Grifols pisa el freno: misión, reducir deuda

La farmacéutica catalana financia su crecimiento con sus propios activos y aportaciones de sus socios frente a la estrategia habitual de pedir dinero

Los consejeros delegados de la multinacional de hemoderivados Grifols, Raimon Grifols (i) y Victor Grifols (d), durante la junta general de accionistas 2018. EFE

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“La gestión del endeudamiento es una prioridad para la compañía”, repiten en Grifols desde 2017. Sin embargo, el pasivo se disparó en el último lustro. Cargar la mochila sirvió a la compañía para crecer rápidamente, pero tensionó la estabilidad financiera. Después disparar su apalancamiento, la cotizada catalana pisa el freno y ya financia las nuevas operaciones sin tener que pedir dinero.

Por ejemplo: los expertos de Bankinter celebran que la compra del 26,2% china Shangai Rass Blood se hicieran aportando el 45% de su filial estadounidense, Grifols Diagnostics Solutions. “La operación nos lleva a pensar que la gestión de la deuda se ha vuelto más conservadora y que ha empezado a anteponer su control frente a la velocidad del crecimiento”, auguran.

La empresa codirigida por Raimon y Víctor Grifols se enfrenta a un ejercicio en el que debe recortar el pasivo financiero para ganarse la confianza de los inversores. “Nos parece muy importante que la gestión de la deuda sea más conservadora”, añaden los mismos analistas en un informe.

Para dar un impulso a la nueva estrategia, la propia familia salió a la ayuda de la cotizada a título personal. La patrimonial de la saga catalana, Scranton Enterprises, está en conversaciones con la banca para obtener un préstamo de 300 millones de euros con tal de financiar la compra de 59 centros de extracción de plasma a la farmacéutica.

Las previsiones sobre Grifols: que en 2019 vuelva a los ratios de endeudamiento de 2016

Así, la operación serviría para estructurar la compra de los centros de Biotest Haema por 220 millones de euros y 286 millones de dólares –252 millones de euros al cambio actual— inmediatamente después de que la farmacéutica Grifols los adquiriera en 2018. A cambio la multinacional mantendrá una opción de compra y firmó un contrato de suministro de plasma por 30 años.

Las previsiones son que el ratio entre deuda y ebitda –una métrica habitual para medir la salud financiera de las empresas– se coloque en 3,5 veces entre 2019. Al cierre de 2018, la relación se situó en 4,32 veces. Por tanto el objetivo es volver a los números que tenía en 2016 antes de la compra de Hologic por 1.750 millones de euros.

Y es que el pasivo financiero de la farmacéutica se disparó en 2013. Mientras Edward Snowden revelaba el espionaje masivo de Estados Unidos, la cotizada debía sólo 2.087 millones de euros a la banca. Según los últimos datos disponibles, la mochila es ahora de 5.343 millones. El incremento en seis años fue del 156%.

¿Grifols creció demasiado?

No obstante, el apetito comprador de Grifols podría convertirse en empacho. El banco de inversión Berenberg advierte de que, si bien la empresa está bien posicionada para la captación de hemoderivados, «sin un crecimiento proporcional en otras proteínas, cada litro adicional de plasma procesado pone sus márgenes bajo mayor presión”.

El incremento del número de centros se desató especialmente a partir de 2017, cuando incorporó 19 locales de captación de plasma. El año pasado, la velocidad aumentó: en el primer trimestre sumó 35 puestos en Europa –los primeros de su red– al comprar la alemana Haema por 220 millones de euros. Y no fue la única operación corporativa de la sociedad. En el tercer trimestre la adquisición de Biotest por 244 millones facilitó la incorporación de 24 centros, todos en Estados Unidos.

De este modo, si Raimon y Víctor Grifols no encuentran el modo de igualar la captación del resto de proteínas a la del plasma, la rentabilidad estará bajo presión.

Carles Huguet

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