Celsa gana 460 millones tras la salida de los Rubiralta

Las nuevas autoridades puntualizan que de no haber sido por el plan de reestructuración la compañía habría tenido pérdidas por 918 millones

El presidente de Celsa Group, Rafael Villaseca, presenta los resultados de la compañía. EFE/Andreu Dalmau

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La siderúrgica Celsa ha obtenido resultado anual consolidado de 459 millones tras impuestos, y su nueva dirección ha alcanzado la meta que se propuso desde que los acreedores tomaron el control de la compañía: “conseguir a corto y medio plazo una compañía sólida y referente en su sector”.

Según han informado su presidente Rafael Vilaseca y el consejero delegado Jordi Cazorla, de no haber sido por el proceso de reestructuración que incluyó la recapitalización de la deuda por 1.418 millones de euros, la compañía “habría tenido pérdidas por 918 millones de euros, con unos fondos propios negativos de 1.187 millones, debido a las salvedades contables detectadas en auditorías anteriores”.

Tanto Vilaseca como Cazorla destacaron que «por primera vez» las cuentas de la compañía se presentan “limpia de toda salvedad”. Sin embargo, a pesar de los resultados positivos, el presidente pide cautela: “la compañía salió de la UCI, pero sigue en el hospital”, graficó.

La nueva etapa de Celsa

Con estos resultados, la empresa alcanza uno de los objetivos propuestos desde que renovó su dirección, con Vilaseca en la presidencia, Cazorla como consejero delegado y Daniel Alaminos como secretario, a los que se han sumado Hilario Albarracín, Elena Guede, Juan José Nieto y Mario Longhi como miembros independientes; mientras que los consejeros provisorios Luis Aurelio Martín, Esther Alfonso, Antonio Arenas y Francisco Javier Díaz-Gálvez han dimitido.

El saneamiento de la empresa fue el objetivo primordial de los acreedores, que en un primer momento nombraron un consejo interino especializado en reestructurar compañías, perfiles que además de Cazorla con su experiencia al frente de DS Smith para el sur de Europa también cumplían otros miembros del consejo.

El futuro plan estratégico

También se contrató a la consultora Bain & Co para definir un plan estratégico para el futuro de la compañía a cinco años vista, “y señala las palancas de creación de valor para desarrollar una etapa más fructífera”, describió Vilaseca.

El objetivo, indicó, es que en el segundo semestre el plan vea la luz “poner estar en la senda de la sostenibilidad, con la ausencia de estos sustos que hemos tenido en forma sistemática en los últimos años”.

Otras acciones del proceso de reestructuración fue encargar la valorización de filiales extranjeras al Citi, “para ver si podíamos llevar a cabo una gestión de portfolio más interesante y si era recomendado centrarnos en algunas áreas”, dijo su presidente.

Las cuentas de Celsa

Según describió Cazorla, de los 3.794 millones que Celsa tenía de deuda cuando los Robiralta estaban al frente, se ha logrado reducir hasta los 2.316 millones, en parte gracias a la capitalización de 1.209 millones, y a que se ha prolongado los vencimientos a cinco años.

En cuanto a la facturación del grupo, descendió un 22%, hasta los 4.756 millones; por lo que el ebitda de la compañía se situó en los 441 millones, lo que representa un incremento del 50%.

La difícil transición tras los Rubiralta

Hasta que estuvo la familia Rubiralta al frente de esta siderurgia, la más grande de España, la deuda de Celsa había llegado a superar los 3.000 millones de euros.

La reestructuración de la compañía tuvo un agrio enfrentamiento judicial entre la familia fundadora y los acreedores, encabezados por el Deutsche Bank y los fondos SPV Global, Sculptor Investment y Anchorage Capital.

Dado que el gigantesco pasivo era mayor que el valor de la empresa (lo cual motivó otro capítulo del enfrentamiento judicial), los Rubiralta poco pudieron hacer, sobre todo cuando el juzgado mercantil número 2 de Barcelona dio luz verde al plan de reestructuración de los acreedores y cedió el control de la sociedad.

Los nuevos dueños, que tras una auditoría descubrieron retribuciones que no encajaban con una empresa en inminente quiebra, propusieron transformar en acciones 1.291 millones de euros de deuda, con lo que pasaron a ser los accionistas mayoritarios del grupo; mientras que el resto del pasivo pasó por un proceso de refinanciación.

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