La catarsis de Prosolia: de grupo ecologista a energética de Stellantis con presencia en Francia, Alemania y México
Antonio Ramón, country manager de la compañía en España, recibe a Economía Digital en las nuevas instalaciones de la compañía en pleno centro de Valencia

Antonio Ramón, country manager de Prosolia Energy en España
Hoy Prosolia Energy es una multinacional con proyectos repartidos por España, Portugal, Italia, Francia, Alemania o México, se ha convertido en el socio y proveedor de energía renovable de confianza de un gigante de la automoción como el Grupo Stellantis y factura más de 80 millones de euros. Pero no siempre fue así. Los orígenes de este productor independiente de energía tienen sus orígenes en el activismo verde, ya que la empresa nació del ‘Grup ecologista Els Verds d’Ontinyent’, en el sur de la provincia de Valencia.
Antonio Ramón, country manager de Prosolia España, recibe a Economía Digital en las nuevas instalaciones de la compañía en pleno centro de Valencia, sede central de la empresa española, donde relata esta curiosa transformación que él no llegó a vivir pero, aclara mediante una broma aderezada con miradas de complicidad, sí «los viejos del lugar».
Y es que la compañía de renovables cuenta ya con más de 20 años de trayectoria en el sector fotovoltaico, desde su nacimiento en el año 2003. Desde entonces, cuenta Antonio Ramón, ha habido diversos momentos catalizadores en su actividad. Desde los inicios de la firma, explica, se ha producido una «drástica reducción de costes en los paneles fotovoltaicos»: «Esto ha significado que una instalación de 100 kW que antes costaba más de 600.000 euros hoy en día se puede conseguir por 50.000-70.000 euros».
Esta bajada de precios, abunda el líder de Prosolia en España, se atribuye principalmente a los «procesos de escala» y a la «optimización» del mercado y las tecnologías renovables. Aunque, por encima de todo, la evolución de China en este campo ha sido un factor dominante: «La capacidad productiva de China se ha cargado todas las demás» y es «muy difícil competir con los precios que han impuesto al mercado los fabricantes chinos», apunta.
En sus inicios, Prosolia se centró en instalaciones de venta a red e instalaciones aisladas para lugares remotos. Aquí llegó el siguiente cambio importante en la historia de la empresa de energía verde. «Un cambio significativo llegó con la aparición de las primas y subvenciones alrededor de 2007-2008, que buscaban favorecer la generación distribuida y conectada a la red, justo antes de la crisis económica«, adelanta Ramón.
La internacionalización como estrategia de supervivencia
Todo parecía favorecer al sector en el que Prosolia florecía, pero llegó el crash de 2008. La crisis económica en España tuvo un impacto «muy importante» y «prácticamente se prohibió en España la actividad» de instalaciones fotovoltaicas conectadas a red y autoconsumo. Esta situación sobrevenida fue el germen de un cambio estratégico fundamental: la obligada internacionalización de la energética.
Prosolia, junto con muchas otras empresas españolas punteras en el sector, especialmente de la Comunidad Valenciana y Navarra, se vio obligada a buscar mercados exteriores.
Así, la firma valenciana comenzó a explorar otros mercados y emprendió proyectos en lugares tan alejados de su país de nacimiento como Latinoamérica, con especial protagonismo de Chile, África, Estados Unidos -con una oficina en California que finalmente acabó por cerrar al no consolidarse- o, en Europa, Reino Unido, Francia, Italia y Portugal, donde «fue más fácil de acceder porque la actividad no estaba prohibida allí».
Al irse al norte europeo, encontraron «menos horas de sol, con lo cual los rendimientos siempre son un poco inferiores». En Francia, el modelo de negocio se enfocó en la generación distribuida con pequeñas plantas en zonas rurales donde la red de distribución era más limitada. Desarrollaron el concepto de «agrivoltaica»: construyen hangares con paneles solares en las cubiertas en terrenos de agricultores o ganaderos, ofreciéndoles un espacio de almacenamiento y vertiendo energía a la red.
Este modelo, que hoy está «muy de moda», Prosolia lo comenzó a implementar «hace muchos años». En España, puntualiza Ramón, este modelo es más complicado debido a la burocracia, ya que «los trámites eran casi los mismos que si montaras un parque de 5 o 10 MW».
En el caso de Italia, el Estado ha primado programas específicos, como uno que incentiva la retirada de cubiertas de amianto, que si se elimina y se instala fotovoltaica, el estado garantiza un precio de venta de esa energía para amortizar el coste de la renovación. En definitiva, el país que les vio nacer, España, no era país para renovables, así que ‘emigraron’ para sobrevivir y, finalmente, crecer sin zancadillas.
Los planes de expansión de Prosolia
Ahora, ya instalados en España, Prosolia Energy está realizando un giro estratégico que comenzó en 2019, pasando de ser una empresa de EPC (ingeniería, procura y construcción) a querer ser un IPP (Independent Power Producer). Esto se traduce en que la compañía está ampliando sus límites: «Queremos producir energía y vender energía«, explica Ramón. La empresa controla toda la cadena de valor, desde la ingeniería hasta el mantenimiento y la gestión.
En este nuevo modelo, continúa el country manager en España, el almacenamiento es clave, no como una unidad de negocio separada, sino como una herramienta para ofrecer «la máxima eficiencia a los clientes». Prosolia utiliza baterías para que el excedente de energía producida en las horas de sol pueda ser consumido cuando la demanda es alta y la generación fotovoltaica es menor. Esto, combinado con la hibridación (por ejemplo, con eólica), permite «mejorar su rendimiento económico porque va a tener energía descarbonizada y más barata durante más horas».
Prosolia trabaja con clientes a través de PPA (Power Purchase Agreements), donde montan la instalación y venden la energía directamente al cliente, evitando así peajes e impuestos adicionales. Entre sus clientes destacados, sobresale el proyecto con el Grupo Stellantis, tanto en España como con acuerdos internacionales. En Zaragoza, han alcanzado «más de 200 megas» de capacidad, así como otro proyecto en la planta de Vigo, con más de 18 MW sobre cubierta.
En cuanto a los planes de expansión, Prosolia ya está consolidada en España, Francia, Portugal e Italia. En el país transalpino esperan tener un gran desarrollo hacia 2026. Además, han abierto operaciones en Alemania (principios de 2024) y México (finales de 2024), aunque estas aún están en fases iniciales y no tienen plantas en producción debido a los largos procesos de tramitación (hasta 5-6 años para un parque de utility scale).
Nucleares, renovables y el ‘gran apagón’
Con el gran apagón que vivió España el 28 de abril todavía haciendo vibrar la luz de las bombillas y el encendido debate renovables vs nucleares con las espadas en todo lo alto, Antonio Ramón aborda esta «caja de truenos»: «Yo no las veo enfrentadas… Los quiero a todos por igual y todos me hacen falta», sintetiza.
Así, defiende un mix energético diverso que incluya todas las fuentes que permitan «ajustar la producción a la demanda» y ofrecer «energía descarbonizada» al mejor precio. Aclara que hay una diferencia entre «energía verde» (eólica, solar) y «descarbonizada» (nuclear), aunque «ambas son importantes para el objetivo de descarbonización».
Respecto a la capacidad de la red española para un mayor porcentaje de renovables, Ramón ofrece una perspectiva crítica pero optimista. Señala que la cantidad de energía renovable ha crecido exponencialmente en los últimos 7-8 años. Sin embargo, «una línea de transporte nueva de la red de transporte puede costar entre 6 y 8 años de tramitar», lo que significa que «no ha tenido tiempo ni la red de transporte de actualizarse, de adecuarse a esta situación de generación».
La dificultad radica, sostiene el directivo de Prosolia, en cómo gestionar los volúmenes de energía renovable que «no tienen inercia». No obstante, cree que es una cuestión de aprender a gestionar la nueva tecnología y también ‘tira para casa’, ya que considera que tener muchas plantas fotovoltaicas pequeñas podría facilitar el ajuste entre oferta y demanda, a diferencia de las grandes plantas nucleares.
Así, Ramón abunda en que, aunque el sistema actual con todas las fuentes de energía es suficiente, «tenemos que incrementar las energías renovables» y esto debe hacerse «con las suficientes garantías de fiabilidad, de suministro y y de calidad». El siguiente paso clave para asegurar esto, subraya, es el almacenamiento y la hibridación de energías.
Asimismo, subraya que, aunque las decisiones políticas a menudo influyen en el mix energético (como Alemania cerrando nucleares o Francia promoviéndolas), España tiene la ventaja de poder producir energía solar «más económica, más rentable económicamente» que otros países europeos como Alemania o Francia debido a sus «muchísimas más horas de sol».