La Isla Verde o cómo vivir en un barco de tierra y arte

Al amparo del sol y a la sombra del macizo de Montserrat se alza un Earthship & Artship totalmente sostenible: vivir de otro modo es posible

Foto: La Isla Verde.

Foto: La Isla Verde.

Atrás queda la carretera que abre paso a un camino de tierra bordeado por la foresta propia de la región del Penedés, pinos, higueras, y arbustos de jara, tomillo y romero. La imagen magnificente, inquietante, del macizo de Monserrat se alza sobre la zona.  Un kilómetro, dos, quizás tres, y aparece una senda que debe conducir a algún lugar, a un vergel. Una bonita masía se adivina en la lejanía, más bella según se acerca. Está situada en los linderos de Els Hostalets De Pierola que siendo el municipio con el patrimonio paleontológico más importante de Cataluña, organiza ‘paleorutas’ por la zona

A la entrada nos espera la dueña de Isla Verde, Earthship-Artship Beatriz Ayuso Audry, mexicana de origen y casada con Félix Egea Krier, de madre alemana y padre catalán, que ha escogido este rincón a la sombra del macizo de Montserrat para dar forma a un proyecto que rebosa creatividad.

Antes de comenzar el relato, sin embargo, se impone hacer un pequeño retrato de nuestra anfitriona. Morena, pequeñita, de radiante sonrisa, sus ojos lo miran todo y todo lo ven. De su charla llena de energía, aderezada por ese acento mexicano cálido y contagioso, se traslucen ilusión y una enorme alegría de vivir. Estudio hostelería, naturopatía, cocina e historia del arte, materia que le llevó en 2016 al proyecto Mother Earth Circle, una instalación inspirada en la escultura de Guido Dettoni, una forma redonda, envolvente, que hace reflexionar, especialmente a los niños, sobre la tierra y la responsabilidad hacia ella. 

Beatriz Ayuso Audry y Félix Egea Krier. Foto Elisabeth Delaguard
Beatriz Ayuso Audry y Félix Egea Krier. Foto: Elisabeth Delaguard.

Bea, como la llaman familiarmente explica Mother Earth Circle sigue su curso. Tenemos en mente organizar talleres de arte en Isla Verde, crear esculturas que puedan ser habitadas, desarrollar conciencia ecológica a través del arte e, incluso, intentar inspirar con nuestro ejemplo a otros Earthships”.

Qué es un Earthship

Beatriz habla nada menos que cinco idiomas. Interesada en el arte y la ecología como hemos visto, se entiende el porqué Isla Verde responde al apelativo de Earthship -un concepto arquitectónico, también llamado nave tierra, desarrollado hace casi 50 años por un grupo de arquitectos con Michael Reynolds a la cabeza que promueve viviendas ecológicas, autosuficientes, construidas a partir de materiales reciclados-. En este caso, además, habría que añadir el término de Artship.

Earthship -barco de o nave tierra- es un concepto arquitectónico que promueve viviendas ecológicas, autosuficientes y construidas a partir de materiales reciclados

Su complemento ideal está en Félix, con estudios de arquitectura e ingeniería aeroespacial que, habiendo trabajado en proyectos del empresario Abel Matutes en hoteles de Ibiza, Menorca, Italia, República Dominicana y México, decidió volcar toda su experiencia en la masía de sus bisabuelos en el Penedès. Fuertemente vinculado al mar y comprometido con la sostenibilidad, desarrolló la idea en torno a un barco, “un Barco de Tierra y Arte en una masía catalana del siglo IX con ingeniería alemana del siglo XXI”, explican sus propietarios a Tendencias.   

Entorno de la Isla Verde. Foto La Isla Verde.
La vida al estilo ‘La Isla Verde’. Foto: La Isla Verde.

Por qué La Isla Verde

¿Cómo empezó todo?  Los ojos negros y soñadores de Beatriz brillan aún más cuando se dispone a contar su bonita historia: “Tanto mi marido como yo llevamos tiempo luchando por un mundo sostenible. Soñábamos con poner en práctica una forma de vida que respetase el planeta y sirviese de ejemplo para demostrar que SÍ es posible. Por ejemplo, llevamos ya diez años desconectados de los cauces habituales de energía; aquí la obtenemos a través de paneles solares”.

Respetando siempre la masía antigua se integraron las últimas novedades tecnológicas. “España, dadas sus condiciones climáticas, es un país perfecto para la sostenibilidad, para un Earthship”, subraya nuestra anfitriona. Hay placas de agua y placas de electricidad. Sale el sol y calienta el agua que, almacenada en un depósito, pasa a la instalación del suelo para su distribución por la casa. “Si no hay sol, se prende la Winter Matic, la joya de la corona” especifica Beatriz. Funciona con pellets, madera comprimida. “Además tenemos el generador de apoyo, que se nutre de gasolina. Viviendo en un Earthship no queda más remedio que barajar diferentes salidas, por si acaso…”.  

Ahora lo comparten con los visitantes que vienen desde cualquier rincón del mundo. “Por supuesto, Monserrat son la montaña y la abadía. Además, nosotros vendemos privacidad y naturaleza. Vienen especialmente nórdicos, noruegos, suecos, y otras nacionalidades que buscan un lugar discreto para reunirse con familiares que llegan de todas partes del mundo”.

Además, “en cualquier temporada del año, especialmente en la baja, llegan los escapistas de Barcelona que buscan escalar Monserrat, a solo 37 km de La Isla Verde”.

Fachada de la masía del siglo IX. Foto La Isla Verde
Fachada de la masía del siglo IX. Foto La Isla Verde.

El mundo de Beatriz

Beatriz se mueve de un lado para otro enseñándonos este rincón lleno de flores, la huerta y el invernadero donde crecen todo tipo de hortalizas ecológicas, la hiedra que apunta colores otoñales trepando por las paredes. Señala la “pileta”, una antigua balsa convertida en piscina que se abastece de agua de manantial, y el jardín decorado con muebles de Bali y vistas a los viñedos del vecino.

“La casa tiene un movimiento circular” explica Beatriz. Anima a disfrutar de todos los espacios, como el salón con chimenea o la cocina exterior para preparar la comida al aire libre.

“Tanto fuera como dentro de la masía predominan los muebles que trajimos en contenedores desde Indonesia. Aunque hay detalles que son nuestro corazón, como este plato de barro antiguo que encontramos dentro del horno”. Las lámparas que ofrecen una luz cálida y acogedora no son otra cosa que tela de saco convertida en farolillos de pared -gracia y el arte de Beatriz mediante- o bien elaboradas con materiales que trajeron de México.

Baño incrustado en una antigua cuba de vino de la masía. Foto Manena Munar.
Baño incrustado en una antigua cuba de vino de la masía. Foto: Manena Munar.

Detalles ibicencos

Las seis habitaciones y cinco baños que componen el piso de arriba de la masía se asemejan a un barco, con camas que recuerdan a las que se encuentran en los camarotes. Además, “al vivir en Ibiza, los muros blancos de las casas ibicencas nos influyeron mucho a la hora de decorar la casa”, apunta Beatriz.  Como curiosidad, uno de los baños está construido en lo que era una cubeta para el vino. Hay una puerta de ascensor antiguo. Objetos de aquí y de allá que dan forma a un lugar insólito y bello.

Los baños son suecos y separativos para cinco tipos de aguas que se dividen y utilizan a conveniencia. Beatriz habla sobre el Certificado de la Biosfera que están a punto de recibir y en cómo su marido es un especialista en energías sostenibles.

Un ladrillo, una hogaza de pan

Al hablar de los orígenes de la casa hecha de adobe Beatriz comenta que “no hay ladrillos, es simplemente tierra y agua. En la época en la que se levantó la casa, cada ladrillo equivalía a un pan. Había que dejar de comer una hogaza para tener un solo ladrillo”. Las masías crecían según iban teniendo hijos, se añadían dependencias. “Además, estaban hechas de forma que entraba poca claridad, parecían tener miedo del sol”.  Por eso, cuando la adquirieron, “metimos luz hasta en los armarios y ampliamos las ventanas que eran muy pequeñas”. Peor mantuvieron todo lo posible, como los lavaderos antiguos, “y hay todavía dos masías más por restaurar”, concluye.

La piscina, antigua balsa, se llena con el agua de un manantial. Foto Manena Munar.
La piscina, antigua balsa, se llena con el agua de un manantial. Foto: Manena Munar.

No se ocupan de la intendencia en cuanto a la restauración: “La gente suele traer  la comida para no tener que salir una vez aquí. Organizan sus barbacoas, se llevan bocadillos y picnic cuando salen a recorrer las rutas de la zona”.

Beatriz cierra la entrevista entregándonos un cesto repleto de apetitosas hortalizas y una copita de cava del vecino para brindar por el encuentro mientras señala la casita de la entrada, sel pequeño refugio privado que utilizan cuando no están en Sitges que es su residencia habitual.

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