Cinco increíbles viajes en tren para sentirse como un explorador del siglo XXI

Siguiendo los pasos de quienes exploraron Australia, Zambia, Canadá, el Ártico y el Tíbet, viajamos en estos trenes que combinan la aventura con el lujo

El Transtibetano, por los solitarios paisajes del Himalaya. Foto Sergi Reboredo

Ahora es fácil reclinarse en un asiento y contemplar el paisaje de desiertos, sierras, montañas y tundras heladas; pero hay que tener un respeto por aquellos exploradores que se lanzaron a lo desconocido, y que ahora podemos seguir sus huellas en varios viajes épicos en tren.

Algunos de los trayectos más increíbles sobre los caminos de acero están reflejados en Trenes por el mundo, de Sergi Reboredo (Anaya Touring), un paseo a través de 20 viajes de Europa, América, África, Asia y Oceanía.

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Una nueva edición

Reboredo sabe de lo que escribe. Periodista de profesión, trotamundo por vocación, se ha subido a la mayoría de los viajes propuestos, que van desde lujosos convoyes como el Venice Simplon Orient-Express o el Belmond Hiram Binghan Machu Pichu a otros modestos pero no menos fascinantes, como el Tren de la Selva de Madagascar o míticos como el Transiberiano.

Este libro se actualizó en su segunda edición con un nuevo diseño, más fotografías pero con el mismo espíritu que motiva el deseo de viajar.

En este caso vamos a descubrir aquellos trayectos que homenajean a exploradores o que atraviesan regiones requirieron el sacrificio de valientes hombres y mujeres para abrir nuevos caminos.

Royal Livingstone Express

Si hay que hablar de exploradores, el mejor ejemplo es David Livingstone. Este aventurero británico fue el primer europeo que contempló las cataratas Victoria, en 1855, uno de los hitos de su épica gesta en cruzar África de este a oeste.

En su búsqueda de las fuentes del Nilo se le perdió el rastro, y la misión liderada por Henry Stanley, con su frase “El doctor Livingstone, supongo” quedó en los anales de los viajes de exploración.

El Royal Livingstone Express al atardecer. Foto Sergi Reboredo

Sus recuerdos se pueden encontrar en Zambia, donde hay un museo; y en experiencias como el tren Royal Livingstone Express, que parte desde la ciudad que lleva el nombre del aventurero, y que en un viaje de cuatro horas acerca a las cataratas Victoria, en el límite con Zimbabue.

El tren Royal Livingstone Express sigue las huellas del explorador británico que contempló las cataratas Victoria en 1855

El convoy, para 90 personas, consta de dos restaurante, un salón y un coche de observación. “El Royal Livingstone es un tren decimonónico, totalmente restaurado, bellamente decorado y equipado con todos los lujos, que nos conduce por un singular recorrido evocando la historia de las exploraciones africanas”, indica Reboredo.

Tren del Círculo Polar

Las heladas superficies del norte de Noruega guardan las sagas de las conquistas vikingas, las historias orales del pueblo sami, y la tenacidad de generaciones de agricultores y pescadores que han logrado salir adelante en un entorno sumamente hostil.

Según describe el autor, el Tren del Círculo Polar es uno de los viajes nocturnos “más especiales del mundo” por la región de Nordland, “un paisaje típico de costas recortadas, numerosos fiordos e islas, montañas escarpadas y llanuras iluminadas en ciertos meses por las fosforescencias boreales”.

Este tren es el único que atraviesa el Círculo Polar Ártico. Foto Sergi Reboredo

También conocido como el tren del sol de la medianoche, es un viaje que parte desde Trondheim a Bodo, donde en 10 horas se pasa por 44 estaciones, casi 300 puentes y 154 túneles. Es la única línea que cruza el Círculo Polar Ártico.

Es un ferrocarril económico (menos de 20 euros el viaje), pero en vagones muy confortables y que permiten atravesar parajes de clima extremo con total comodidad.

Royal Canadian Pacific

Canadá es uno de los países más despoblados del mundo, apenas cuatro habitantes por kilómetro cuadrado.

A pesar de las misiones de exploración de británicos y españoles, y de las avanzadas de colonos franceses, holandeses, estadounidenses e ingleses, las tierras del oeste canadiense apenas contaban con la presencia de pueblos nativos.

Hasta que llegó el ferrocarril.

Uno de los trayectos más bonitos en el país norteamericano es el Royal Canadian Pacific, que rodea las imponentes Montañas Rocosas.

La belleza del oeste norteamericano a bordo del Royal Canadian Pacific. Foto Sergi Reboredo

Hay dos trayectos posibles: el Royal Fly-Fishing Adventure, recomendado para los amantes de la pesca con mosca; y el Royal Canadian Rockies Experience.

Este último recorre 1.050 km a lo largo de una semana, con Calgary como punto de partida en un viaje circular que rodea ese macizo montañoso.

Los hermosos y solitarios paisajes boscosos de las Montañas Rocosas se pueden descubrir en el trayecto del Royal Canadian Rockies Experience

En el viaje, en cómodos coches construidos entre 1916 y 1931 y renovados a todo lujo se atraviesan frondosos bosques, lagos de aguas turquesas, sitios emblemáticos como el Precipicio de los Bisontes y agitados ríos.

Transtibetano

Ahora es mucho más sencillo llegar al Tíbet, el techo del mundo, pero cabe recordar que esta región del Himalaya, anexionada por China, durante siglos fue un enigma al que pocos occidentales podían aportar algo de luz; como lo cuenta el alpinista Heinrich Harrer en Siete años en el Tíbet.

Actualmente se puede llegar en un tren que atesora varios récords: el Transtibetano es la línea más alta del mundo (superando los 5.000 mts), con 550 km a través de superficies congeladas, y con el puente ferroviario más largo del planeta, de 11,7 km.

“El Transtibetano para el régimen chino fue una proeza, para los tibetanos una forma de colonización”.

Sergi Reboredo

Es un trazado polémico: “para el régimen chino su construcción significó una proeza, para los tibetanos es una forma de colonización; para los ecologistas, un atentado contra el medio ambiente”, indica Reboredo.

El tren Qinghai Tibet o Transtibetano. Foto: Getty Images.

El viaje de dos días atraviesa 4.300 km desde Shanghái a Lhasa, donde se pasa por una diversidad de paisajes de la inmensa geografía china, hasta llegar a las despobladas mesetas tibetanas.

The Ghan

No hay forma de dominar al outback, el duro desierto australiano donde durante miles de años solo los escasos nativos de Australia pudieron adaptarse.

Desde mediados del siglo XIX un puñado de exploradores intentó abrirse camino en este paisaje árido de temperaturas extremas, donde la única forma de atravesarlo era con camellos importados de Afganistán.

El ferrocarril The Ghan (abreviatura de The Afghan) es un homenaje a ellos, en un trazado cuya construcción fue una proeza de la ingeniería.

The Ghan recorre las infinitas extensiones de Australia. Foto Sergi Reboredo

The Ghan Expedition transcurre por las infinitas soledades de Australia desde el norte, en Darwin, hasta el sur, en Adelaida; un viaje de casi 3.000 km de cuatro días en modernos coches decorados con lujosos detalles.

Es un trayecto para disfrutar con calma, donde además de las llanuras rojas y amarillas se pasa por cañones, llanuras, viñedos, y con el paso por íconos como el monte sagrado Uluru.

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