar. Foto: EFE.

Dirigido por Ulrike Bestgen, el nuevo espacio está destinado a ofrecer exposiciones sobre el movimiento que cambió el diseño del mundo occidental.

Para completar este viaje a través de la Bauhaus, nada mejor que comer en el Café Gretchens, cerca de la Universidad Bauhaus, un restaurante familiar donde el chef Christian Franz ofrece una cocina creativa en un ambiente distendido.

Tres veces nominada por la Unesco

Volviendo la vista al pasado encontramos otra Weimar. Una ciudad que, gracias a los duques de Sajonia-Weimar-Eisenach, gozó de un enorme testimonio cultural del que dan buena cuenta sus palacios, castillos, y la imprescindible biblioteca de Anna Amalia de Brunswick-Wolfenbüttel.

MansioÌn barroca de Cranach el Viejo. Foto Getty Images

Weimar tiene también muestras de arquitectura barroca y rococó. Foto: Getty Images.

A todo ello hay que añadir que la recoleta y bella ciudad está envuelta en jardines, tanto que el escritor Adolf Stahr denominó Weimar como un “frondoso parque que contiene una ciudad”, y el ilustrísimo poeta y dramaturgo alemán, Johann Wolfgang von Goethe se instaló en Weimar alegando, “Te sientes grande y libre con esta esplendorosa belleza ante tus ojos”.

La Weimar clásica en la que se incluye su ruta paisajística de jardines y parques ha sido otro atractivo más de de la ciudad que la Unesco ha tenido a bien incluir en su patrimonio en 1998.

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Tras las huellas de Goethe

El propio Goethe tras vivir una temporada en un bucólico cottage de la ribera del Ilm, se trasladó a la mansión de Frauenplan, el actual Museo Goethe, en el centro de la ciudad, donde vivió casi cinco décadas ejerciendo de consejero del duque Carlos Augusto, dirigiendo el teatro y ocupándose de la biblioteca barroca de su patrocinadora y gran amiga Anna Amalia, madre de Carlos Augusto, mecenas y compositora que puso a Weimar en el mapa gracias a la labor intelectual en La corte de las musas que vendría a completar su hijo.  

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En 2004 un incendioÌ dañoÌ la biblioteca Anna Amalia y muchos de sus fondos. Foto: EFE.

En la casa museo de Goethe se pueden observar interesantes esculturas, pinturas y recuerdos de su estancia en Italia que le conmovió profundamente llevándole a escribir Viaje a Italia.  

La biblioteca ducal, antes del catastrófico incendio de 2004, albergaba un millón de libros entre los que cabe destacar una versión de la Biblia de Martín Lutero del siglo XVI, documentos de Alexander von Humboldt, volúmenes de Shakespeare, y obras de Schiller y Goethe, un fondo literario incluido también en el patrimonio de Memoria del Mundo de la Unesco desde 2002.

Weimar se volvió una meca de peregrinación cultural de los siglos XVIII y XIX. Allí vivieron entre otros, Schiller, gran amigo de Goethe, Wieland, Herder, Liszt, Bach

Las llamas devoraron un importante legado de la biblioteca que reabrió sus puertas ya restaurada en 2007. Cerca de la biblioteca de Anna Amalia se encuentra un ACC Café, de cocina altamente recomendable.

Una escultura recueda la amistad de Goethe y Schiller. Foto Getty Images.

Una escultura recuerda la amistad de Goethe y Schiller. Foto: Getty Images.

A la entrada del teatro que el mismo Goethe inauguró se alza el monumento a los dos genios, Goethe y Schiller, unidos por una corona de laureles que ambos sujetan como símbolo de una amistad que duró hasta la temprana muerte de Schiller dejando a Goethe devastado «He perdido un amigo y con él la mitad de mi existencia».  En el cementerio histórico descansan los restos de estos dos hombres excepcionales, claves en el desarrollo de la cultura germana.

De vuelta al presente

La animación sigue en la ciudad sajona a través de los siglos y en la Plaza del Mercado siempre pasa algo, ya sean conciertos, exposiciones o mercadillos de productos que marca la estación del año.

Marktplatz en Weimar. Foto Getty Images.

Marktplatz y Ayuntamiento de Weimar. Foto: Getty Images.

Se trata de un punto ineludible, más teniendo en cuenta que le bordea el ayuntamiento neogótico, la casa barroca del célebre pintor y diseñador de grabados en xilografía Cranach el Viejo, y el legendario Hotel Elephant por donde desfilaron todo tipo de personajes relacionados con la política, las artes, la cultura e incluso la religión. Pasar la noche en el hotel es recrear la historia de Weimar entre una decoración exquisita y todos los mimos que este cinco estrellas ofrece a sus huéspedes, incluida la cuidada gastronomía de su excelente restauración.

 

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