Arrival se declara en bancarrota tras no vender ninguna de las 20.000 furgonetas prometidas
El endurecimiento de los tipos de interés y la retirada de inversores institucionales han precipitado el cierre de operaciones y la venta de activos de numerosas empresas emergentes

El sistema ADAS pasará a ser obligatorio en nuevos turismos y furgonetas de la Unión Europea. Foto: Freepik
La startup británica Arrival nació como una de las mayores promesas del sector de la movilidad eléctrica. Su propuesta pasaba por revolucionar la industria de los vehículos industriales ligeros gracias a una tecnología innovadora, el concepto de las “microfábricas” y acuerdos estratégicos con grandes operadores logísticos.
Sin embargo, tras media década de anuncios, prototipos y rondas de inversión millonarias, Arrival ha terminado en bancarrota según avanzó Híbridos y Eléctricos, dejando tras de sí cero ventas comerciales y la liquidación de todos sus activos.
Fundada en 2015 por Denis Sverdlov, la visión de Arrival era transformar la forma de fabricar furgonetas, autobuses y pequeños automóviles eléctricos.
Frente al modelo de “gigafactoría” de Tesla, Arrival apostó por instalar pequeñas plantas automatizadas y modulares, cercanas al cliente y más fáciles de adaptar a la demanda.
El proyecto sedujo a inversores –en su apogeo, la compañía llegó a estar valorada en 13.000 millones de dólares– y captó la atención de gigantes como UPS, que prometió comprar 10.000 furgonetas, con opción a otras 10.000, para su renovación de flota en Europa y Norteamérica, pero, quedó todo en humo.
Pese al entusiasmo inicial y a una salida a bolsa a través de una SPAC en 2021, la producción real de Arrival nunca despegó. Problemas de ingeniería, costes mucho mayores de lo previsto y la incapacidad de escalar desde el prototipo a una fabricación comercial rentable se tradujeron en una ausencia total de entregas a clientes finales, ni una sola furgoneta Arrival fue realmente vendida en el mercado.
Arrival, el fracaso de un modelo industrial disruptivo
El núcleo de la propuesta de Arrival era la llamada microfábrica, una instalación compacta y altamente automatizada, capaz de ensamblar vehículos con una inversión menor que una planta convencional.
Arrival llegó a operar fábricas piloto en Bicester (Reino Unido) y Rock Hill (EE.UU.), pero los retrasos en la homologación de vehículos, la crisis de los microchips y la escalada de los costes logísticos resultaron fatales.
La compañía sólo realizó pre-series e instalaciones piloto; al tratar de estandarizar procesos y cumplir con los exigentes requisitos de los operadores comerciales (especialmente UPS), chocó con sobrecostes, recortes en la inversión y dificultades para recaudar más fondos a medida que el sector financiero internacional endurecía sus condiciones.
A la par, nuevos jugadores como Rivian y Ford entregaban los primeros lotes de furgonetas eléctricas en Estados Unidos, captando cuota de mercado y dejando a Arrival rezagada. La falta de un vehículo homologado, el desgaste de la caja y el acelerado declive bursátil —llegando a perder más del 90% de su valor tras el pico de 2021— situaron a la empresa al borde del abismo.
En 2024, Arrival recurrió a la administración concursal en Reino Unido. Unos meses después, su matriz luxemburguesa se declaró oficialmente en quiebra. El saldo: activos industriales, maquinaria y propiedad intelectual subastados, principalmente adquiridos por la también startup Canoo a precios mínimos.
Con cientos de empleados afectados y los acreedores a la espera de cobrar una deuda estimada en 200 millones de libras, la era Arrival concluyó sin haber «empezado» o sin haber logrado su objetivo original: transformar el transporte comercial eléctrico desde sistemas modulares y escalables.
El fracaso de la emergente Arrival coincide con otros colapsos empresariales (como los de Canoo o Volta) y pone en cuestión la burbuja bursátil que disparó valoraciones de startups eléctricas entre 2020 y 2022.
El endurecimiento de los tipos de interés y la retirada de inversores institucionales han precipitado el cierre de operaciones y la venta de activos de numerosas empresas emergentes.