Florencia: el pasado sabe mejor en sus cafés históricos

Florencia es mucho más que Renacimiento: en sus calles se encuentran emblemáticos cafés de mediados del siglo XIX y principios del XX que conservan su elegante prestigio

Caffè Gilli

Caffè Gilli

Cuando uno haya visto las maravillas renacentistas de Florencia, como el Palacio Viejo con la celosa custodia del David o las obras de arte de la Galería de los Oficios, puede poner rumbo a la Plaza de la República, donde se concentran tres cafés históricos que aportan una elegante cuota de encanto a la ciudad de los Médici.

Estos son el Gilli, el Giubbe Rosse y el Paszkowski, famosos centros de debates y cultura, cuna del movimiento futurista florentino, intercambio de ideas, pasarelas para ver y ser vistos, templos de una forma de pasar el tiempo en una de las ciudades más fascinantes de Italia.

Pero no son los únicos, hay otras cafeterías centenarias que también vale la pena visitar y sorprenderse por sus chocolates, pasteles y otras delicias gastronómicas.

La elegancia del Caffè Concerto Paszkowski 2
La elegancia del Caffè Concerto Paszkowski.

Caffè Concerto Paszkowski

La cervecería abierta en 1846 cambió de estética cuando la familia polaca Paszkowski se puso al frente, que lo transformó en el Caffè Centrale, luego Caffè Concerto Paszkowski.

Importante punto de encuentro de la cultura en la primera mitad del siglo XX, las tertulias literarias y presentaciones como las del movimiento del hermetismo se matizaban con conciertos como los de la Banda Paszkowski y los de una orquesta femenina, una rareza por esos años.

La decoración del Caffè Concerto Paszkowski lo llevó a ser designado monumento nacional

Desde la posguerra, tras la modernización de sus interiores, el local derivó en un cabaret, veta que mantiene hoy en día. Pero también es un lugar para relajarse en su salón de té, donde su elegante decoración le llevó a ser designado como monumento nacional.

Fachada del Caffè Concerto Paszkowski 3
Fachada del Caffè Concerto Paszkowski

Caffè Gilli

Es el más antiguo de Florencia y el único café de estilo belle époque que podemos encontrar en la ciudad, con sus arañas de cristal de Murano, las paredes de color marfil, los frescos de los techos y los arcos que aportan una estética para mirar y admirar.

Pero si hay un punto que es fotografiado desde todos los ángulos es la barra de estilo neo clásico, diseñado por el estudio Coppedè.

Caffè Gilli, el más antiguo de la ciudad
Caffè Gilli, el más antiguo de la ciudad

Los orígenes del Caffè Gilli, como atestiguan las bonitas cajas azules de sus bombones, se remontan a 1733, cuando una familia suiza abrió una pastelería en via Calzaiuoli. En 1920 aterrizó en la Plaza de la República, donde rápidamente se convirtió en meca de los intelectuales, que alternaban sus mesas y debates con el Paszkowski y el Giubbe Rose.

En este lugar fue donde se hizo la famosa foto de Ruth Orkin ‘Chica americana en Italia, 1951’, donde la joven estadounidense Ninalle Craig camina frente al bar mientras concentra las miradas de un grupo de hombres.

La famosa foto Ruth Orkin frente al Caffè Gilli

Le Giubbe Rosse

Abierto en 1827 como una cervecería apreciada por la comunidad alemana, el nombre de Le Giubbe Rosse (chaquetas rojas) proviene del uniforme de los camareros.

Allí fue donde se publicó el Manifiesto Futurista de 1909, movimiento que proponía, con una carga de ironía, “quemar los museos y las bibliotecas” para cortar los lazos con el pasado y apostar por el futuro en plena efervescencia de adelantos tecnológicos como la electricidad, el telégrafo y los aviones.

Le Giubbe Rosse, cuna del movimiento futurista

El café fue un epicentro de intelectuales italianos y extranjeros, donde el círculo de ajedrez adquirió una fama que llegó más allá de Italia.

En sus mesas nació la revista literaria Solaria, que difundió las obras de Virginia Woolf, James Joyce y Frank Kafka al público italiano.

En las mesas de Le Giubbe Rosse nació el movimiento futurista de Italia, que proponía cortar lazos con el pasado para apostar por la revolución tecnológica

Tras un par de décadas en decadencia, en 1991 los hermanos Smalzi tomaron los mandos del café y le volvieron a dar una estampa de centro cultural.

Así se ve en las paredes del salón elegante pero algo informal, donde se pueden ver cuadros realizados bajo la estética futurista.

Caffè Bianchi

En la plaza San Felice, a pasos del palazzo Pitti, en 1920 Pasquale Bianchi abrió una tienda donde se vendía desde tabaco y medicamentos (¿!) a bebidas y café. Su hijo Bruno mudó el local en un solar vecino, aunque no mucho más grande.

Allí mejoró la decoración y añadió el despacho de vinos y pasteles. El negocio siguió pasando de generación en generación, donde el nieto Luciano y su hijo Jacobo siguen al frente.

Caffè Bianchi, pequeño y antiguo
Caffè Bianchi, pequeño y antiguo.

El aroma del café recién tostado invade las calles del barrio de Oltrarno, y hace 30 años el café se renovó con fidelidad al estilo clásico, con su barra de mármol rosa y su puerta negra de vidrio y hierro.

Pasticceria Bar Ruggini

No es un café como esos grandes establecimientos de la Plaza de la República. Es más, ni siquiera está en Florencia sino en la vecina localidad de Pontassieve.

Delicias del Caffè Ruggini
Delicias del Caffè Ruggini

Pero vale la pena llegar a este pueblo para tomar un chocolate caliente en sus mesas de mármol con cruasanes o pasteles que le dan una merecida fama a este establecimiento con más de 100 años de vida.

Riccardo, el tercero de la generación Ruggini, lleva el timón del negocio abierto en 1914, famoso por sus tarteletas, los pralinés y los postres de nata y chocolate, que se producen en un horno que funciona desde 1960.

Rivoire

Si hablamos de chocolates, pocos pueden hacer sombra a la preparación del Rivoire, fundado en 1872 por un experto de Turín que presentó una nueva forma de servir el chocolate a la taza a los fiorentinos.

Las vistas al Palacio Viejo desde el Caffè Rivoire
Las vistas al Palacio Viejo desde el Caffè Rivoire

Los hermanos Bardelli, que tomaron el relevo, mantienen el prestigio de la casa, donde los granos de cacao tostados conquistan con su aroma en las mesas que miran al Palacio Viejo, la cuna del poder renacentista de Florencia.

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