El BdE ve con buenos ojos los ajustes de personal y oficinas porque «el futuro de la banca es digital»

El Banco de España pelea con las entidades para que ajusten el tamaño de la red a su actividad, reduzcan costes, sean más rentables y aceleren en digitalización

Informe de Estabilidad Financiera del Banco de España - Adhesiones al Código de Buenas Prácticas - Banca española

Fachada de la sede del Banco de España. EFE/J.J. Guillén/Archivo

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El Banco de España cree que el gran cierre de oficinas bancarias que se produjo durante el primer confinamiento, en el inicio de la pandemia, «demostró que los bancos podían funcionar así», de manera que el sector decidió acelerar el proceso, pero al hacerlo se han producido «desajustes», como se ha visto con el movimiento social iniciado por Carlos San Juan, un jubilado de 78 años que reclamaba a los bancos una mayor atención personalizada en las sucursales para las personas mayores.

Su petición llevó al Gobierno a intervenir y acabó con una respuesta sectorial de toda la banca española, donde se comprometieron a ampliar el horario de atención al púbico y reforzar la atención telefónica, entre otras cosas, para evitar la exclusión financiera. Pero no se contempla dejar de hacer ajustes en la red de oficinas.

«Una cosa es que le digamos a los bancos que no pueden dejar a nadie atrás y poner en marcha medidas puntuales necesarias y otra es que digamos que no cierren más oficinas, reduzcan personal o no avancen en digitalización, no podemos hacerlo porque matas el negocio bancario», asegura la directora general de supervisión del BdE, Mercedes Olano, en la presentación de la memoria de 2021.

Olano entiende que el proceso de digitalización se debe acoplar a un proceso racional de estructuras físicas que permita que no haya exclusión financiera. «Por tanto, apostamos por la pérdida física de bancos, que no siempre son oficinas, pueden ser servicios centrales que es un gran coste de espacio y personal», afirma.

La directora insiste en que la digitalización de la banca compagina con las medidas adoptadas a raíz del caso de Carlos san juan, si bien, «la digitalización, ya no es una opción a la banca, a futuro el negocio es digital». El Banco de España lo entiende así pero también la Comisión Nacional del Mercado de Valores y la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones, lo comparten. «Es un proceso imparable y bueno, donde hay que evitar que se produzcan situaciones de exclusión financiera», añade. 

En la Memoria de Supervisión 2021, el BdE advierte de que las entidades que se queden atrás en esta materia «no podrán ser sostenibles en el medio plazo». La inversión en digitalización genera eficiencia y proporciona potencial para mejorar los ingresos y el negocio, añaden, y solo así podrán lidiar con una competencia impulsada por gigantes tecnológicos donde la innovación marca una diferencia competitiva.

Sin embargo, la directora general de supervisión del Banco de España hace un apunte, y es que esta transformación digital tiene un precio. «Al reducirse las redes de oficinas comerciales el mundo espera que los costes bancarios se sigan reduciendo hasta la eternidad, pero esto no es así, si cierras estructuras físicas tienes que reforzar la parte tecnológica, amortizar inversiones, y eso se refleja en la cuenta de resultados».  

El supervisor tiene claro que si las entidades están migrando a un negocio más tecnológico, los costes tienen que cambiar. El futuro pasa por mantener menos redes físicas pero una estructura tecnológica más amplia, insiste Olano.»Es la gran pelea, le decimos a las entidades que ajusten el tamaño a su actividad».

Sobre todo a los bancos más pequeños, apunta, porque «es imposible hacerlo rentable» si se tiene una estructura muy grande y costes fijos. Y aquí una de las tablas de salvación es fusionarse, en las entidades significativas no hay margen, pero en las menos significativas «hay mucho».

La directora general del BdE se muestra clara «no hay ninguna entidad que digamos que no va a poder sobrevivir» y en cualquier caso el Banco de España no puede obligar a nadie a fusionarse, son empresas privadas y deben tomar ellos la decisión, pero las entidades muy pequeñas «tienen que solventar los problemas de costes y su estructura», concluye.

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