Feijóo busca salvar el ‘match ball’ de Galicia y evitar una crisis interna en el aniversario de la caída de Casado

Hace dos años, Pablo Casado inició un enfrentamiento público con Díaz Ayuso que desembocó en su salida de la presidencia del partido y su reemplazo por Núñez Feijóo

El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, durante una comida de campaña del Partido Popular, en el restaurante Litmar, a 10 de febrero de 2024, en Sarria, Lugo, Galicia (España)

El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, durante una comida de campaña del Partido Popular, en el restaurante Litmar, a 10 de febrero de 2024, en Sarria, Lugo, Galicia (España). Carlos Castro – Europa Press

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Dos hechos inusuales han otorgado a las elecciones gallegas una relevancia poco habitual en el conjunto del Estado, coincidiendo con la primera vez que se celebran desde 2009 sin coincidir con las vascas. Por un lado, está en juego el puesto que durante 13 años ocupó Alberto Núñez Feijóo, ahora líder del PP y de la oposición a Pedro Sánchez, y que cedió amablemente a Alfonso Rueda para intentar sin éxito presidir el Gobierno español. Rueda fue una apuesta casi natural del dirigente de Os Peares, que movió a sus fontaneros para allanar la sucesión y permitir al que fuera su número dos encabezar la lista del PPdeG en las autonómicas, las que se celebran este domingo. Por otro, el relato de campaña de PP y PSOE ha estado marcado por la política estatal, una continuación de la disputa de Madrid, a pesar de que el actual presidente de la Xunta intentó reconducir el discurso en los últimos días para intentar frenar el ascenso del BNG. Hasta entonces, la amnistía, la negociación con los independentistas, la «ruptura de la igualdad» entre españoles o la «inestabilidad» del Ejecutivo central, en contraste con el gallego, estaban en la primera línea del argumentario de los populares.

El plano estatal que atraviesa estas elecciones se mostró de manera diáfana con la presencia de Feijóo en Galicia, haciendo campaña en paralelo a Rueda y convergiendo en mítines señalados, como el del último día en A Coruña o el de la plaza de toros de Pontevedra. El presidente del Gobierno contribuyó a agrandarlo con sus recurrentes visitas en apoyo a José Ramón Gómez Besteiro. Sánchez también vio la oportunidad de herir a su principal rival en su propio feudo: «El pasado 23 de julio… El próximo domingo… Los dos a la oposición, porque la caída de Rueda y de Feijóo es como el cambio en Galicia, imparable«, dijo el también secretario general del PSOE en el mitin de cierre de campaña en Santiago.

La implicación de los dos líderes hace inevitable que las elecciones gallegas tengan impacto en los partidos a nivel estatal. Sánchez podría dar una estocada mortal a Feijóo si el PP pierde la Xunta, pero tendrá mucho que explicar si Rueda retiene su sillón en San Caetano y los socialistas, como vaticinan las encuestas, obtienen su peor resultado histórico en la comunidad.

La carrera de Feijóo hacia las europeas

Los números de Feijóo para intensificar la presión sobre Sánchez parten de Galicia. Una victoria en el tradicional bastión del PP, donde ha gobernado durante 36 de los 42 años de autonomía, daría paso a las elecciones vascas, donde necesita resistir, y a las europeas, donde quiere estar muy por encima del PSOE. Con estas cábalas, el líder del PP reforzaría su posición y encendería las alertas para que el presidente del Gobierno, con una mayoría muy frágil, asumiera con más facilidad una legislatura corta y pulsara lo antes posible el botón de la llamada a urnas.

El BNG se ha empeñado en torcer el plan. La victoria que parecía muy probable hace apenas un mes, está ahora en el aire por el crecimiento de la candidatura de Ana Pontón, con muchas posibilidades de superar el 30% de los votos y poner en cuestión la mayoría absoluta de Rueda. Este escenario erosionaría un poco más el liderazgo de Feijóo en Génova después del patinazo en las elecciones generales y de la filtración sobre su aquiescencia a un indulto condicionado a Puigdemont, que se apresuró a desmentir en cada mitin. «No os extrañe que digan que ofrecí el Ministerio de Defensa a Otegi«, llegó a decir.

El líder del PP analizará los resultados de las elecciones gallegas el lunes con su directiva y el martes reunirá a los barones, un proceso habitual en los populares tras unos comicios. En Génova no esperan una escalada de la tensión porque, por un lado, prevén que Alfonso Rueda retenga al menos los 38 diputados que necesita para mantener la Xunta en solitario o, en el peor de los casos, pueda apoyarse en Gonzalo Pérez Jácome, el líder de Democracia Ourensana, para continuar gobernando. Por otro, en el PP hay una paz tácita para este ciclo electoral hasta las europeas que solo un resbalón grave debería poder alterar. Perder Galicia o romper el relato respecto a Cataluña y el independentismo se parece bastante a ello.

En la cumbre de barones estarán Juanma Moreno e Isabel Díaz Ayuso, presidentes de Madrid y Andalucía y los nombres que siempre suenan cuando se pone en cuestión el liderazgo del dirigente gallego.

Los buenos y los malos augurios

Los sondeos internos han hecho que el PP tenga el susto en el cuerpo, pues el porcentaje de voto que alcanzaría el BNG en esas estimaciones lo pondrían en situación de arrebatarle la Xunta sumando con el PSOE, si no se descalabra más allá de los 12 diputados. Pese a ello, también detectan fortalezas clásicas del PP gallego que hacen muy difícil que baje de los 38 escaños. Sus tropas están movilizadas, ha trabajado el rural de Lugo y Ourense apoyándose en sus alcaldes y acostumbra a acaparar la mayoría de votos del exterior. Si Lugo y Ourense resisten es casi imposible que Rueda pierda cinco de los 42 diputados que le dejó Feijóo. El mayor incordio para ello es Democracia Ourensana, pero ya ha pactado en dos ocasiones con Jácome. Si se cierra una puerta se abrirá una ventana.

Paradójicamente, el interés por Galicia mostrado por el presidente del Gobierno y el líder de la oposición ha perjudicado los intereses de Rueda, a quien hubiera beneficiado una campaña de baja intensidad, con un solo debate, sin los medios estatales demasiado pendientes y con el Entroido (carnaval) en medio de los mítines. Ahora, con Pontón cerca de convertirse en la nueva musa de la izquierda y hasta medios internacionales pendientes de los comicios, se espera que la participación crezca, lo que podría deparar turbulencias en la «isla de estabilidad» que pregonan Rueda y Feijóo.

Las elecciones se celebran en el segundo aniversario de la crisis interna del PP que acabó con el liderazgo de Pablo Casado, quien un febrero de 2022 se lanzó a la guerra con Isabel Díaz Ayuso por las supuestas comisiones cobradas por su hermano durante el Covid. Coinciden también con la renovación del PP gallego tras la salida del equipo de Feijóo, con los 300 viernes negros de protesta de los trabajadores de la CRTVG y con las primeras elecciones desde 2012 en las que no estarán ni el dirigente ourensano en Galicia ni Íñigo Urkullu en Euskadi como candidatos.

¿Galicia pasará factura a Sánchez?

Un nuevo ingrediente de las elecciones gallegas es la implicación de Pedro Sánchez, que intercedió en 2020 por Gonzalo Caballero con mucha menor intensidad que en esta cita con las urnas. José Ramón Gómez Besteiro es un candidato bendecido por Ferraz y fundamentó buena parte de su relato en el apoyo que tiene del Ejecutivo central para traer inversiones a Galicia. De hecho, Sánchez anunció en la antesala de las elecciones un nuevo barco de la Armada para Navantia Ferrol y Besteiro prometió la gratuidad de las autopistas AP-9 y AG-55 (Santiago-Ourense), ambas dependientes del Estado.

Si se confirma el peor resultado histórico del PSdeG en unas autonómicas, Sánchez saldrá más salpicado que en 2020. Una victoria de la izquierda, obviamente, taparía todos los males al desalojar al PP de la Xunta, pero aún así cabría esperar movimientos internos en el socialismo gallego si se confirma el batacazo en las urnas.

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