La jugada de Rajoy para acorralar a Sánchez

El líder del PP busca la abstención de los socialistas, antes de entrevistarse con Albert Rivera, con la baza de Felipe González y el desacato de los independentistas catalanes

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Mariano Rajoy teje desde hace semanas una tela de araña sobre Pedro Sánchez y Albert Rivera. Ha conseguido tener, de nuevo, pelota de partido. Y está dispuesto, ahora sí, a acelerar. Su jugada para obtener la abstención de los socialistas pasa por ahondar en las divisiones internas en el PSOE, que existen, y son profundas.

Rajoy explotará este martes la apuesta de Felipe González por la abstención, y la necesidad de que se constituya ya un gobierno para hacer frente al desacato de los independentistas, que este mismo lunes desoyeron la decisión del Tribunal Constitucional de suspender la resolución sobre la «desconexión» de España.

El PSOE insiste en el ‘no’

El núcleo duro que arropa a Sánchez insiste en que el PSOE votará en contra de Rajoy, en primera y en segunda votación. Óscar López, el portavoz socialista en el Senado, aseguró que respetaba la posición de González, manifestada en una entrevista en el diario Clarín, pero que el PSOE ya había tomado una decisión en su comité federal.

Lo que ocurre es que la coyuntura de la política europea y la doméstica están estrechando el margen. Pedro Sánchez quiere ganar tiempo como sea, para que cuando llegue septiembre, los numerosos casos judiciales que erosionan al PP se activen de nuevo, e internamente sea imposible defender una abstención en la investidura de Rajoy. Pero quedan semanas por delante. Y este mismo martes, el secretario general del PSOE deberá explicarse, tras su entrevista con Rajoy.

Paquete de medidas

El presidente del PP quiere jugar sobre el mismo terreno de juego en el que estableció Sánchez su acuerco con Ciudadanos, tras el 20 de diciembre. Por ello, asumirá la mayoría de puntos de ese pacto, algo «incomprensible» para la dirección socialista.

En aquel momento, el PP «ridiculizó» el paquete de medidas suscrito entre los dos partidos, según López. Ahora todo ha cambiado y fuentes del PP insisten en que «se puede acordar todo, no hay líneas rojas, salvo la necesidad de actuar conjuntamente ante el proyecto independentista».

Militantes, pero ¿y los electores?

El peso de González en todo el entramado socialista, no únicamente entre los militantes y cuadros, sino entre los electores socialistas, puede ser determinante, a juicio de los dirigentes del PP. «Es un hombre de estado», apuntó la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes. Y aunque suene a halago interesado, la necesidad de abstenerse, «aunque Rajoy no se lo merezca», como apuntó González, es un argumento que se puede explicar con claridad al conjunto de los españoles, entre ellos a los votantes socialistas.

Rajoy necesita esa abstención para buscar, después, el sí de Ciudadanos. En su intervención, tras entrevistarse el pasado jueves con el rey Felipe, el líder del PP insistió en que no le servían sus 137 diputados para la investidura. Se veía capaz de gobernar en minoría, pero reclamó un apoyo mayor para ser elegido presidente.

El paso de Rivera

Y una cosa va de la mano de la otra. El líder de Ciudadanos, Albert Rivera, reclamó, de nuevo, la abstención del PSOE, asegurando que él ya había dado el paso del ‘no’ a la abstención y que en ningún caso apoyaría a Rajoy. Pero la tela de araña va surtiendo efecto, y Rajoy busca ese sí y la abstención del PSOE, antes de llamar a Ana Pastor para que le fije, como presidenta del Congreso, la fecha de la investidura.

El calendario va rápido. Rajoy supo ayer que las elecciones gallegas, tras anunciarlo el presidente de la Xunta, Alberto Nuñez Feijóo, serán el 25 de septiembre, coincidiendo con las elecciones vascas. El PP necesita un gobierno ya constituido para hacer frente a esas elecciones con ciertas garantías, principalmente en Galicia, para mantener el poder de la Xunta.

Por ello, Rajoy, aunque su investidura se pueda fijar para la primera semana de septiembre, necesita ligar tanto al PSOE como a Ciudadanos. Y no hay otra alternativa, como puso de manifiesto este lunes Albert Rivera, quien dejó claro que no apoyará un posible gobierno alternativo de Sánchez con Podemos y los nacionalistas.

Los nacionalistas, arrinconados

A éstos últimos tampoco los quiere Rajoy, a pesar del mensaje del PSOE, según el cúal ya hay un pacto entre el PP y Convergència. Precisamente, el PP dejó al nuevo Partit Democràta Català (ex CDC) sin grupo propio en el Senado. Y este martes se inclina también por dejar a CDC en el grupo mixto en el Congreso, algo que no ha sucedido nunca desde la recuperación de la democracia.

Poco a poco, Rajoy teje su investidura, con la convicción de que no hay, en realidad, ninguna otra posibilidad. Y Sánchez, que se juega principalmente su posición en el seno del PSOE, lo sabe.

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