Carlyle brinda con vino de La Rioja

La filial de vino de Codorníu aumenta beneficios en plena depresión del cava. El fondo Carlyle cerrará la compra del grupo en septiembre

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En septiembre se sellará la venta de la mayoría del grupo catalán de cava y vinos Codorníu a Carlyle. El fondo de capital riesgo tomará la compañía de los Raventós con el reto de hacer rentable el negocio del cava, su principal foco de ventas, pero puede estar muy tranquilo respecto al vino. Las bodegas del grupo en La Rioja sí que ganan dinero, y cada vez más.

Bodegas Bilbaínas, empresa de vino de La Rioja, y también algún albariño, propiedad del grupo Raventós Codorníu, cerró su ejercicio 2017-2018 con unos beneficios de 2,89 millones de euros, el 16,6% más que en el año anterior, según comunicó la compañía a la CNMV. La bodega cotiza en bolsa aunque el 93,9% de su accionariado está en manos del grupo catalán.

Esta empresa es la más rentable del grupo. Pese a facturar 16,8 millones de euros, el 6,6% menos, logró incrementar beneficios gracias a un ebitda que creció el 13,8%. Casi el 90% de las ventas correspondieron a vino, por el 1,85 de espumosos y el 8,6% de otros productos, según las cuentas anuales de Bodegas Bilbaínas, que abarcan del 1 de julio de 2017 al 30 de junio de 2018.

La empresa vizcaína logró mejorar su rentabilidad gracias a una reducción de costes de personal. Con una plantilla de 41 empleados, redujo más del 35% la partida dedicada a pagar nóminas. No obstante, también incrementó la inversión en un 32%, hasta los 2,5 millones de euros, para incrementar producción. Además, enjugó un tercio de su deuda, que se situó en 1,88 millones.

Bodegas Bilbaínas, el cisne de Codorníu

Bodegas Bilbaínas comercializa las marcas Viña Pomal, La Vicalanda y Viña Zaco, que además de Rioja, también elabora Albariño. Sus números contrastan con los de Codorníu. En el ejercicio 2016-2017, el conglomerado facturó 236 millones y logró un ebitda de 16 millones, pero perdió dinero por los costes del ERE.

Si nos fijamos solo en los resultados de Codorníu SA, que concentra buena parte del negocio del cava de los Raventós, en dicho año triplicó las pérdidas del ejercicio anterior, con 16,7 millones de euros.

Para mejorar los vitales del grupo, la compañía presidida por Mar Raventós y dirigida por Javier Pagés optó por hacer un ERE y dejar de fabricar marca blanca. La decisión no fue suficiente para calmar los ánimos de los accionistas rebeldes, aproximadamente el 20%, que buscaban una salida en forma de venta. Tras negociar con varias compañías, como Vranken Pommery, finalmente llegó a un acuerdo con el fondo Carlyle por un precio que valora al segundo mayor grupo de cava en 300 millones.

Ahora queda por ver qué porcentaje de los accionistas –que son más de 200, todos de la familia Raventós– acepta la oferta y cuántos se quedan, aunque se da por hecho que la mayoría venderá, de manera que Carlyle podrá tomar el control. Está previsto que se reúnan a principios de septiembre en una junta que será definitiva.

Economía Digital

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