Malco Par (Majestic)| «Los hoteles no aguantan medio año más sin ingresos y con alquileres altos»

Economía Digital entrevista al director del Grupo Majestic con motivo de la reapertura del emblemático hotel en Barcelona y de la crisis del sector

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Malco Par lleva once años ligado al grupo Majestic, dueño, entre otros, del emblemático hotel que se ubica en el 68º Passeig de Gràcia, en el distrito de l’Eixample de Barcelona. Procedente de la inmobiliaria catalana Núñez i Navarro, Par se convirtió en el nuevo director general de Majestic Hotel Group después de que la familia Soldevilla dejara la gestión diaria y se la confiaran a él en el 2009, año en el que las hoteleras sufrían por culpa de la crisis financiera. Una década después, la crisis es sanitaria, pero también hace estragos en el negocio a la espera de que aparezca una vacuna. 

P.  Esta semana el grupo ha sido noticia por la decisión de reabrir el Majestic. ¿Cuándo se decidieron a hacerlo?

R. Fue una idea marcada desde el mes de julio. No fue de última hora, sino ya pensada. A partir de septiembre queríamos empezar abrir. Lo hicimos en dos fases: primero la parte de la terraza de la Dolce Vitta y los apartamentos de delante del Majestic. Ahora ha sido el turno del hotel.

P. Cuando se habla del Majestic no es solo Barcelona. El grupo tiene presencia en Mallorca, Sitges…

R.…Y Baqueira ahora. El resto de plazas se ha comportado mejor que Barcelona, especialmente hasta el 15 de agosto. Sitges fue una de las plazas en las que la ocupación despuntó respecto al resto, debido al público de Barcelona y también de Francia. Aunque con un precio inferior al habitual, se podía trabajar. Las islas, tanto Ibiza como Mallorca, se defendieron muy bien hasta mediados de agosto. A partir de entonces la situación cambió mucho porque los mercados británicos y alemanes desaparecieron casi por completo por los vetos y la imposición de las cuarentenas. Gente con ganas de venir había, ya que a algunos les hemos movido la fecha a un año vista. 

P. ¿Cómo se ha comportado la demanda si observamos los distintos tipos de hoteles del grupo?

R. El lujo, desgraciadamente, ha sido la división más afectada. No solo en el Majestic. Se trata de todo el segmento, sobre todo por la desaparición del tipo de cliente más frecuente, que no es el nacional, sino el que llega desde Estados Unidos, Oriente Medio y Asia.

P. Entiendo que la competencia ha vivido algo similar.

R. Algunos se han dedicado a concentrar la demanda. Si, por ejemplo, tienen cinco hoteles en Mallorca, abren uno. Nosotros como tenemos uno en Ibiza y otro en Palma, hemos trabajado dignamente. Otro tema es el precio medio, que ha caído sensiblemente. La caída del RevPar (Ingreso Medio por Habitación y a la vez indicador más importante del sector) está por encima del 30% e incluso 40% en algunos casos. Y en Barcelona peor, porque los destinos urbanos, como Londres, Madrid o París, han sufrido mucho más. Allí el reto es abrir si sabes que así pierdes menos dinero que si estás cerrado, es decir, se trata de que la cuenta de resultados no empeore.

P. La zona del Paseo de Gracia está sufriendo también las restricciones por el coronavirus

R. Las caídas son tremendas. El tramo está ubicado en un punto frecuentado por el cliente estadounidense, y éste no está. El golpe está siendo muy duro en zonas como El Born o el Raval, donde hay más restricciones al tráfico. Se han creado dos Barcelonas: la de la parte alta, donde la restauración y el comercio trabaja un poco, y la de la parte baja más allá de la Plaza de Catalunya, que prácticamente no abre ahora.

P. ¿Podrán volver a hacerlo?

R. Costará. Si tienen que pagar un alquiler no pueden, sobre todo si encadenan ya seis meses sin apenas facturación.

P. Algo similar va a ocurrir con los hoteles, ¿no?

R. Es tremendo. El alquiler es una relación entre dos privados. Entonces, con unos ingresos mínimos y unas mensualidades muy costosas al estar ubicados en lugares emblemáticos de grandes ciudades, la situación se vuelve inviable. Los hoteles no aguantan medio año más sin ingresos y con alquileres altos. No se trata de aplazar los pagos, sino de rebajarlos. Si tengo que pagar lo adeudado dentro de tres años y me quedan cuatro de contrato, voy a trabajar para perder dinero. Esto va a pasar mucho ahora, porque al principio de la crisis muchas compañías dieron patada a seguir, sin pensar en el medio y largo plazo. Y ahora muchos están negociando, pero van a caer hoteles.   

P. Hace un par de semanas, el presidente del Gremi de Hotelers de Barcelona diijo que el 75% de los hoteles seguía cerrado. ¿Comparte este diagnóstico?

R. Nuestra tasa de apertura como grupo está siendo superior. Solo tenemos cerrado el De Nit y el Murmuri (ambos en Barcelona), éste último ya no lo explotamos nosotros. Hemos sido más «valientes» y ahora en octubre vamos a hacer más aperturas, con el peligro de que la poca demanda existente se reparta entre los hoteles. A nivel de ERTE es un poco distinto en función del hotel. Hay algunos que tienen una estructura pequeña y al abrir queda muy poca gente en ERTE, pero no sucede lo mismo en todos los hoteles. En el Majestic, en cambio, para un 10% de ocupación solo se pone a trabajar un porcentaje de la plantilla similar. 

P. La herramienta de los ERTE, sobre el papel, caduca el próximo 31 de enero. Es lógico pensar que hay que prepararse para negociar una nueva prórroga ante tanta incertidumbre?

R. Totalmente. Si no se puede, lo que tendremos que hacer será tramitar ERTE por causas productivas (ETOP), porque a partir de enero la demanda, sobre todo en zonas urbanas, será muy baja. El problema es que en los ETOP la empresa asume todo el coste de la seguridad social, y eso va a poner al límite a muchas hoteleras. Ante todo, yo creo que el Gobierno sabrá leer la situación. Otra cosa será que la bonificación esta vez sea tan elevada. Pero mi previsión es que se necesitarán ERTE, como mínimo, hasta junio o julio del año que viene.

P. ¿Por qué cree que lo harán?

R. Es beneficioso para ellos. Al prorrogar los ERTE acogidos a causas de fuerza mayor, la administración no tiene que trabajar con nuevos expedientes. En el caso contrario, se vuelven a enviar otros miles de documentos nuevos que terminan colapsando a la administración. 

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Cristian Reche

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