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El último informe de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) minimiza la brecha salarial, y afirma que debe interpretarse como una diferencia media entre colectivos, no entre individuos. El documento asegura que el término “brecha salarial” no se emplea de forma adecuada y genera confusión.

Por esa razón, el informe de la patronal que preside Antonio Garamendi distingue entre la brecha salarial sin ajustar y la ajustada. La primera hace la media del porcentaje bruto que perciben ambos sexos, sin tener en cuenta las diferencias socioeconómicas. Esa es la cifra que más se usa, y que según los datos utilizados, se sitúa en un 23%.

La CEOE prefiere usar la brecha salarial ajustada, que sí contempla las diferencias socioeconómicas y el puesto de trabajo que ocupan los individuos. Para la patronal, este es un indicador más fiable para medir si hombres y mujeres perciben el “mismo sueldo por el mismo trabajo”. El informe sitúa la desigualdad ajustada en un 12,2% e insiste en el descenso que ha tenido esta cifra en los últimos años. 

La realidad detrás de los números

El organización empresarial señala que la brecha salarial sin ajustar no tiene en cuenta el importe de diferencia en horas trabajadas, que la reduce a un 14,9%, dado que las mujeres se emplean más a nivel temporal y a tiempo parcial. Este tipo de contratos son efecto de los roles de género a los que responden las mujeres, relacionados directamente con la maternidad, el cuidado de otras personas y las tareas del hogar. Por tanto, en realidad sí que tienen un componente de género.

Además, las mujeres dedican prácticamente el doble de tiempo a actividades no remuneradas (4,8 horas vs 2,4 horas en hombres). Estas actividades no sólo generan menos horas trabajadas, sino también menos remuneraciones salariales y que las mujeres busquen horarios más compatibles.

En cuanto a la cifra ajustada, debe tenerse en cuenta los factores que contribuyen a generar esta brecha y que materializan la desigual distribución de las responsabilidades familiares y domésticas: la maternidad y el trabajo no remunerado, que implican menos adaptabilidad a los horarios del trabajo, así como otros factores, por ejemplo, psicológicos.

En este ámbito, además, cobra un valor especial el principio de antigüedad y la edad, que hacen aumentar la diferencia. Esto se debe a que las mujeres tienden a una carrera más intermitente por las razones ya mencionadas, y se retiran más temprano. Ejerce también un efecto considerable el sector de trabajo: en aquellos sectores donde los ellos tienen posiciones dominantes (ingeniería y TIC) y en los colectivos mejor remunerados, ellas cobran menos.

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