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Alicante, desde la Vega Baja: cosmopolita, tradicional y neuronal, que no radial
La provincia de Alicante tiene un 25% de extranjeros, carece de una centralidad aspiradora de liderazgos y una enorme diversidad con núcleos como Alicante, Elche, la Vega Baja, Denia, Alcoy o Benidorm
Imagen de la Comuna de Guardamar en Facebook
Entre un caldo con pelota (con sangre, por supuesto, y de pato salvaje, a poder ser) y unos langostinos con huevo frito, tomate y ñora verde (plato original de la comarca) se hace más sencillo entender a los de la Vega Baja. Sus empresarios ofrecen a la vez un profundo arraigo a las tradiciones y la enorme apertura que requiere el que está rodeado de extranjeros.
Un lugar para aproximarse (Economía Digital recibió la invitación) a este complejo equilibrio es la Comuna de Guardamar del Segura, de Paco Gómez, el que fuera presidente entre 2016 y 2018 de la Confederación Empresarial de la Provincia de Alicante (Coepa). Lleva más de 15 años reuniendo a un grupo de amigos (empresarios, directivos, militares…) convertidos en comuneros para comer los miércoles con la condición de tener la tarde libre.
Al principio varios tocaban la cocina. Ahora la comida casera y caliente llega hecha. No hay ninguna regla escrita pero se come con delantal. “Póntelo, te mancharás con los langostinos”, advierten.

Aunque la finca está ubicada en el término municipal de Guardamar del Segura, en la conversación sale más Rojales, pueblo conocido porque más del 50% de sus vecinos son extranjeros. “Rojales sigue siendo el mismo, con sus mismas tradiciones, después está donde están los extranjeros, pero no se mezclan y no afectan los unos a los otros”, explica un comunero.
En Alicante, el primer tema que siempre sale cuando se autodefinen es el de la población. Tener un 25% de la vecinos extranjeros marca mucho. Lo mismo ocurrió con la entrevista a Toni Pérez, presidente de la Diputación de Alicante, cuando hacía referencia a que la provincia tenía «un incremento poblacional que no está fijado en un segmento sino que está distribuida tanto en edad como muy repartida en toda la provincia».
Las conversaciones en la Comuna, que en estos entornos se hacen con la confianza tácita de que nos se desvelarán los detalles, van desde el viaje próximo a Sudamérica a la diferencia que hay entre los conceptos de “alegal” o “ilegal”. Se habla también de política, sintiendo desazón por la situación del alicantino que ahora preside la Generalitat Valenciana. La defensa de Carlos Mazón es firme en un entorno que se reivindica “comuna, pero no de comunistas”.
Entre las tareas tras la comida está leer el libro ‘Coepa, principio y fin de un pilar socioeconómico de la provincia de Alicante’. Versa sobre la patronal alicantina que desaparició en 2018 y que fue símbolo de un poder alicantino que se desmoronó. El prólogo es de César Quintanilla, próximo presidente de CEV Alicante, que forma parte de la nueva patronal autonómica que tendrá a Vicente Lafuente al frente.
Hay tonos de voz que sirven como punto de inicio para contar una historia. Cuando se señala con desprecio una foto del libro donde está Salvador Navarro, actual presidente de la CEV, porque la encuentran rápidamente al saber dónde esta en un libro de más de 200 páginas, y hablando tras haber leído todo lo escrito en Economía Digital sobre las elecciones en la CEV, la postura de los que están en la Comuna de Guardamar del Segura no requere mayor explicación.
El agravio que los alicantinos sufrieron al ver como su patronal provincial Coepa se hizo cenizas se asemeja a la distancia que se tiene con la CEV de Salvador Navarro, que no se ve patronal autonómica sino de una Valencia imperialista que no atiende la singularidad de Alicante. Este centralismo molesta especialmente en la provincia de Alicante, que su ADN tiene una configuración inversa.
Hay señales que marcan esta singularidad de la provincia, que por un lado es tremendamente abierta y cosmopolita al estar rodeado de extranjeros y por otra son autosuficientes y remarcan su singularidad dentro de su comarca. El aeropuerto se llama «Alicante-Elche Miguel Hernández». Esto es así porque Alicante y Elche, separados por poco más de 25 kilómetros, se consideran sustancialmente distintas de la otra. Alicante, capital de provincia, tiene 358.000 habitantes, mientras Elche tiene 243.000, lo que compara con Coruña (249.000) y Vitoria (258.000) o Granada (232.000), todas ellas capitales de provincia.
Esto hace que Elche, con sus tres patrimonios mundiales de la humanidad, viva al margen de la realidad cultural que tiene Alicante, hasta el punto de que alguna ilicitana es capaz de olvidarse hasta de cuando empiezan las Hogueras, que es la fiesta principal de Alicante, y considerar perfectamente laborable fechas en las que su vecino está de fiesta. Esta sorprendente independencia comarcal llega hasta extremos como los oídos al sur de la Comunitat Valenciana: «Uno de la Vega Baja no tiene necesidad de estar en Alicante».
Lo mismo ocurre con los de Denia, que son otra parte de una provincia de Alicante distinta, que se felicita por tener una luz especial y única, especialmente cuando se pasa el túnel del Mascarat, donde las púpilas se cierran en la oscuridad hasta que se vuelven a abrir con el skyline de Benidorm, que se considera un centro neuronal no sólo único en la provincia, sino con singularidad en toda España. Otro territorio completamente distinto a los nombrados es Alcoy. Si el centro de la Vega Baja es Torrevieja u Orihuela es un debate que no se abordó, esta vez, en la comuna.
Esta disparidad entre núcleos dentro de la provincia de Alicante que no guardan relaciones de dependencia con su capital y que atesora cada una singularidades económicas propias e independientes marca notables diferencias pero cuando los temas son empresa, economía, problemas y oportunidades. La visión desde Alicante es calcada a lo que se comenta en Murcia o en Valencia porque la singularidad se entremezcla con esa apertura y condición cosmopolita en la que se reproducen también en los problemas comunes.
Otra forma de conocer la singularidad de la provincia de Alicante está relatada por César Quintanilla en el prólogo del libro comentado. Dice que es necesario “una acción práctica de entender qué somos y de dónde venimos”. El hilo conductor para dicha acción es recordar COEPA, la patronal de Alicante que desde 1978 y durante 40 años quiso “impulsar a una provincia que, aunque contaba con elementos a su favor, no dejaba de estar en una posición de desventaja con el inicio de la democracia”.
El concepto antes mencionado de que la provincia de Alicante no es radial queda claro en unos los párrafos de Quintanilla. “La presencia de Coepa acercaba a todas las comarcas, las vinculaba y entretejía relaciones profundas entre ciudades y municipios de la costa con las del interior, del norte con las del sur. Y, sobre todo, hacía que nuestra Comunitat Valenciana fuera mejor, estuviera más cohesionada, dispusiéramos de objetivos comunes, mas vinculación entre el norte y el sur, donde nuestro centro era nuestra meta compartida de consolidar sociedades más justas, más cohesionadas y donde las empresas tuvieran más y mejores oportunidades de desarrollar sus propósitos”.
Esta definición de lo que las características que definen a la provincia de Alicante, con su carácter cosmopolita y tradicional, y esa distribución comarcal de los centros de decisión en los que se carece de una centralidad aspiradora de liderazgos, también queda claro en el último mensaje de Ceśar Quintanilla, que escribe como presidente de Uepal (Unión Empresarial de la Provincia de Alicante) pero que esta semana será el presidente de CEV Alicante, es decir, una de las patas de la CEV autonómica que presidirá Vicente Lafuente.
“No se trata de levantar la persiana de Coepa que se bajó a principios de 2018. Se trata de que el espíritu de unión que un dia significó Coepa no quede encerrado tras esa puerta y que lo podamos recuperar para, desde la unión empresarial y social, ser capaces desde la generosidad de construir tejidos económicos más robustos, economías más fuertes y sociedes más justas”, es el mensaje de Quintanilla.